Hoy, más de la mitad de la población mundial vive en grandes urbes, en entornos de más de 300.000 habitantes. Teniendo en cuenta que la humanidad sobrepasa ya con creces los 7.500 millones de personas, la cifra, cuanto menos, sobrecoge. Y todo apunta a que seguirá creciendo porque, según las previsiones del Banco Mundial, el porcentaje de población “urbanizada” rozará el 70 por ciento para el año 2050: para entonces, se espera que convivan en entornos urbanos nada más y nada menos que 5.400 millones de personas.
De ser así, no solo habrá más humanos sobre la faz de la Tierra: el Banco Mundial calcula que el número de vehículos motorizados también se disparará, hasta alcanzar los 2.000 millones de coches en el año 2030. Justo el doble de los que circulan hoy por el planeta.
Las cifras de la insostenibilidad
En la actualidad, el transporte es el responsable del 64 por ciento del consumo mundial de petróleo, del 27 por ciento del consumo energético total y del 23 por ciento de las emisiones mundiales de CO2 relacionadas con la energía.
“En 2012, el transporte fue el sector que más energía requirió en cuatro de cada diez países del mundo y, en el resto, fue el segundo consumidor. De acuerdo con nuestras proyecciones, las emisiones de CO2 imputables a la quema de combustibles fósiles aumentarán alrededor de un 40 por ciento entre 2013 y 2040. Teniendo en cuenta que el sector aporta el 18 por ciento de todas las emisiones de CO2 atribuibles al ser humano, las implicaciones son serias: los índices de polución constituyen ya el mayor riesgo ambiental para la salud humana, con unos tres millones de víctimas mortales cada año”, señala Nancy Vandycke, asesora económica del Banco Mundial, en declaraciones a Soziable.es.
Atendiendo a la seguridad vial, son más de 1,25 los millones de personas que mueren cada año como consecuencia de un accidente de tráfico y hasta 50 millones los lesionados por la misma causa. El 90 por ciento de ellos procede de países de ingresos medios y bajos, aunque por ellos solo transita la mitad del parque automovilístico mundial. Pero no son las únicas víctimas, porque la contaminación asociada a las emisiones de estos vehículos se vincula ya de manera directa con otras 185.000 muertes directas al año.
Ante la magnitud de estas cifras y el previsible aumento de las tasas de motorización, las autoridades nacionales e internacionales esperan que el impacto ambiental y sanitario del sector aumente en los próximos años. ¿Cómo hablar de movilidad sostenible, ante semejante panorama?
“El petróleo sigue siendo la fuente energética predominante en el sector transporte, en general. Más de un 90 por ciento de sus necesidades dependen de él, de hecho, y no se ven signos de que esto vaya a cambiar. Y eso que se están agotando las reservas y nos quedará crudo para unos 20, a lo sumo 30 años”, advierte Mariano González Tejada, coordinador del área de Transportes de Ecologistas en Acción.
¿Están trabajando las autoridades para reducir nuestra dependencia de los combustibles fósiles? “A escala global, no, desde luego”, se queja González. Por otra parte, el portavoz de Ecologistas en Acción advierte de que el coche eléctrico (la esperanza para muchos) no parece ser la panacea: “No es dependiente del petróleo pero se enfrenta a muchísimos interrogantes. Uno de los más determinantes es que la energía eléctrica, en último término, no va a poder suplir toda la energía que proporciona en la actualidad el petróleo. No es cuestión de sustituir una fuente por otra”, añade este experto.
Para Nancy Vandycke, del Banco Mundial, los coches híbridos y eléctricos sí “juegan un rol importantísimo en el camino hacia una movilidad más sostenible”: “Si nos aseguramos de que la fuente de energía eléctrica que los surte es renovable, pueden ofrecer grandes reducciones de emisiones respecto a los vehículos movidos por combustibles fósiles”. Ahora bien, Vandycke admite que aún existen “grandes obstáculos” para generalizar el uso de estos coches, “siendo el principal la necesidad de una infraestructura sólida de estaciones de carga”.
¿Cuál es la solución?
¿Qué ocurriría si los mil millones de conductores que hay en el mundo decidieran sustituir su vehículo actual por otro eléctrico? Para el portavoz de Ecologistas en Acción, “el modelo, simplemente, no sería viable”. Por un lado, por “los materiales con que se construyen sus baterías –como el litio–“, que son “finitos”, y, por otro, porque “tampoco ofrecen las prestaciones del coche convencional”. “Mover todos los coches que hoy se mueven y esperar que cubran con energía eléctrica los kilómetros que hoy recorremos es más un sueño utópico de la industria del automóvil que una posibilidad real”, concluye González. Sólo en España se mueven cada día más 22,3 millones de turismos, según los últimos datos de la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac).
¿Cuál es la solución, entonces? “Si lo que queremos es que la mayoría de los coches del mundo sean eléctricos, solo cabe una cosa: reducir muchísimo el uso del automóvil. Que circulen muy pocos coches y, de ellos, la mayoría sean eléctricos”, añade González.
Aunque parezca poco viable, las grandes ciudades ofrecen un atisbo de esperanza en este sentido. Porque, según Mariano González, “a medio y largo plazo se puede pensar en nuevos modelos de movilidad y urbanismo que dejen de pilotar sobre el uso masivo del automóvil”. Se trata, básicamente, de “impulsar el transporte público, fomentar la peatonalización y la bici y dejar de aprobar planes para construir viviendas alejadas del centro y vinculadas a centros comerciales”.
El transporte, un arma contra la pobreza
Con todo, el transporte parece tener también una “cara amable”. Así lo percibe el Banco Mundial, organismo que trabaja por el fin de la pobreza extrema y que lo considera “un motor fundamental de desarrollo” y un elemento “crucial” para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenibles. Porque, según el Banco Mundial, la infraestructura de transporte “genera oportunidades para los pobres”; conecta a las personas con los lugares de trabajo, los centros educativos y los servicios de salud; permite la distribución de bienes y servicios a lo largo y ancho del planeta y facilita y la generación de conocimientos y soluciones a muchos problemas. La existencia de un camino rural y de un vehículo para recorrerlo puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte ante un parto problemático, por ejemplo. Solo en África son 450 millones las personas que carecen de acceso a una carretera, el 70 por ciento de su población rural.