La epilepsia afecta a más de 50 millones de personas en todo el mundo y cada año se diagnostican más de 2,4 millones de nuevos casos. Según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), en España unas 400.000 personas padecen esta patología, que es la primera enfermedad neurológica más frecuente en niños y tercera más frecuente en adultos mayores.
Este 12 de febrero se conmemora el Día Internacional de la Epilepsia, que tiene lugar el segundo lunes de febrero de cada año con el objetivo de crear conciencia sobre esta enfermedad neurológica y de tratar de reducir su estigma, ya que se estima que al menos un 25% de la población adulta que padece epilepsia sufre discriminación.
“La epilepsia es una enfermedad neurológica crónica caracterizada por producir, de forma recurrente, convulsiones, comportamientos y sensaciones inusuales o episodios de alteración de la conciencia”, explica Juan José Poza, Coordinador del Grupo de Estudio de Epilepsia de la Sociedad Española de Neurología (SEN).
Aunque la epilepsia puede afectar a personas de todas las edades, es más común que debute en personas mayores de 65 años y en niños. Alrededor de un 10% de los niños padece epilepsia y, en adultos, la curva de la incidencia de esta enfermedad aumenta considerablemente a partir de los 60 años hasta afectar, al menos, a un 30% de los mayores de 80 años. Además, en estos dos grupos poblacionales es donde se produce un mayor infradiagnóstico, lo que provoca que el retraso en el diagnóstico pueda alcanzar los 10 años.
“Estimamos que hasta un 25% de las crisis pueden pasar inadvertidas o no ser bien identificadas por pacientes, familiares o incluso por el personal sanitario debido a que las crisis que provoca la epilepsia son transitorias y pueden tener una duración muy breve. Pero también porque, aunque se tiende a asociar la sintomatología de esta enfermedad con la pérdida de conocimiento unida a convulsiones o rigidez, esto sólo se produce en el 30% de los pacientes”, señala el doctor.
Síncopes y eventos de origen psicógeno son confundidos, en muchas ocasiones, con crisis epilépticas. Y en menor medida otros como ictus, trastornos del sueño, migraña y trastornos del movimiento. Pero también puede suceder todo lo contrario, es decir, que las crisis epilépticas sean ignoradas o confundidas con otras patologías.
“Además, existen síntomas de otras enfermedades que pueden tener una apariencia similar a las crisis epilépticas y que pueden llevar a diagnósticos erróneos. Por esa razón, y porque el número de diagnósticos falsos positivos es sorprendentemente alto, ya que llega al 18%”, recoge Poza.
Con los tratamientos de los que se dispone actualmente, hasta un 70% de las personas que tienen epilepsia puede conseguir controlar adecuadamente la enfermedad. Por ello, acceder al tratamiento correcto es fundamental para tratar de evitar no sólo la discapacidad que puede provocar esta enfermedad, sino también muchas de las comorbilidades que suelen ir asociadas a la epilepsia.
En un 50% de los casos que se dan en pacientes adultos, la epilepsia va asociada a trastornos psiquiátricos, neurológicos o intelectuales, como son la depresión (que afecta al 23% de los pacientes) y la ansiedad, siendo éstas las afecciones psiquiátricas más frecuentes. Por otra parte, entre un 30% y un 40% de los niños con epilepsia ve afectada su capacidad intelectual, donde son comunes los dolores de cabeza y otras afecciones físicas o del ánimo.