
Este panorama, sumado a una crisis climática sin precedentes, está llevando a muchos españoles a buscar alternativas más sostenibles que, a largo plazo, les reporten beneficios económicos. La adopción de soluciones más ecológicas no solo reduce la dependencia de los volátiles precios del mercado o del coste asociado, sino que también empodera al consumidor, transformándolo en un actor activo de la transición energética.
Esta transición debe ser concebida como un objetivo común de toda la sociedad, como parte de un nuevo modelo de vida sostenible. Por eso, es fundamental que se implique a todos los actores involucrados en las decisiones estratégicas de un sector en crecimiento: ciudadanos, empresas y administraciones públicas. Sin una regulación clara y el apoyo institucional será imposible que este cambio llegue a todos los estratos de la sociedad. La colaboración pública y privada se erige, así, como una herramienta indispensable para avanzar hacia un mundo más sostenible.
Los hogares, responsables de un tercio del consumo de energía y de las emisiones de CO2 en Europa, deben estar en el centro de esta transformación. En España, la rehabilitación de viviendas ha crecido un 150% respecto a 2019, según el CSCAE, lo que representa una oportunidad única para introducir alternativas de consumo renovables como fuente de abastecimiento en los edificios, con el fin de mitigar el impacto.
La colaboración pública y privada se erige, así, como una herramienta indispensable para avanzar hacia un mundo más sostenible
Sin duda, el potencial de la energía solar es especialmente relevante en nuestro país. Con una mayor adopción de la energía solar en las viviendas, se podrían aumentar hasta 5GW la energía generada por el sol al año, reduciendo así la dependencia nacional de combustibles fósiles. Un aspecto especialmente significativo en un país como España, que depende en un 70% de la importación de energía del exterior, según datos del Ministerio para la Transición Ecológica, y que en 2019, último año del que se tienen datos, gastó 48.800 millones de euros a este fin.
Para cumplir con los objetivos climáticos marcados por la UE y aprovechar los fondos europeos, convendría simplificar el acceso a financiación y subvenciones para empoderar a las familias a que formen parte activa del cambio, con el fin de universalizar el proceso de transición energética a todos los niveles.
Uno de esos cambios que no solo son provechosos para el medio ambiente, sino también para los bolsillos de los consumidores, es la introducción de las bombas de calor en los hogares. En comparación con la calefacción, estas máquinas térmicas utilizan un 70% menos de energía y emiten calor de forma inmediata, como si de un secador se tratase. Estas máquinas térmicas aprovechan el aire frío y cálido del exterior para calentar o enfriar la casa de una eficiente y tecnológicamente avanzada. Además, y teniendo siempre el foco puesto en la Agenda 2030, si para entonces se instalarán tres millones de bombas de calor, se podría reducir en 1,5 millones de toneladas anuales las emisiones de CO2.
Uno de esos cambios que no solo son provechosos para el medio ambiente, sino también para los bolsillos de los consumidores, es la introducción de las bombas de calor en los hogares
Teniendo en cuenta la posición privilegiada que ocupa España en el contexto europeo, con siete de las diez ciudades con más horas de sol en el continente, un ecosistema fuerte de startups e innovación y siendo uno de los principales beneficiarios de los fondos Next Generation, es crucial que el mundo empresarial, administraciones y ciudadanos vayan de la mano para fomentar el autoconsumo. Solo con la cooperación de todos los actores afectados en la transición será posible democratizar el acceso a la energía limpia y conseguir atajar un problema que ha pasado de relevante a urgente: el cambio climático.