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Santi Mier, CEO de Ocean52 – No plastic water

“Somos la única empresa del mundo gestionada por el océano”

El amor por el océano dirige el rumbo de Ocean52 – No plastic water. Guiados por el ‘cuanto más conoces, más amas; y, cuanto más amas, más proteges’ del célebre oceanógrafo francés Jacques Cousteau, esta compañía de impacto, tal y como explica a Soziable su CEO, Santi Mier, destina el 52% de sus beneficios a proteger, precisamente, a su principal ‘accionista’: el océano.

Santi Mier, CEO de Ocean52 – No plastic water.
Santi Mier, CEO de Ocean52 – No plastic water.

Limpieza de playas y del litoral, promoción de la formación en materia oceanográfica e impulso al progreso de la ciencia. Éstas son las tres líneas de actuación a través de las cuales Ocean52 – No plastic water genera un impacto positivo sobre los océanos gracias a su firme propósito de reducir el uso de plásticos.

Y, tal y como explica Santi Mier, CEO de la compañía centrada en la comercialización de bebidas, el principal impacto ha sido cambiar más de cinco millones de envases que empleaban el plástico, que tiene un reciclaje limitado y que causa perjuicios a la naturaleza, por el aluminio, que, por el contrario, es eternamente reciclable.

Durante esta entrevista concedida a Soziable, al mismo tiempo, Mier detalla cómo seleccionan los proyectos a los que destinan el 52% de sus beneficios; ahonda en las innovaciones que han desarrollado para incrementar la sostenibilidad de los productos que comercializa la compañía; y explica las estrategias que han impulsado para disminuir al máximo el uso de plásticos.

- ¿Qué es Ocean52, cómo surge y qué les motiva a poner en marcha una iniciativa como ésta?

Ocean52 es el resultado de unir dos inquietudes. La primera es ofrecer alimentos o bebidas ricas y saludables a la gente; y la segunda, intentar unir la primera a nuestra pasión por el océano. Es una iniciativa que intentaba combinar el intentar obtener cosas buenas del océano y ofrecérselas a las personas a través de una plataforma de bebidas.

Nuestra inquietud se transformó en una empresa de impacto porque, cuando ahondas un poco más en el océano, te das cuenta de que es un grandísimo desconocido. Y cuando no conoces las cosas, las explotas de manera abusiva y en ningún caso las respetas. Eso fue lo que nos sucedió: hemos sufrido una evolución porque, de esta iniciativa que buscaba innovar con bebidas, al final nos hemos convertido en una empresa de impacto en cuanto hemos conocido el estado de los océanos.

El océano tiene multitud de factores que le presionan en cuanto a su subsistencia y su salud: hay un problema de acidificación, que destruye ecosistemas como las barreras de coral, el calentamiento que afecta a la generación de oxígeno o de admisión de CO2, un problema de sobrepesca… Pero el único problema sobre el que podíamos actuar desde los productos de gran consumo es el exceso de plástico.

En cuanto entendimos esta problemática, dijimos que no bastaba con innovar con productos y que lo teníamos que hacer de una manera no sólo respetuosa, sino también cambiando la manera de hacer negocios. Ese día decidimos que seríamos la primera empresa del mundo en destinar el 52% de los beneficios al océano. Y la razón era muy simple: si pensábamos que el océano era nuestro principal accionista, seguro que las decisiones que tomásemos iban a ser radicalmente diferentes. Y eso es lo que somos: la única empresa gestionada por el océano.

“Hemos sufrido una evolución porque, de esta iniciativa que buscaba innovar con bebidas, al final nos hemos convertido en una empresa de impacto en cuanto hemos conocido el estado de los océanos”

- Tal y como ha explicado, Ocean52 destina el 52% de sus beneficios a la protección de los océanos. ¿Qué impacto ha tenido esta iniciativa?

Cuando tienes una empresa de impacto, todas tus decisiones están supeditadas a generar ese impacto. El primer impacto que hemos conseguido es cambiar productos, en este caso, agua mineral natural embotellada en el típico plástico o, peor aún, en tetrabrick, por envases que vienen en un material eternamente reciclable como el aluminio; cambiar más de cinco millones de envases de un producto que no se recicla o se recicla mal y que cuando llega a la naturaleza tiene un impacto nocivo por un producto que es fácil de reciclar y que es eternamente reciclable.

Pero ¿cuál es el impacto real de destinar recursos a la protección del océano? Nosotros actuamos en tres vertientes. La primera es puramente de impacto, de limpieza de playas y de extracción de basura del litoral. Y aquí, más que la cantidad de kilos, lo importante es la cantidad de voluntarios que hemos movilizado, que ya son miles a lo largo de estos últimos años. Además, tenemos un proyecto que se llama ‘Botella por botella’, que consiste en que, por cada botella que vendemos, sacamos del océano el equivalente en peso de plástico. 

