Pasar al contenido principal
Según un estudio reciente de Cruz Roja y la Universidad Pontificia Comillas

El 60% de las personas atendidas por Cruz Roja no puede mantener el confort de su vivienda en verano

El estudio ‘El impacto de la pobreza energética en la vulnerabilidad social de la población atendida por Cruz Roja en el contexto de la crisis inflacionaria’ revela datos alarmantes sobre la situación que viven las personas atendidas por la organización humanitaria. Más del 60% se encuentra en situación de pobreza relativa y un 68% tiene carencia material y social severa. Además, la incapacidad de más del 60% de los encuestados de mantener el confort en sus viviendas, tanto en invierno como en verano, es un problema acuciante que se puede relacionar con múltiples causas y condiciones.

El estudio advierte que el 68% de las personas atendidas por la organización humanitaria tiene una carencia material y social severa.
El estudio advierte que el 68% de las personas atendidas por la organización humanitaria tiene una carencia material y social severa.

El informe señala que durante el invierno de 2022-2023, sólo el 9% de las personas encuestadas utilizó la calefacción sin restricciones debido al miedo a las altas facturas, una tendencia que también afecta al uso de sistemas de refrigeración en verano.

La falta de confort térmico no sólo impacta la salud física y mental (el 23% reporta problemas de salud relacionados), sino que también aumenta el riesgo de intoxicaciones, incendios y cortes de electricidad, afectando a la vida social, educativa y laboral de las personas. 

Estrategias de adaptación 

Para sobrellevar la falta de confort, muchos hogares emplean estrategias de adaptación como abrigarse más en invierno y utilizar ventiladores eléctricos en verano. La pobreza energética también está ligada a una menor socialización y a la reducción de actividades educativas y de ocio para los hijos. 

Por ello, Cruz Roja propone diversas medidas para abordar esta crisis: ampliar los bonos sociales para mejorar el acceso a subsidios y ayudas al consumo energético; mejorar la calidad de las viviendas promoviendo la eficiencia energética y el autoconsumo; humanizar la atención social; aumentar la implicación de los poderes públicos; y fomentar la coordinación entre actores, logrando una mejor colaboración entre el Tercer Sector, los Servicios Sociales y otros agentes como compañías energéticas.

Sesgo de género y origen 

El informe también revela que la pobreza energética tiene un sesgo de género y origen, afectando especialmente a las familias monoparentales y a los migrantes. Las mujeres y los hogares encabezados por ellas son más propensos a declarar temperaturas inadecuadas en sus viviendas.