Dentro de unos días se celebra en Barcelona el Mobile World Congress, el mejor escaparate de un negocio que se calcula que ha crecido en mil millones de usuarios en los últimos seis años. Desde hace un año ya hay más líneas móviles (tarjetas SIM) que personas en el mundo.
Cuando vamos a comprar un móvil nos fijamos en las pulgadas que mide su pantalla, los gigabytes de capacidad de su memoria y los megapíxeles de su cámara de fotos y, por supuesto en los euros que cuesta. Pero ¿mostramos el mismo interés en los kilos de CO2 que libera a la atmóstera, en cuántos de sus componentes son reciclables o en si los trabajadores que han intervenido en toda la cadena de producción tenían un trabajo digno?
Ciertamente, el consumidor no lo tiene fácil. Esta información no se le proporciona con tanta transparencia y precisión como las características técnicas del producto. A continuación proponemos una serie de preguntas claves que hay que hacer para saber si un móvil o una tableta son sostenibles.
¿Qué recursos se han utilizado y cómo se han obtenido?
Según la 'Guía para una electrónica verde', que publicó Greenpeace en 2017, los mineros deben excavar más de 30 metros de profundidad de roca para obtener los 100 gramos de mineral que se usan en un teléfono inteligente. La minería industrial produce daños irreversibles en el terreno y vierte sustancias tóxicas en el suelo y en las aguas. La rehabilitación de las áreas mineras es poco común.
En cambio, la tasa de recuperación de materias primas a partir de dispositivos electrónicos usados es del 90 por ciento en la mayoría de los aparatos, según Ecotic. Estos residuos son en realidad recursos que se pueden utilizar en nuevos procesos productivos para evitar el agotamiento de recursos naturales. Por ello, esta organización subraya la importancia de fomentar la economía circular porque en el reciclaje está “la minería del siglo XXI”.
La minería industrial produce daños irreversibles en el terreno y vierte sustancias tóxicas en el suelo y en las aguas
¿Se han respetado los derechos humanos en toda la cadena de producción?
Todos los dispositivos móviles contienen un material llamado coltán que surge de la aleación de dos minerales: la columbita y el tantalita. El 80 por ciento del coltán se extrae en minas de República Democrática del Congo. En estas minas predomina el trabajo forzado en jornadas de 14 horas y en condiciones peligrosas para la salud y la seguridad. Unicef también ha denunciado que en estas minas trabajan más de 40.000 menores. El Gobierno congoleño garantiza que hay minas verdes donde se respetan los derechos humanos, pero estas son solo 140 de entre más de 5.000.
También conviene preguntarse si se respetan los derechos de los trabajadores durante el proceso de fabricación. No son pocos los escándalos que han saltado a la prensa en los últimos años a propósito de plantas de producción, normalmente en países asiáticos, que someten a los trabajadores a jornadas de más de 12 horas sin pausas y empleando a estudiantes que apenas perciben salario. Conviene informarse de si la marca del móvil que compramos fomenta el trabajo decente no solo en sus propias plantas de producción sino también en las de sus proveedores, es decir, en toda la cadena de suministro.
¿Qué tipo de energías se han utilizado en su fabricación?
Entre el 70 u el 80 por ciento de la huella de carbono de un dispositivo tecnológico se produce durante su fabricación. Un análisis de 17 compañías fabricantes de móviles realizado por Greenpeace dio como resultado que estas firmas generaron en un año 103 millones de toneladas métricas de CO2, el equivalente a las emisiones anuales de la República Checa.
Apple es la única compañía que se ha comprometido a alcanzar el 100 por cien de energía renovable en toda su cadena de suministro. En el otro extremo se sitúan Samsung (que en 2016 solo utilizó un uno por ciento de energías renovables) y los fabricantes chinos Huawei, Oppo y Xiaomi, que no facilitan información sobre la energía que utilizan.
¿Cuál es la eficiencia y la vida útil del dispositivo?
Las constantes actualizaciones de software que cada vez demandan más memoria y el agotamiento de las baterías obligan a reemplazar cada dos o tres años los dispositivos móviles. La vida útil de la mayoría de móviles y tablets es breve y no están diseñados para repararlos y reutilizarlos sino para desecharlos. Apple, Microsoft y Samsung persisten en esta filosofía de la obsolescencia programada mientras que HP, Dell y Fairphone están tratando de revertir esta tendencia.
¿El dispositivo y sus componentes son reutilizables o reciclables?
En 2016 se generaron en el mundo en torno a 44,7 millones de toneladas de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos, lo que supone unos seis kilogramos por habitante de media. Esta cifra equivale al peso de 4.500 torres Eiffel, y supone un volumen suficiente como para cubrir con residuos electrónicos toda la superficie del barrio de Manhattan en New York.
La inmensa mayoría de los componentes de los teléfonos móviles y tablets son reciclables y algunos materiales como el oro, la plata, el cobre, el platino o el paladio tienen un alto valor económico. El problema es el modelo de producción y consumo de estos dispositivos sigue siendo esencialmente lineal y esto es en parte porque los consumidores no hacemos el esfuerzo de acudir a un punto limpio a depositar los aparatos que ya no utilizamos. Preferimos acumularlos en cajones o armarios. Ecotic calcula que cada consumidor guarda de media cuatro dispositivos en su casa.
¿Entre sus componentes hay productos tóxicos?
En todos los móviles y tablets hay materiales que se convertirán en residuos potencialmente peligrosos si no son adecuadamente gestionados. Una batería de níquel-cadmio de un teléfono móvil puede contaminar 50.000 litros de agua o 10 metros cúbicos de suelo. Por este motivo es muy importante que estos dispositivos y sus componentes una vez sean desechados sean depositados en un punto limpio y trasladados a plantas de reciclaje debidamente autorizadas que los sometan a procesos de descontaminación.