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Laura Fernández Lord, directora de Sostenibilidad, Equidad e Inclusión de la Fundación Microfinanzas BBVA

La igualdad de género está en juego

Hoy, en el mundo, necesitamos cerrar la brecha de 1.7 billones de dólares que tienen las MiPYMES propiedad de mujeres y que en América Latina no sea sólo 1 de cada 3 bancos los que tienen una oferta de valor para ellas. Lo que ya es un hecho es que estos datos ponen de manifiesto que atenderlas mejor no solo es un tema de progreso y desarrollo sino también una buena oportunidad de negocio. Simplemente, hay que verla. Hay una hoja de ruta para entidades financieras que apuestan por las mujeres.

Laura Fernández Lord, directora de Sostenibilidad, Equidad e Inclusión de la Fundación Microfinanzas BBVA.
Laura Fernández Lord, directora de Sostenibilidad, Equidad e Inclusión de la Fundación Microfinanzas BBVA.

Medir

Conocer la realidad socioeconómica de las mujeres y sus negocios nos permite diseñar productos y servicios adaptados a sus necesidades reales. La Fundación Microfinanzas BBVA (FMBBVA), una entidad sin ánimo de lucro que proporciona servicios financieros y no financieros a casi 3 millones de emprendedores en vulnerabilidad (59% mujeres), cuenta con datos desagregados por género que nos permiten guiar nuestra oferta de valor. 

El 83% de las mujeres que atendemos tienen ingresos inferiores a tres veces la línea de pobreza y un tercio está por debajo de esta línea. Así, el 60% son cabezas de hogar, lo que limita aún más el tiempo que destinan a sus negocios por la carga de cuidados y tareas domésticas. Esta ‘foto’ empeora cuando hacemos zoom en sus emprendimientos y observamos que parten desde el inicio con brechas financieras en términos de ventas y excedentes, y sus activos y desembolsos son un 30% inferiores a los de los hombres. 

Además, cuentan con brechas que podríamos denominar ‘de serie’, casi implícitas en las actividades económicas que desempeñan: el 60% son comerciantes minoristas y mayoristas (puestos de comida y bebida o venta de ropa) y solo un 12% se dedican a la agricultura (un sector en el que están las oportunidades de la transición verde y la lucha contra el cambio climático y el hambre). Y, para cerrar el plano y verlo más oscuro si cabe, podemos afirmar que todas estas brechas perduran en el tiempo.

Diseñar, innovar e iterar

Co-crear con las mujeres soluciones financieras que se ajusten a sus necesidades y tengan en cuenta las normas sociales de género así como los obstáculos en su inclusión financiera. La FMBBVA cuenta con servicios financieros y no financieros que, a finales de 2023, habían contratado más de 260.000 mujeres

Entre ellos, están los créditos grupales para mujeres especialmente vulnerables o para mujeres rurales sin titularidad de la tierra, los microseguros de entre 1 y 3 dólares mensuales para cubrir bajas de maternidad, cáncer de pecho o cuello uterino, asistencias médicas, psicológicas y legales para ellas y sus familias en zonas urbanas y rurales... Y, asimismo, programas de educación financiera con enfoque de género, alfabetización digital, chatbots de ahorro, e-commerce, liderazgo, ecosistemas digitales de formación, venta y redes. Muchas de estas innovaciones se han trasladado para todos los emprendedores de una forma inclusiva.

Construir Alianzas

Identificar aliados con los que trabajar en favor del empoderamiento económico de las microempresarias de la región, creando sinergias para incrementar nuestra escala e impacto, es para nosotros otra prioridad. Muchos de estos programas no serían posible sin haberlos desarrollado en alianza con otras organizaciones, como el Banco Interamericano de Desarrollo, CAF, Kodea, Google, Mastercard Center for Inclusive Growth o Vital Voices, ONU Mujeres, CGAP o ministerios de la Mujer, solo por mencionar algunas.

