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Mosaico de Sonidos: Sinfonías para la inclusión

Más de dos centenares de personas con discapacidad intelectual se convierten en músicos de las principales filarmónicas de España hasta el próximo 25 de marzo gracias al proyecto Mosaico de Sonidos. Se trata de una iniciativa impulsada por la Asociación Española de Orquestas Sinfónicas (AEOS), la Fundación BBVA y Plena inclusión.

Emilio Aragón, con Alejandro y José Antonio, dos alumnos de Mosaico de Sonidos.
Emilio Aragón, con Alejandro y José Antonio, dos alumnos de Mosaico de Sonidos.

La emoción se respira en el aire de la cafetería del Auditorio Nacional, en Madrid. Allí, un grupo de jóvenes con discapacidad intelectual, sus familiares y las personas de las asociaciones que les apoyan esperan ilusionados que comience el ensayo general del concierto que darán esa tarde en dicho espacio emblemático madrileño de la música. Se trata de una ocasión única para todos ellos, que pone el broche final a un trabajo de formación de casi un año de duración en el marco del proyecto Mosaico de Sonidos. “Estoy un poquito desquiciado con el concierto, pero no mucho”, asegura Alejandro, un chaval de 19 años ciego y afiliado a la ONCE con un especial talento para el piano. “Lo toco desde que tenía nueve años, pero al conservatorio todavía no me dejan ir”, lamenta. Según explica Allende, su monitora en Grupo Amás, en donde se forma en artes escénicas, “solicitó hace un año la plaza, pero no le admitieron por las dificultades que le plantea su discapacidad. Vamos a retomar el proceso de ingreso desde nuestra asociación, no tiene sentido que no le hayan dejado entrar”, añade. Él es uno de los jóvenes con discapacidad intelectual que se han formado a lo largo del último año con músicos de la Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid (Orcam) en los talleres del proyecto Mosaico de Sonidos, impulsado por la Asociación Española de Orquestas Sinfónicas (AEOS) y la asociación Plena inclusión con el apoyo financiero de la Fundación BBVA. En él participan 14 orquestas sinfónicas de todo el país, 140 profesionales de la música voluntarios y más de dos centenares de personas con discapacidad intelectual.

14 orquestas sinfónicas, 140 músicos voluntarios y más de 200 personas con discapacidad intelectual participan en el proyecto

Como un músico más

Al igual que Alejandro, Pablo tiene un oído musical privilegiado, “cualquier melodía que escucha la puede reproducir en el piano, que sabe tocar porque aprendió con un teclado pequeñito que tenía en casa, pero podría haber aprendido cualquier instrumento, tiene mucha facilidad”, señala Eduardo, trompetista solista de la Orcam y coordinador junto a Elena Jerez del proyecto Mosaico de Sonidos en esta orquesta. Él ha sido el profesor de este alumno tan especial, que ha tenido la oportunidad de tocar numerosos instrumentos en los talleres del proyecto. “A Pablo le cuesta comunicarse con la voz, pero con la música lo hace perfectamente”, indica Eduardo. “Es la primera vez que se hace esta integración real en una orquesta en España”, añade el trompetista, y al oírlo, Pablo exclama ilusionado: “¡Esta tarde, traje de gala!”. Y es que el joven y sus compañeros en Mosaico de Sonidos, vistieron como si fueran un músico más de la Orcam en el concierto celebrado en el Auditorio Nacional el pasado 18 de enero. De ese modo se ha plasmado la idea de Mikel Cañada, coordinador de la Orquesta Sinfónica de Euskadi y diseñador de la iniciativa, de que en escena estén “las personas que han participado en la obra, tocando con las orquestas e integrados en ellas”. El concierto de Madrid también ha tenido un narrador con muchas tablas, Óscar. Este madrileño con síndrome de Down leyó el cuento de Saramago, ‘La flor más grande del mundo’, durante las pausas en la interpretación del tema musical homónimo de Emilio Aragón que tocan todas las orquestas participantes en Mosaico de Sonidos. A Óscar no le falta experiencia , ya que ha participado en varias obras de teatro e interviene con frecuencia en recitales de poesía. Tras esa parte del concierto, consagrado a la integración, cada una de las orquestas interpreta el repertorio clásico previsto para la ocasión.

