El Informe sobre el Estado del Aire en el Mundo (SoGA) concluye que la contaminación atmosférica fue causante de 8,1 millones de muertes en todo el mundo en el año 2021. Además, otros muchos millones de personas padecen enfermedades crónicas debilitantes, con la consecuente presión que esto ejerce en los sistemas sanitarios, las economías y las sociedades.
El informe, publicado por el Instituto de Efectos sobre la Salud y elaborado en colaboración con UNICEF, constata también que los niños y las niñas menores de cinco años son especialmente vulnerables, con efectos sobre la salud como el nacimiento prematuro, el bajo peso al nacer, el asma y las enfermedades pulmonares.
En 2001, la exposición a la contaminación atmosférica se relacionó con más de 700.000 muertes de menores de cinco años, convirtiéndose así en el segundo factor de riesgo de muerte en el mundo para este grupo de edad, solo después de la malnutrición. Y lo que es más alarmante: 500.000 de esas muertes infantiles estaban relacionadas con la contaminación del aire en los hogares debido a la cocción en interiores con combustibles contaminantes, sobre todo el África y Asia.
Riesgo para la salud pública mundial
Según el Informe SoGA, que ofrece un análisis detallado de los datos publicados en el estudio Global Burden of Disease e incluye información de más de 200 países y territorios en el mundo, casi todos los habitantes del planeta respiran diariamente niveles insalubres de contaminación atmosférica, con repercusiones de gran alcance para la salud. Más del 90% de las muertes por contaminación atmosférica en todo el mundo, lo que equivale a 7,8 millones de personas, se atribuyen a la contaminación atmosférica por PM2,5, tanto ambiental como doméstica.
“Esperamos que nuestro informe sobre el estado del aire en el mundo proporcione tanto información como inspiración para el cambio”, aseguró Elena Craft, presidenta del IES.
La contaminación atmosférica por PM2,5 procede la quema de combustibles fósiles y biomasa en sectores como el transporte, las centrales eléctricas de carbón, las actividades industriales y los incendios forestales, además de los hogares. Se trata de emisiones que afectan a la salud de las personas y contribuyen a los gases de efecto invernadero que están calentando el planeta.
En 2021, la exposición prolongada al ozono estuvo relacionada con unas 489.518 muertes en todo el mundo
A medida que el mundo sigue calentándose por los efectos del cambio climático, las zonas con altos niveles de NO2 pueden esperar ver niveles más altos de ozono, lo que traerá efectos aún mayores sobre la salud. Los gases de escape del tráfico son una fuente importante de NO2, lo que significa que las zonas urbanas densamente pobladas, sobre todo en los países de renta alta, suelen registrar los niveles más altos de exposición al NO2 y sus efectos sobre la salud.
Pallavi Pant, directora de Salud Mundial del IES y supervisora del informe, valoró así el impacto de los resultados: “Esto señala claramente una oportunidad para que las ciudades y los países consideren la calidad del aire y la contaminación atmosférica como factores de alto riesgo a la hora de desarrollar políticas sanitarias y otros programas de prevención y control de enfermedades no transmisibles”.
Desigualdades en impacto y riesgo
En cuanto al riesgo en la salud infantil, la contaminación atmosférica y los daños de ésta pueden empezar en el útero, con efectos sobre la salud que pueden durar toda la vida. La exposición de los niños y niñas a la contaminación atmosférica está relacionada con la neumonía, responsable de una de cada cinco muertes infantiles en el mundo, y con el asma, la enfermedad respiratoria crónica más frecuente en los niños mayores. Además, las desigualdades en este ámbito son sorprendentes: la tasa de mortalidad relacionada con la contaminación atmosférica en menores de cinco años en África oriental, occidental, central y meridional es 100 veces superior a la de sus homólogos en países de renta alta.
Kitty van der Heijden, directora ejecutiva adjunta de UNICEF, arrojó un preocupante dato: “Cada día mueren casi 2.000 niños y niñas menores de cinco años debido a los efectos sobre la salud relacionados con la contaminación atmosférica”.
Razones para el optimismo
De los datos positivos recogidos en el informe SoGA, se puede destacar que, desde el año 2000, la tasa de mortalidad de menores de cinco años ha descendido un 53% debido, en gran medida, a los esfuerzos por ampliar el acceso a energía limpia para cocinar, al igual que a la mejora en el acceso a la atención sanitaria, la nutrición y una mayor concienciación sobre los daños derivados de la contaminación atmosférica doméstica.
Las medidas relacionadas con la calidad del aire en regiones como África, América Latina y Asia, están teniendo efectos tangibles sobre la contaminación y mejorando la salud pública. Aunque todavía hay mucho por hacer para impedir que la contaminación atmosférica siga suponiendo una de las primeras amenazas para millones de vidas.