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Luis Bolaños, empresario y fundador de la agricultura bioinclusiva

Necesitamos una revolución para salvar la biodiversidad

En los últimos años, la palabra sostenibilidad se ha convertido en un término omnipresente. Todo es sostenible pero casi nada lo es. La mayoría de los gobiernos y empresas están aplicando medidas con criterios ESG, pero ¿cómo estamos cuidando de la biodiversidad? ¿Qué estamos haciendo para salvar la vida de nuestra flora y fauna? No podemos limitarnos a una conversación teórica o a la redacción de protocolos corporativos. Necesitamos un cambio real donde todos empujemos en la misma dirección y demos el protagonismo que merece a la conservación de la vida en todas sus formas.

Luis Bolaños, empresario que aboga por la agricultura bioinclusiva.
Luis Bolaños, empresario que aboga por la agricultura bioinclusiva.

Los datos son esclarecedores. En 2024, el mundo excedió en un 74% la capacidad de los ecosistemas para regenerar los recursos naturales, según la WWF. Cada vez somos más personas en este mundo pero nuestro planeta y sus recursos son finitos. No hay más allá. Por ello, tenemos la obligación de tomar conciencia sobre el importante papel que desempeña la biodiversidad en nuestra supervivencia global. Nosotros somos biodiversidad y, al mismo tiempo, dependemos de ella. 

Es cierto que la conservación de la biodiversidad ha evolucionado significativamente en las últimas décadas. Antes, los esfuerzos se centraban en la protección de especies icónicas y la creación de reservas naturales, acciones de importancia pero de corto alcance a la hora de impulsar un cambio global. Ahora, hemos conseguido entender que el cuidado de la biodiversidad no puede ser un objetivo que se ejecute de forma aislada y sólo por parte de las administraciones públicas, sino que debe integrarse en todas las actividades humanas.

A pesar de haber evolucionado de forma significativa en este ámbito, las cifras continúan desvelando que queda mucho por hacer. Por ejemplo, según Frontiers in Ecology and the Environment, si las tendencias actuales continúan, el 37% de las especies podrían extinguirse para el año 2100. Esta extinción masiva, causada por las propias acciones del ser humano, no solo afecta a la flora y fauna silvestres, sino que pone en peligro la viabilidad de los ecosistemas que sostienen nuestra propia existencia. 

Según Frontiers in Ecology and the Environment, si las tendencias actuales continúan, el 37% de las especies podrían extinguirse para el año 2100

Para revertir este escenario, el reciente cierre de la reanudada Conferencia de Biodiversidad de la ONU (COP16) en Roma ha marcado un hito con el compromiso de movilizar 200.000 millones de dólares anuales hasta 2030 para revertir la pérdida de biodiversidad. Esta activación marca una oportunidad única para impulsar la conservación de nuestros ecosistemas, pero también supone un reto de cómo esta financiación se traducirá en acciones concretas y en la creación de modelos de producción que integren la biodiversidad como un valor fundamental. A la misma altura que la rentabilidad. 

Un claro ejemplo de cómo industrias que perjudican al medioambiente también pueden ser parte de la solución es el caso de la agricultura. Hace muchos años, en Sevilla, comenzamos a implementar una serie de hábitos respetuosos con la biodiversidad de las tierras de cultivo, que dio lugar a la creación de un nuevo método de producción. A esto lo bautizamos como agricultura bioinclusiva, ya que hacía compatible la rentabilidad y productividad de la tierra con el cuidado y la generación de vida silvestre. 

Un claro ejemplo de cómo industrias que perjudican al medioambiente también pueden ser parte de la solución es el caso de la agricultura

Expongo mi caso personal porque es una prueba tangible que demuestra que proteger a nuestro planeta también puede beneficiar a nuestros negocios. En mi caso, el crear corredores verdes, plantar especies silvestres que son hábitat de polinizadores naturales y emplear tecnología avanzada para optimizar el uso de recursos, hizo posible que los niveles de producción continuarán intactos pero causó la revolución de la biodiversidad en esas tierras. Se volvieron a llenar de vida. Todos ganamos.

Ahora, nuestro planeta se encuentra ante un escenario crítico pero me gusta pensar que está lleno de oportunidades. El paso que ya se está dando y que se debe materializar como norma común es el de afianzar nuestra capacidad para integrar el respeto por el medioambiente en todos los sectores así como en todos los procesos operativos y productivos. Formando alianzas entre gobiernos, empresas y ciudadanos, seremos capaces de asumir nuestra responsabilidad compartida y, finalmente, convertir el discurso teórico en acciones concretas que cuiden y generen vida natural.