“Tomar conciencia de que la humanidad ha sobrepasado con creces los límites ambientales del planeta y de la necesidad de desvincular nuestro crecimiento económico y bienestar del uso infinito de recursos que son finitos es un prerrequisito para transitar hacia la economía circular”, explica Dorado. En la misma línea, aclara que “la economía circular es un sector en ebullición, por lo que tenemos que repensar cómo hacemos las cosas y dar una vuelta a nuestro modelo económico como un calcetín”.
- ¿Qué iniciativas se está promoviendo desde la Administración para promover esta economía circular?
Se ha avanzado mucho en estrategia y en normativa. Algunos ejemplos son la Estrategia Española de Economía Circular, aprobada la anterior legislatura de Pedro Sánchez, con Teresa Ribera en el ministerio; y la Ley de Residuos y Suelos Contaminados para una Economía Circular, que establece la obligatoriedad de recogida separada para algunos residuos, como los orgánicos o el textil, prohibiciones para ciertos plásticos de un solo uso y medidas de fiscalidad verde, como el impuesto al vertedero y la incineración o el impuesto al plástico no reciclado de envases no reutilizables con el fin de desincentivar la eliminación de residuos en vertedero y estimular el mercado secundario de plásticos.
En el plano europeo, con el impulso de España, también hay novedades como el Reglamento de Ecodiseño, el de traslado de residuos o el de envases y residuos de envases, además de las Directivas de Diligencia Debida o la CSRD. Tenemos que ver los resultados del despliegue de toda esta nueva legislación, que tiene un calendario de puesta en marcha por fases para permitir la adaptación de las empresas a las nuevas circunstancias. Y seguir incidiendo en aspectos como una normativa que incluya porcentajes mínimos de materiales reciclados en nuestros productos, limitaciones para materiales no reciclables: o como en fiscalidad verde y compra pública verde con criterios de circularidad.
Para facilitar esa transformación circular de nuestra economía y acompañar a nuestras empresas también hemos puesto en marcha el PERTE de Economía Circular. Esta herramienta de colaboración público-privada, dotada con cerca de 500 millones de euros, quiere reducir nuestros impactos ambientales a la vez que mejoramos nuestra competitividad y creamos empleo. Y contamos con fondos europeos que ya están llegando al conjunto de la economía, con el foco puesto sobre algunos sectores como el del plástico, los bienes de equipo de energías renovables o el textil la moda y el calzado, cuyas convocatorias están actualmente abiertas a solicitudes o a punto de publicarse durante las próximas semanas.
- ¿Se puede crecer económicamente sin generar residuos?
Es hacia donde debemos ir. En la naturaleza no hay residuos: todo se aprovecha para otro ciclo y lo que sería un residuo para una determinada especie se convierte en un recurso para otra. Un residuo significa un fallo en el diseño de un producto. Por eso el ecodiseño tiene un papel fundamental en la economía circular. Alrededor del 80% de los residuos que genera un producto se explican por cómo están concebidos, muchas veces pensando exclusivamente en maximizar la venta de ese producto, a veces en su fase de uso, pero muy pocas veces pensando en el resto de la vida del producto, en qué pasa con esos materiales que lo componen y siguen teniendo valor cuando el consumidor lo desecha.
- ¿Cree que las sociedades y empresas que no se adapten a esta transición podrían no sobrevivir?
Desde luego, lo tendrán mucho más difícil. Porque serán menos competitivas como consecuencia de su uso ineficiente de los materiales que necesitan para producir y tendrán mayores cargas en forma de gestión de los residuos que generan. Pero sobre todo porque los consumidores exigimos cada vez más saber la huella de carbono, hídrica, de materiales o las afecciones a la biodiversidad de los bienes que adquirimos. Y las empresas que no hagan esta transición estarán fuera del mercado. También por la parte de la financiación, que cada vez se condiciona más al comportamiento social y ambiental de las empresas. Es un camino de no retorno. Además, nos va la salud del planeta en ello.
- ¿Qué hay de cierto en esta frase: "el mundo será circular o no será”?