La segunda área de impacto es la educación. Tenemos un proyecto que ya llevamos cuatro años desarrollando, un taller junto a biólogas marinas para que lleguen a las escuelas y, en ellas, damos gratuitamente una hora de formación sobre el océano. Somos grandes creyentes de una frase de Jacques Cousteau que decía que “cuanto más conoces, más amas; y cuanto más amas, más proteges”. A nivel cuantitativo, hemos dado formación ya a más de 8.000 alumnos entre Francia y España.

Y la tercera línea de destino de estos recursos es la ayuda al progreso de la ciencia, siempre y cuando esa ciencia esté destinada al conocimiento y a la protección del océano. En ese sentido, trabajamos con varias fundaciones, como, por ejemplo, la Fundación Vellmarí, que está en las Islas Baleares y que tiene un proyecto de conocimiento y repoblación de la posidonia, sabiendo que ésta es una planta marina con unas características especiales en cuanto a absorción de CO2 y generación de oxígeno, pero también como barrera física o de contención de los efectos causados por el cambio climático, desde más tormentas tropicales hasta elevación del nivel del mar.

- ¿Cómo selecciona la compañía los proyectos y organizaciones a los que destina ese 52% de sus beneficios?

Tenemos una persona experta en el equipo, que es la cofundadora y directora de Impacto y Sostenibilidad, y bajo su mandato tenemos un consejo consultor del océano, donde trabajamos con biólogos marinos, con exploradores del océano, y las ideas y la decisión de hacia dónde debemos someter esos recursos o ese impacto las toman ellos.

Conociendo cuáles son las necesidades, vemos qué podemos hacer y dónde realmente tenemos algo de impacto. Además, son ellos quienes se encargan de seleccionar con qué socios o con qué entidades tenemos que trabajar criterios de credibilidad científica, de valores, de áreas de actuación...

“La reciclabilidad, tal cual se comunica en el mercado, es simplemente decir ‘mi material es reciclable, pero, si no se recicla, no es mi problema’”

- La empresa ha sido pionera en medir la reciclabilidad real de sus envases. ¿Qué resultados han obtenido y cómo planean mejorar?

Todo esto comenzó con una observación de lo que está sucediendo en el mercado, donde todo el mundo lanza mensajes que son increíbles. Dicen que son 100% sostenibles o 100% reciclables… Y nosotros decíamos: “si todo esto ya está en el mercado, no cuadra con el problema que estamos viendo desde el punto de vista científico o desde nuestras propias observaciones, donde ves que cada año miles de millones de kilos de plástico llegan al océano o a la naturaleza”.

Y empezamos a indagar qué significa la reciclabilidad y qué sistemas hay actualmente en España y en Europa para medirla. La sorpresa fue mayúscula porque lo que entiendes como consumidor es que un producto que se recicla pasa por toda la cadena: el material es reciclable, el sistema de recogida es eficiente y, después, hay alguien que compra ese material para volverlo a introducir en la cadena. Pero resulta que la reciclabilidad, tal cual se comunica en el mercado, es simplemente decir “mi material es reciclable, pero, si no se recicla, no es mi problema”. 

Esto no puede ser. Debemos entender qué cantidad de los envases que ponemos en el mercado realmente se está reciclando. Y eso es lo que se llama reciclabilidad real. En nuestros envases, en aquellos en los que lo hemos medido, que son las latas de aluminio, conseguimos una reciclabilidad del 98%. Al ser aluminio, el triaje en las plantas de tratamiento es muy fácil de separar y, después, una vez compactado, se funde y vuelve a ser aluminio, pero no de segunda o tercera calidad, sino de igual calidad que si fuera aluminio virgen.

- Ocean52 utiliza envases de aluminio 'eternamente reciclables'. ¿Qué ventajas y desafíos han encontrado con este material?

Obviamente, tenemos un desafío de coste, ya que es más caro utilizar un material bueno que un material barato. Y el aluminio se paga más caro que el plástico. Por ello, nuestros productos tienen un mayor coste y eso es un desafío importante porque el mercado es muy competitivo y el precio siempre acaba siendo importante.

El segundo desafío es de comprensión del consumidor.  Hemos generado una ruptura en el mercado porque la gente no estaba acostumbrada a beber agua en lata, y aún nos queda mucho camino para que esto suceda, pero, de la misma manera, la gente no estaba acostumbrada a ir en patinete por las ciudades y, al final, lo acaba haciendo. Y lo acaba haciendo por dos cosas: porque tiene que haber una mejora en el impacto que busca, en este caso, utilizar materiales eternamente reciclables; pero también una mejora en la experiencia de consumo o de vivencia con ese producto. Ese es el desafío real: cómo ayudamos al consumidor a que entienda que esto es una buena decisión y que va a mejorar su experiencia de consumo.