Descubriendo la música

A José Antonio, otro de los alumnos de este proyecto de integración a través de la música, le ha sorprendido “el xilófono porque suena más bonito de lo que yo esperaba. Ya tengo uno para poder ensayar en casa, me lo han traído Papá Noel y los Reyes Magos”. Este joven con síndrome de Down y su compañero Pedro “han trabajado con xilofón y vibráfono, instrumentos que tocaban por primera vez. “Se les ha dado muy bien, porque desde el primer momento han estado muy receptivos a la información”, comenta Alfredo Anaya, su profesor, quien recuerda con cariño el día que les dejaron la batuta para que dirigieran a algunos de los músicos de la Orcam. “Fue una especie de juego. Cuando ellos iban muy deprisa, nosotros tocábamos muy rápido, y lento o nos deteníamos, si ellos hacían lo propio con la batuta. Fue un momento muy bonito”, rememora. A ‘Viriato’, como todos conocen a Miguel José Martínez, que es trombón en la orquesta madrileña, una de las cosas que más le ha llamado la atención de las reacciones de sus alumnos es que “con los instrumentos de viento, como tienes que soplar y el sonido sale de ti, les sorprendía como si fuera una cosa que habían creado ellos mismos”. Globalmente, considera que el proyecto “no ha sido tan difícil, como pensábamos porque los chavales han aprendido de nosotros y nosotros de ellos, todo ha resultado muy natural”.

"Los chavales han aprendido de nosotros, y nosotros de ellos"

Uno de los alumnos de trombón de ‘Viriato’ es Iván. “Es la primera vez que lo toco, pero he aprendido enseguida. Yo no sé las notas, no entiendo los puntitos esos, me ponen números. Quiero seguir aprendiendo. ¡Ojalá hubiera otro proyecto así!”, dice este alumno de 27 años que recibe formación para la inserción laboral en la Fundación Trébol, explica Beatriz, su madre.
A Bruno, de 32 años, le han enseñado a tocar la viola  Blanca e Irune, sus profesoras en Mosaico de Sonidos. “La elegí porque me gustaba como sonaba”, indica.  Andrés también se ha decantado por un instrumento de cuerda: el violín. “Antes tocaba la trompeta, pero tenía mucha dificultad por la respiración”. Irune, su profesora destaca que “lo han hecho fantásticamente bien, porque es muy difícil pasar el arco por un violín o una viola y que suene bonito, y ellos lo han conseguido”.

Experiencia enriquecedora
“Mosaico de Sonidos es una idea que surge de una primera experiencia que tuvo la Orquesta Sinfónica de Euskadi y Sevas, nuestra federación en el País Vasco, hace unos cinco años”, explica  Rosa Pérez Gil, responsable de Formación, Conocimiento y Responsabilidad Social de la asociación para personas con discapacidad intelectual Plena Inclusión.
A comienzos de 2013, el coordinador de la Orquesta Sinfónica de Euskadi, Mikel Cañada, la AEOS y Plena Inclusión se reunieron para perfilar la idea, que a finales de  2014 se concretó, con el apoyo económico de la Fundación BBVA.
Plena Inclusión organizó la formación para que los miembros de las 14 orquestas que han tomado parte en Mosaico de Sonidos  pudieran impartir los talleres musicales a personas con discapacidad intelectual, e hizo un llamamiento para que estas últimas se apuntaran a ellos.
Rafael Pardo, director de la Fundación BBVA comenta sobre Mosaico de Sonidos que este proyecto permite poner los valores que trasmite la música “al servicio de un bien común tan relevante como es la integración social de personas con discapacidad intelectual”.
Por su parte, Ana Mateo, presidenta de AEOS, indica que su entidad se siente con “el deber de trabajar en la inclusión a través de la creatividad y la interpretación. Por eso nos ilusiona mucho Mosaico de Sonidos”.