Este joven cantante tiene Síndrome de Asperger, pero, gracias a su talento y también gracias a lo que distintas asociaciones, fundaciones y entidades han hecho por él, es capaz de transmitir todo lo que necesita a través de una herramienta muy especial: la música y su voz.
Soziable.es, portal dedicado a la sostenibilidad y a la transformación social centrado en la información de calidad, el diálogo y la reflexión, ha podido hablar con Johann Sebastian Salvatori para conocer más sobre este artista y su discapacidad y publica esta entrevista con el objetivo de romper los tabúes sociales y falsos mitos que rodean el Trastorno del Espectro Autista (TEA).
Una voz con historia
Desde 2018, Salvatori ha sido ayudante de dirección del Coro Canto Abierto de la Fundación Música Creativa. Su historia, contada en sus propias palabras, comienza con silencios. “Tuve mutismo selectivo desde pequeño”, confiesa. El cantante, que también forma parte de la Asociación Autismo España y Asociación Asperger, lleva años brillando en escenarios gracias a una voz realmente espectacular. “Estoy muy contento de pertenecer a fundaciones, asociaciones y también formar parte de DEMOS porque es necesario visibilizar la capacidad que todos tenemos dándole voz a la discapacidad que tenemos algunos”, añade.
“Yo practico la filantropía acercando la música –y más aún en momentos difíciles– a personas que necesitan apoyos. Trabajo con la Fundación, hago conciertos y también desarrollo la labor filantrópica contando mi historia para que se convierta en una herramienta de superación para los demás. Mi música y mi discapacidad pueden hacer que personas que lo necesiten, lleguen a olvidar por un instante el momento difícil que atraviesan”, revela.
Cuando le pregunto por el sentido que para él tiene la música, me contesta sereno pero emocionado: “la música para mí es el aire. Lo que necesito para impulsarme. Es bienestar, es alivio, la música son las alas que aparecen cuando hay otras alas que están rotas”. Consciente de que las alas de la vida se pueden romper por dificultades y también por personas que se interponen en el camino de uno para decir que no es capaz de cumplir sueños, Johann Sebastian Salvatori asegura que los momentos de desánimo consiguen casi tambalear propósitos existenciales: “Yo me he llegado a plantear si realmente no soy capaz de hacer lo que más me gusta”.
La música como herramienta
La puerta que abre la música, de expresión, de libertad, de ánimo, se convierte en una segunda oportunidad en ocasiones. La música es, sin duda, el elemento que necesita para ser y transmitir, todo aquello que su trastorno no le permite. ¿O quizá es lo que puede transmitir a pesar de su trastorno?
La música va ligada a Johann Sebastian Salvatori desde que era pequeño. Las nanas, los villancicos que a él le cantaban, se quedaron grabadas en su memoria y en su voz. Más tarde, las películas infantiles le ofrecieron otro repertorio musical. “Yo en la escuela no hablaba con nadie. Solo con mi mamá y muy pocas veces. No es que fuera mudo, es que no tenía las herramientas que necesitaba para comunicarme. Pero la música, las canciones que interpretaba, eran mi altavoz”.
Gracias también a que su familia supo ver su potencial y su talento, aprendió canto en distintas escuelas en Venezuela. “Así vi que mi capacidad mejoraba: me costaba mucho menos hablar y comunicarme con los demás”, afirma. En 2015 accedió a la academia Germán Segura, donde comprendió que cosas para él hasta el momento imposibles, como viajar o dormir en casas de otras familias para poder llevar su talento a donde pudiera necesitarse, se convertían en algo normal que, incluso, podía disfrutar.
“Cuando llegué a España me metí en coros diferentes para seguir trabajando mi voz, hasta que conseguí pertenecer al Coro Abierto, un proyecto coral formado por personas con discapacidad intelectual interesados en la formación vocal. Después, la música fue haciendo su propio milagro y, gracias a ello, conseguí incluso hacer amigos, cosa que pasaba por primera vez en mi vida”, recuerda. Y ese fue el comienzo de distintos logros que Johann Sebastian Salvatori ha ido cosechando.
Estrechando lazos
La música consiguió exteriorizar todo el talento que Salvatori tenía dentro. No solo respecto al canto, sino pudiendo afrontar su día a día con la mayor normalidad posible: viajando, hablando, entablando amistades, participando en foros, ayudando a los demás con su testimonio… “He podido establecer vínculos que necesito en mi vida con personas que me aportan y a las que aporto gracias a la música”, explica.
Asimismo, esta joven pero virtuosa promesa del canto, asegura que ha podido reponerse de muchas adversidades gracias no solo a cantar los temas que interpreta, sino pudiendo hablar de la música y de lo que hace agrandando su círculo más cercano. Y afirma que una canción a la que le pone voz a menudo y que representa muy bien su vida es 'My way'.
“'A mi manera' dice que todo es posible si conseguimos encontrar herramientas que puedan ayudarnos sin renunciar a dar un punto de vista propio. En mi caso, sin dejar de lado la discapacidad, soy capaz”.
Evitar el juicio
La forma en la que crecemos y las circunstancias que nos rodean no pueden definir toda nuestra vida y condicionar nuestros éxitos porque el propósito que nos une como humanos y como personas va más allá de las dificultades que atravesamos. “Me gustaría hacer un llamamiento a todas las personas para que se alejen del juicio. Cuando prejuzgamos a los demás, no solo dejamos de reconocer que tienen rasgos distintos, también sometemos a los demás a un yugo que puede condenar y ocultar grandes talentos”, destaca.
Y, además, añade que “hemos venido al mundo a ser felices, debemos comprender que la inclusión es una necesidad para la sociedad. Lo diferente es maravilloso y puede ser una escuela de aprendizaje para todos”
Con esa petición tan necesaria, Johann Sebastian Salvatori nos anima a potenciar el valor de las personas abriéndonos a recibir todo lo que los demás, tengan discapacidad o no, están dispuestos a ofrecernos. En este caso, su voz, que traspasa todas las fronteras hasta erizar la piel de quien la escuche. Y en otros, simplemente, dejándonos sorprender por lo que una actitud abierta puede hacernos llegar al corazón. “Los límites están en la mente, lo imposible no existe”, sentencia.