Mostrar evidencias

Es necesario armar un business case que muestre que atender mejor a las mujeres es sostenible/rentable y va más allá de un acto de responsabilidad social corporativa. Nuestros datos reflejan que año tras año, brindarles servicios financieros ajustados a sus necesidades es esencial para acelerar su progreso, reducir la pobreza y contribuir al desarrollo sostenible de sus familias y comunidades. De hecho, 7 de cada 10 de las personas atendidas que abandonaron la pobreza en 2023 eran mujeres. 

Muestra de nuestro compromiso con la inclusión financiera de las emprendedoras es que ellas representan el 70% de las personas en situación de pobreza que hemos atendido en 17 años. A finales de 2023, contábamos con una cartera de créditos vigente de 633 millones de euros a más de medio millón de emprendedoras.

Este business case también lo ven las 900 organizaciones que formamos parte de Finequity LAC, la red del Banco Mundial por la inclusión financiera de la mujer en América Latina, las 66 entidades de la Financial Alliance for Women que, como nosotros, apuestan por diseñar servicios financieros con lentes de género, o aquellas que suscriben el We Fi Code del Banco Mundial en más de 20 países.

Pero todo esto no es suficiente. Necesitamos que todos, gobiernos, empresas, fundaciones, organismos internacionales, inversores e instituciones financieras apuesten con firmeza y compromiso a la hora avanzar en la igualdad género. Está en juego lograr una oportunidad de 172 billones de dólares de invertir en las mujeres a nivel mundial (un 20% adicional del PIB global). Y, de paso, lograr que 100 millones de mujeres y niñas salgan de la pobreza y crear 300 millones de empleos de aquí a 2035 mediante inversiones en servicios de cuidados.

La oportunidad está ante nuestros ojos, y está en nuestras manos no desperdiciarla o dejarse llevar por aquellos cantos de ‘sirenas’ que nos hacen creer lo contrario. Amarrémonos al mástil, como Ulises, y pongamos todo de nuestra parte para ayudarlas a superar todas las tempestades.

La historia de Dana

Dana Araque proviene de una familia campesina de ocho hermanos cuyos padres les inculcaron el amor por el campo, y por trabajar la tierra, especialmente por el cultivo del cacao.

Antes de comprar la finca en la que vive y trabaja actualmente, en San Vicente de Chucurí (departamento de Santander), junto a su esposo y a su hijo menor, era empleada a tiempo parcial en otras fincas donde se encargaba de la administración del terreno, cuidaba los cultivos y, a modo de pago, recibía una parte de la cosecha. Para tener más oportunidades, se formó en prácticas de manufactura, control de plagas o cuidado del medioambiente. 

Bancamía, la entidad de la Fundación Microfinanzas BBVA en Colombia, le ha apoyado con tres créditos para invertir en insumos, en la fabricación de envases al por mayor para su marca Chocolate Artesanal Montebello y para adquirir maquinaria, y ha podido habilitar un espacio en su finca para transformar el cacao en sus distintas texturas. 

Los casi 100 kilos de cacao mensuales que procesa los vende a vecinos de su comunidad en Bucaramanga, en tiendas y supermercados y en un puesto que cede la Alcaldía a productores locales.

Su próximo reto es comprar más maquinaria especializada, como una refinadora que le permita hacer manteca de cacao, producto con mucha salida comercial. Además, quiere fabricar chocolatinas con su marca.  Mientras tanto, elabora productos de repostería con base de cacao, como tortas y galletas, que vende a los turistas.

Dana, es un referente en su comunidad. Es miembro de la Asociación Municipal para la promoción Integral de la Mujer Rural (APRIMUJER) formada por más de 120 mujeres que ayudan a los habitantes del área rural de San Vicente de Chucurí afectadas por el conflicto armado. 

Dana ha vivido muy de cerca las consecuencias del conflicto colombiano. Tuvo que abandonar Bucaramanga junto a su familia durante casi un año por una disputa territorial entre el Ejército y el ELN. Por eso, se emociona al ver que las zonas en las que antes se cultivaba coca se están recuperando para el cacao. “El cacao es ahora en Colombia el fruto de la paz”, afirma.