La crisis climática, la crisis de biodiversidad o la contaminación no son sino las consecuencias de nuestro modelo lineal de producción y consumo. Si no desterramos el modelo lineal, tendremos más olas de calor, más eventos extremos, más muertes por contaminación y unos ecosistemas con servicios ambientales disfuncionales. Si seguimos al ritmo de consumo actual, en 2050 necesitaremos cada año los recursos que el planeta tarda tres años en producir. Transitar hacia la economía circular no es una opción, sino una necesidad ambiental si queremos vivir en un planeta sano. La elección es entre vivir con la naturaleza o sobrevivir contra ella.
- ¿Cómo pueden las empresas españolas adoptar prácticas más sostenibles y circulares en sus operaciones?
Cada sector, cada empresa, es diferente. Pero siempre se puede avanzar en circularidad. En primer lugar, tomando conciencia de los impactos de nuestros productos o servicios tanto aguas arriba, en la forma en la que se han extraído los recursos que utilizamos, como aguas abajo, pensando en los residuos que generan tanto nuestros procesos productivos como los propios bienes al final de su vida útil.
Tenemos que aprovechar al máximo los materiales, primando las materias primas secundarias sobre las vírgenes y reduciendo el número de sustancias peligrosas añadidas. Minimizar los residuos generados, favoreciendo la producción de bienes durables, actualizables, reparables y reutilizables, que al final de su vida sean fácilmente desmontables para reaprovechar cada una de sus partes, asegurándonos de que los residuos que se generen sean fácilmente reciclables.
- ¿Cuál es el papel de las nuevas tecnologías en la promoción de esta economía circular?
La tecnología es una aliada. Herramientas como la inteligencia artificial pueden ayudarnos a hacer un uso más eficiente de los materiales. Tecnologías ligadas a la trazabilidad nos pueden permitir dar una mayor información al consumidor sobre el impacto ambiental de los bienes y servicios.
La servitización, por la que sustituimos la compra de un bien por su alquiler para los casos de usos puntuales, o las plataformas donde se ponen a la venta bienes de segunda mano o residuos o subproductos de empresas que pueden servir de insumos para otras son algunos ejemplos.
Sectores como los de la preparación para la reutilización o el reciclado también están muy tecnificados y se producen grandes avances que nos permiten optimizar la recuperación de materias primas secundarias y su calidad.
- ¿Y el de los ciudadanos en su día a día?
Dando un mayor peso a la variable ambiental a la hora de escoger los productos que compramos. Por ejemplo, excluyendo de nuestras opciones de compara productos que estén sobreenvasados, primando envases reutilizables y de materiales fácilmente reciclables sobre los que no lo son, favoreciendo productos de proximidad y alimentos de temporada, sustituyendo compras de bienes por su alquiler como servicio o prefiriendo bienes duraderos y que cubran una necesidad real sobre bienes de baja calidad y corta vida, como puede ser el caso de la moda rápida y ultrarrápida, que son altamente contaminantes.
- ¿Qué nota pondría a España en la gestión de los residuos y por qué?
Es esencial trabajar en la reducción de residuos. El mejor residuo es el que no se genera. Y, una vez generado, la calidad en su gestión depende de qué residuos y sobre qué territorio hablemos, ya que las competencias son autonómicas y municipales.
Hay algunos residuos cuyo reciclaje alcanza altos porcentajes, como es el caso del papel, el cartón y los envases metálicos. Sin embargo, tenemos que seguir trabajando para alcanzar los objetivos en envases plásticos o en flujos cuya recogida selectiva se ha comenzado a implantar hace poco, como los residuos orgánicos u otros de próxima implantación, como los residuos textiles, de los que el 88%, equivalente a 900.000 toneladas al año en España, acaban en el vertedero o la incineradora.
- Por último. ¿Considera a la energía nuclear clave en esta transición?
Es un debate que el propio sector eléctrico ha resuelto, con un calendario de cierre de centrales nucleares pactado con las propias empresas generadoras. Las energías renovables son más competitivas y la inversión necesaria para alargar la vida de las centrales nucleares o construir nuevas instalaciones no se justifica ante la alternativa de invertir en renovables.
Pero, sobre todo, la energía nuclear plantea serios problemas y dificultades a la hora de gestionar los residuos que genera, con unas derivadas económicas, sociales y ambientales tremendas y muy extendidas en el tiempo. No podemos considerarla una energía limpia desde el punto de vista ambiental. En este sentido, el Gobierno ha aprobado este año el Séptimo Plan General de Residuos Radiactivos para dar una solución definitiva a la gestión de estos residuos, que se depositarán en un Almacenamiento Geológico Profundo.