El desafío es esa comprensión, pero la oportunidad es que cada envase de agua es un vehículo de comunicación increíble para generar ese mensaje de consumo responsable. Por eso, tomamos nuestros envases como un vehículo de cambio.

“Para generar un impacto positivo, debemos crecer y crecer internacionalmente y seguir reinvirtiendo en el océano”

- ¿Qué innovaciones tecnológicas está explorando Ocean52 para mejorar aún más la sostenibilidad de sus productos?

La innovación la hemos focalizado en botellas de aluminio que podemos asegurar que se pueden reutilizar. Y fomentamos la reutilización a través del rellenado de las botellas con agua del grifo, con agua filtrada, con agua mineral natural de envases grandes… 

Al final, a nosotros no nos interesa vender muchas unidades, sino vender las unidades suficientes para que el mercado adopte este cambio, pero disminuyendo radicalmente la fabricación de envases porque creemos que no es necesario tener una economía lineal de usar y tirar. Es mejor usar y reciclar, pero es mucho mejor usar y reutilizar muchas veces y, cuando ya está deteriorado, reciclar. 

- La empresa ha evitado el uso de millones de botellas de plástico de un solo uso. ¿Cuáles son las principales estrategias que han explorado para reducir el empleo de este material?

A lo largo de toda la cadena de producción, somos muy exigentes en la reducción de plástico. A partir de 2025, vamos a eliminar el ‘film’, la película que se utiliza en el retractilado en las cajas, y pasamos a dos materiales: cartón y aluminio. Conseguiremos, así, eliminar 100% el uso de plásticos. Y, en el caso de la paletización industrial, que es compleja, hemos conseguido añadir contenido reciclado y estamos explorando el uso de flejes de cartón o de papel, o sea, de fibra en lugar de plástico.

A este nivel, el impacto es pequeño porque el foco está en el envase, en el tapón, y ahí sí que lo hemos conseguido. Ahora hemos ido hacia el embalaje secundario con las cajas, pero vamos también a la parte más de industrialización. Conseguir ser 100% sin plástico es prácticamente imposible, pero estamos muy cerca de ser una compañía por encima del 95% con menor uso de plástico que cualquier otra de bebidas. 

- ¿Qué papel juegan las alianzas con otras organizaciones en la estrategia de sostenibilidad de Ocean52?

Nosotros en sostenibilidad necesitamos apoyos porque somos una empresa aún pequeña y nos concentramos en aquello que sabemos hacer. Siempre colaboramos con entidades y personas que son expertas en su campo.

Por ejemplo, en colaboraciones, la primera que mencionaría es trabajar con expertos del océano, como la Fundación Vellmarí, que son expertos reales en regeneración marina, en medir la salud de los océanos… Y trabajando con ellos, conseguimos tener mayor conocimiento para tomar mejores decisiones, pero a la vez canalizamos parte de nuestros recursos para que sigan haciendo su tarea.

Y los proveedores, por su parte, nos ven como partners o como socios de desarrollo en sostenibilidad porque, al exigirles que vayan un paso más allá, también generamos un núcleo de innovación conjunta para ir explorando nuevas cosas.

- Por último, ¿qué planes futuros tiene Ocean52 para expandir su impacto positivo en el medioambiente y la sociedad?

Crecer. Y no crecer por crecer, por ser ambicioso, sino porque sabemos que, creciendo, cambiamos un producto que no es fácil de reciclar y que encima tiene un impacto negativo por un producto que es más fácil de reciclar y tiene un impacto positivo. Si además ese producto es reutilizable, como en el caso de las botellas, reducimos drásticamente la huella de carbono, con lo cual, cuanto más crezcamos, más impacto tendremos.

Además, éste es un modelo virtuoso porque, cuanto más creces, más recursos tienes para realizar las acciones tanto de sostenibilidad como de formación. Y ahí el límite, realmente, no lo vemos, en el sentido de que tenemos una ambición de formar a más escuelas a nivel nacional, de poder ayudar a más entidades de investigación científica…, pero, sobre todo, de hacerlo fuera de nuestras fronteras.

Siempre hemos pensado que los países son fronteras físicas, pero en el mar no hay fronteras y los océanos nos conectan a todos. Siempre hemos diseñado una empresa y un modelo de negocio que tiene que ser internacional y, de hecho, ya estamos en varios países. Pero, realmente, para generar ese impacto positivo, debemos crecer y crecer internacionalmente y seguir reinvirtiendo en el océano.