Todos hemos cargado alguna vez el móvil en el coche, ¿verdad? O, siendo un poco más creativos, la consola de videojuegos, el calienta biberones, una linterna… Cualquier vehículo almacena energía eléctrica y los eléctricos, por supuesto, mucha más. Sus grandes baterías de litio -cuestionadas a veces, pero sin duda altamente eficientes- guardan la energía necesaria para su funcionamiento. Una energía, que debe ser verde y de fuentes renovables, para cumplir con la misión medioambiental de estos vehículos, y que además puede aportar mucho a los conductores y a la sociedad y lograr un gran potencial para la transición hacia una red eléctrica más limpia y eficiente.
Gracias al sistema V2G (vehicle-to-grid), esa energía puede retornar a la red en momentos de alta demanda energética o cuando hay un exceso de energía renovable (recogida por la propia acción cinética del vehículo, por ejemplo) que no se puede almacenar. Esta comunicación entre coche y red, que se realiza a través de un sistema de recarga bidireccional, permite que la batería se cargue o descargue cuando la red lo necesite.
Pongamos, por ejemplo, que el vehículo está aparcado en el garaje de casa y enchufado a su toma de corriente. Pues bien, si en ese momento queremos usar varios electrodomésticos al tiempo y la red no tiene la suficiente capacidad para ello, la batería del coche puede, a través de este sistema, suministrar la electricidad necesaria para hacerlos funcionar. En este caso hablamos del sistema V2H o vehicle-to-home.
Mejor para el planeta, mejor para la factura
Aplicar este protocolo V2G o V2H en todos los coches eléctricos, y ser conscientes de que podemos usarlo ofrece innumerables ventajas, empezando por una mejor gestión de la energía renovable. Y es que, si nos basamos en energías eólica o solar para nuestra recarga, como sería lo deseable, dependemos de la propia naturaleza ‘no constante’ de estas. Los coches eléctricos pueden ayudar a almacenar el exceso de energía cuando los días sean soleados o ventosos, y devolverla a la red en momentos de poca generación.
Pero, además, en un futuro no muy lejano, puesto que la tecnología ya lo permite, los propietarios de coches eléctricos podrán no solo usar esa energía en su hogar o para usos propios, sino además venderla a sus vecinos o al distribuidor durante picos de demanda. Con ello se ayudaría a equilibrar la carga de la red y se reduciría la necesidad de infraestructuras de apoyo, lo que redunda tanto en la sostenibilidad de todo el sistema como en los costes globales de producción.
En un futuro no muy lejano, los propietarios de coches eléctricos podrán no solo usar esa energía en su hogar o para usos propios, sino además venderla a sus vecinos o al distribuidor durante picos de demanda
Por último, el sistema es verdaderamente útil en caso de emergencias como apagones o caídas de la red, para alimentar los servicios básicos, ya que proporciona al usuario autonomía energética y seguridad especialmente en zonas propensas a interrupciones del servicio.
El sistema, por supuesto, no es perfecto. Abusar de este modelo puede degradar la batería más de lo deseable (aunque los fabricantes ya están trabajando en nuevos desarrollos más sólidos y resistentes). Además, en la actualidad no existen protocolos administrativos para estos usos de ‘devolución de energía a la red’ o incluso de ‘venta entre particulares’, algo que sin duda habrá que regular.
En cualquier caso, el uso de coches eléctricos, no solo como medio preferido de transporte, sino también como batería móvil, es un hecho y una herramienta básica para un futuro descarbonizado y mucho más verde.