Son datos que ofrece el informe ‘Desheredados. Desigualdad infantil, igualdad de oportunidades y políticas públicas en España’, hecho público por la ONG de atención a la infancia Save the Children, que evidencia que en las sociedades más desiguales –como es el caso de la española– el éxito de los niños está condicionado por la herencia económica y social de los padres.
En el transcurso de la investigación realizada para elaborar este informe, la ONG ha contado con la participación de más de 130 niños y niñas de sus programas. “Ellos nos han prestado su mirada y hemos visto a través de ella. Con este informe queremos sacar la lupa y enfocar la desigualdad que afecta a España: ver cómo ha evolucionado, cómo se ha intensificado con la crisis y, sobre todo, ver cómo afecta esta desigualdad a los niños y las niñas”, dice un comunicado de la organización.
"En España, un niño que nace en un hogar pobre está condenado de por vida a serlo"
"En España, un niño que nace en un hogar pobre está condenado de por vida a serlo. El Estado no permite que los niños tengan las mismas oportunidades, al contrario, les pone zancadillas a los que peor están. Ni las políticas públicas de protección social ni el sistema fiscal están diseñados para reducir la desigualdad y acabar con la pobreza”, afirma Andrés Conde, director general de Save the Children.
Precisamente una de las funciones del sistema tributario es redistribuir la riqueza, pero en España los impuestos tienen limitaciones para reducir la desigualdad porque proporcionalmente gravan más a las personas más pobres en relación con las más ricas, afirma el informe. La población más pobre dedica un 28,2 por ciento de sus ingresos a pagar impuestos, solo el 10 por ciento más rico paga más, el resto de la población paga proporcionalmente menos.
Tampoco el sistema educativo parece capaz de reducir las desigualdades. Aunque la escolarización es universal, la financiación y calidad de los servicios educativos favorecen más a unos alumnos que a otros. La consecuencia es que casi la mitad de los niños de familias más pobres –el43 por ciento– acaba abandonando prematuramente sus estudios.
“Mi padre está en el paro porque la fábrica cerró. Mi madre está en casa buscando trabajo. Mis padres quieren que seamos felices, si dicen no es porque no tienen dinero”, dice Ana, una niña de 12 años de Vitoria entrevistada por la ONG.
Desigualdad y empleo
La desigualdad está directamente ligada con el empleo. El trabajo de los padres juega un papel fundamental en el desarrollo de los niños, es la principal fuente de ingresos, especialmente en el caso de las rentas más bajas, que son más vulnerables al desempleo y la precarización. La destrucción de empleo durante la crisis ha afectado de forma desproporcionada a las familias más pobres y con hijos. España es el país donde más ha aumentado durante la crisis el número de niños que viven en hogares donde nadie trabaja, hasta llegar a los 800.000 menores. Pero tener un trabajo tampoco es una garantía para salir de la pobreza: la tasa de hogares pobres con hijos en los que algún miembro trabaja en España es de las más altas de Europa.
Si la economía no genera empleo suficiente para todos o este no es de calidad, los hogares solo pueden salir de la pobreza a través de la protección social, pero en el caso de España la inversión es muy escasa y no se distribuye de forma equitativa, denuncia el informe de Save the Children. Apenas el 33,6 por ciento de los niños pobres tienen acceso a la única prestación dirigida a mejorar su situación.
Las familias más pobres destinan la mayoría de sus recursos a los gastos de la vivienda, pero la renta de los hogares más desfavorecidos ha caído a un ritmo mucho mayor que los alquileres o las hipotecas y gastos como la luz o el gas han subido considerablemente. En nuestro país la mitad de los niños más pobres viven en hogares que destinan más del 40 por ciento de sus recursos a los gastos del hogar. Lo que les queda mensualmente a las familias más pobres por hijo, descontando los gastos de la casa, ha pasado de 233 euros en 2008 a 130 en 2015.
Uno de los gastos de la casa que las familias con menos recursos se ven obligadas a recortar son los energéticos, que además durante la crisis han aumentado un 70 por ciento y que impiden a casi uno de cada tres hogares con hijos mantener la casa a una temperatura adecuada.
“Se pasa mal, no sé qué hacer”
Vicente tiene 43 años y tres hijos, es viudo y no tiene trabajo desde hace 10 años. Recibe en total 300 euros de ayuda al mes, con los que no puede cubrir todos los gastos de su familia. Tiene una hipoteca y un acuerdo con el banco para paralizar el pago durante cuatro años, le queda un año y teme perderla porque no podrá pagar las mensualidades: “Cuando no tengo nada, en el quiosco me fían los materiales escolares y los voy pagando poco a poco. En el colegio también me ayudan, me pagan las excursiones de los niños y el comedor. Se pasa mal, no sé qué hacer, a veces voy a vender pañuelos, pero la policía me dice que no puedo. No lo entiendo, porque yo no pido dinero, solo pido la voluntad. No sé cómo lo hago… a veces hago pequeños trabajos y gano unos 30 euros y con ellos compro lo básico para que coman los niños: yogures, pan y fiambre. Cuando llegan las vacaciones me cuesta mucho más, pero a veces el ayuntamiento me ayuda con la comida”, explica.