Estas ideas preconcebidas pueden afectar negativamente a su reputación y a las decisiones de quienes se plantean colaborar con ellas, poniendo en peligro su sostenibilidad y el importante papel que desempeñan en nuestra sociedad. Por ello, es fundamental entender cómo operan realmente las ONG para poder valorar adecuadamente su contribución.
Muchas de esas falsas creencias sobre su funcionamiento están relacionadas con su tamaño, como que las entidades más grandes son ineficientes y gastan demasiado dinero en campañas de marketing, o que las más pequeñas se gestionan de una manera menos profesional y tienen más peligro de desaparecer. Nuestra experiencia analizando ONG para verificar cuáles de ellas cumplen los criterios de transparencia y buenas prácticas nos aporta una visión privilegiada del tercer sector y tenemos claro que esas afirmaciones son totalmente cuestionables.
Grandes, pero estructuralmente eficientes
Por ejemplo, a quienes piensan que las grandes organizaciones tienen estructuras desmesuradas y costosas, podemos rebatirles con datos propios. Si bien en términos absolutos una ONG grande siempre tendrá más gastos de estructura, según los análisis de Fundación Lealtad, aquellas acreditadas con el sello Dona con Confianza que manejan presupuestos anuales superiores a 25 millones de euros destinan a esta partida una media del 12,8% del total, mientras la media del total de ONG se sitúa en el 15,7%.
Por otro lado, el hecho de que su estructura sea más grande y burocrática no significa que su toma de decisiones sea más lenta o ineficiente, sino que muchas veces ocurre justo lo contrario: el tener procedimientos bien establecidos y redes logísticas consolidadas, como les ocurre a las ONG que trabajan en emergencias, les permite responder rápidamente a las necesidades en el momento en el que surgen. Además, muchas de ellas son auditadas regularmente y deben cumplir estrictos estándares de transparencia, lo que asegura un uso eficiente de los recursos.
En cuanto a las grandes campañas de marketing que estas organizaciones llevan a cabo, según nuestros datos se llevan un 7,2% de los presupuestos totales de aquellas que manejan más de 25 millones de euros, mientras que el resto se queda en una media del 6,6%. Pero estas campañas, visibles en medios masivos como televisión e internet, no sólo garantizan su sostenibilidad financiera, sino que también cumplen una función educativa, al sensibilizar a la sociedad sobre problemáticas globales, y contribuyen a aumentar la conciencia social y a movilizar a más personas hacia la acción solidaria. Esto es esencial para abordar problemas de gran envergadura que requieren de un apoyo continuado.
Pequeñas, pero profesionales y resilientes
Si hablamos de las ONG más pequeñas, una de las afirmaciones cuestionables es que no trabajan con el mismo nivel de profesionalidad que las grandes por el hecho de apoyarse más en la labor de voluntarios. Pero esto tampoco es así. Muchas veces esos voluntarios son expertos que colaboran altruistamente, aportando su experiencia y conocimientos, como los médicos en activo que colaboran con las pequeñas entidades de carácter sanitario y viajan a países sin red sanitaria para realizar intervenciones. Además, muchas organizaciones grandes también recurren a voluntarios para extender su alcance e impacto.
Y respecto al mito recurrente de que las ONG pequeñas son menos sostenibles y más vulnerables a las crisis financieras, si bien es cierto que dependen en mayor medida de donaciones individuales o de apoyos concretos, también tienen estructuras más ágiles que les permiten adaptarse rápidamente a posibles cambios en su entorno, y esta flexibilidad es una fortaleza que no debe subestimarse. Muchas pequeñas organizaciones han demostrado una resiliencia admirable frente a desafíos económicos, reinventándose y explorando nuevas formas de financiación para asegurar su continuidad. Independientemente de su tamaño, todas las ONG enfrentan retos similares en términos de sostenibilidad y gestión, que se superan a base de transparencia, innovación y capacidad de generar confianza entre sus donantes y beneficiarios.
Las organizaciones del tercer sector tienen un papel crucial en la construcción de una sociedad más justa y su diversidad en enfoques y escalas de acción es precisamente lo que enriquece su labor. Más allá del tamaño, todas las ONG necesitan del apoyo de la sociedad para cumplir con su misión. Y la sociedad las necesita a ellas para abordar problemas sociales y humanitarios que no pueden ser resueltos únicamente por los sectores público y privado. A la hora de elegir una organización con la que colaborar, la clave está en elegir una que comparta nuestros valores, que cumpla con los Principios de Transparencia y Buenas Prácticas y que nos haga sentir que, con nuestro apoyo, estamos generando un impacto positivo.