
Este sábado 21 de septiembre se celebra el Día Mundial de la enfermedad de Alzheimer que, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), afecta en España a más de 800.000 personas. La enfermedad de Alzheimer es la causa más común de demencia –es la responsable de entre el 50 y el 70% de los casos totales de demencia– y, junto a otros tipos como la demencia vascular, la frontotemporal, o la de cuerpos de Lewy, afecta ya a al menos una de cada 10 personas mayores de 65 años y a un 33% de las mayores de 85 años.
“Las demencias en general, y la enfermedad de Alzheimer en particular, tienen consecuencias devastadoras. No sólo en cuanto a mortalidad, sino también en morbilidad y pérdida de calidad de vida, tanto para las personas que la padecen como para sus cuidadores. En todo el mundo, la enfermedad de Alzheimer supone el 12% del total de años vividos con discapacidad debido a una enfermedad. Además, cerca del 60% de los cuidadores presentan también morbilidades, principalmente psiquiátricas, como ansiedad o depresión, como consecuencia directa de la sobrecarga por el cuidado”, explicó la doctora Raquel Sánchez del Valle, coordinadora del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la Sociedad Española de Neurología (SEN).
Cada año se diagnostican en España unos 40.000 nuevos casos de alzhéimer. En más de un 65% de los casos, en mujeres, y en un 90%, en personas mayores de 65 años. En todo caso, la SEN estima que el tiempo que transcurre entre la aparición de los primeros síntomas la enfermedad y el diagnóstico puede superar los dos años.
Por esta razón, y teniendo en cuenta que alrededor del 50% de los casos de alzhéimer no se diagnostica hasta que el paciente ha desarrollado una fase moderada de la enfermedad y que entre el 30 y el 50% de las personas que padecen algún tipo de demencia no llegan a ser diagnosticadas formalmente, existe aún un alto infradiagnóstico de esta enfermedad, sobre todo, en los casos que aún son leves. En España, la SEN estima que más del 50% de los casos que aún son leves están sin diagnosticar.
“Es crucial mejorar los tiempos de diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer. Cuanto antes se realice el diagnóstico, más pronto se podrán utilizar los tratamientos de los que disponemos actualmente. Pero también porque el diagnóstico en fases iniciales permite al enfermo participar en la toma de decisiones de manera activa, y planificar su cuidado y llevar a cabo medidas de protección social precoces”, afirmó Sánchez del Valle.
En la misma línea, apuntó que “en los últimos años, se han dado grandes avances en las técnicas diagnósticas de imagen y de diagnóstico bioquímico. Hasta hace poco, estas pruebas bioquímicas requerían de una punción lumbar para la obtención de líquido cefalorraquídeo. Pero en los últimos años, gracias a mejoras tecnológicas, empezamos a disponer de marcadores de la enfermedad de Alzheimer en sangre. Estas pruebas diagnósticas en sangre pueden permitir mejorar los tiempos de diagnóstico de esta enfermedad, de forma inicial y de manera certera, mientras que hasta hace muy poco sólo se podía hacer de forma clínica, es decir, en base a los síntomas y cuando estos ya estaban avanzados”.
Medidas protectoras
Por otra parte, la SEN ha recordado que a pesar de que un reciente estudio señalaba que la enfermedad de Alzheimer es, después del cáncer, la enfermedad que más preocupa padecer a los españoles, sólo el 25% de la población está concienciada sobre el impacto que los estilos de vida pueden tener en el riesgo de desarrollarla y el 45% de la población española considera esta enfermedad como una consecuencia inevitable del hecho de envejecer.
“Casi uno de cada dos casos de Alzheimer es atribuible a factores modificables relacionados con el estilo de vida y los factores de riesgo vascular. A pesar de que la edad es el principal factor de riesgo para desarrollar alzhéimer, esta enfermedad y sus síntomas no forman parte del envejecimiento normal del cerebro. Si cuidamos a lo largo de la vida nuestra salud cerebral, podríamos reducir enormemente el riesgo de padecer alzhéimer en un futuro”, destacó la doctora Raquel Sánchez del Valle.
Abandonar el consumo excesivo de alcohol y tabaco, realizar ejercicio físico, mantenerse cognitiva y socialmente activo, corregir la pérdida de audición o visión, tener un peso saludable, controlar la diabetes, la hipercolesterolemia y la hipertensión arterial y evitar los traumatismos cerebrales y la exposición a la contaminación ambiental podrían ser medidas protectoras frente a la demencia.