La alimentación de los españoles, a pesar del creciente interés por ella y por su impacto en la salud, ha empeorado en los últimos años. Según María Merino, dietista y nutricionista, el elevado consumo de ultra procesados –y el consiguiente desplazamiento de alimentos que sí deberían estar presentes en una dieta equilibrada– y el poco tiempo que se emplea en el cuidado de la nutrición son factores que han contribuido sobremanera a ello.
Estos errores son, según Merino, consecuencia de la falta de educación nutricional, tanto entre la población general como, incluso, entre la profesión médica. Esta educación, y la firme voluntad de ayudar a las personas que no pueden permitirse acudir a la consulta de un nutricionista, conforma el pilar fundamental de su podcast, ‘Comiendo con María’, en el que, a diario, de lunes a viernes, sus oyentes no sólo aprenden sobre nutrición, sino también “a tener un juicio crítico sobre quién debe y quién no debe hablar sobre nutrición”.
En esta entrevista con Soziable, además, la dietista y nutricionista comparte varias sugerencias para mantener una dieta saludable y equilibrada; alude a las iniciativas necesarias para mejorar la educación nutricional en nuestro país; y reivindica la figura del nutricionista en la sanidad.
- ¿Qué significa para usted una alimentación saludable y cómo la define en su práctica diaria como dietista y nutricionista?
Una alimentación saludable tiene que ser flexible. Cuando hablamos de alimentación saludable, entendemos una alimentación con alimentos nutricionalmente interesantes o nutritivos: frutas, verduras, cereales integrales, legumbres...
Hay un concepto imprescindible que tiene que acompañar a esa elección saludable de alimentos y de alimentos nutritivos, que es la flexibilidad. Al final, nadie come sano 365 días al año y muchas veces idealizamos una alimentación saludable perfecta y el hecho de no cumplir con esas expectativas nos genera frustración o culpa.
Es básico entender que comer sano incluye no comer sano, siempre que sea de forma ocasional o no habitual.
- En su opinión, ¿cómo ha evolucionado la alimentación de los españoles en los últimos años?
Hemos ido a peor y ahora afloran todas las consecuencias. En la alimentación, las consecuencias son a largo plazo. Si yo hoy como mal, yo me encuentro bien; pero si yo hoy como mal, mañana como mal y llevo una alimentación poco saludable a diario, las consecuencias vienen a los meses o a los años. Y a los 40 años, de repente, aparece el colesterol o una diabetes. La diabetes no aparece por comer un día azúcar, sino porque llevo muchos años, o meses, comiendo alimentos muy azucarados o poco saludables.
“Es básico entender que comer sano incluye no comer sano, siempre que sea de forma ocasional o no habitual”
Ahora empezamos a ver todas las consecuencias del empeoramiento que hemos tenido en nuestra alimentación, derivado del alto consumo de alimentos procesados y ultra procesados y del alcance que tenemos a estos, porque en cualquier lado, en menos de cinco minutos, estés donde estés, puedes conseguirlos. Si no es en una gasolinera, es en una máquina vending, en un restaurante o en una cafetería.
Antes había un yogur, una leche… pero ahora hay toda una nevera que ocupa todo un pasillo de todo un hipermercado. Y ese gran abastecimiento y ese abuso de procesados y ultra procesados ha hecho que nuestra alimentación empeore.
En los últimos años parece que la gente empieza a interesarse un poco por su alimentación y se está dando cuenta de la importancia que tiene en la salud. Y aunque no ha mejorado, sí que hay más conciencia.
- ¿Cuáles son los errores más comunes que observa en la dieta de sus pacientes y cómo les ayuda a corregirlos?
Al final, hacemos lo que podemos. El estilo de vida que nos han impuesto en estos últimos años es de inmediatez, de estrés, de ‘no tengo tiempo’… La frase estrella de cualquier persona con la que hables es ‘no tengo tiempo’, ni para ir al gimnasio, para hacer la compra, para prepararme el táper, para cocinar… Y vivimos con esa ansiedad de ‘no llego a nada’. Entonces, la alimentación queda en segundo plano porque priorizo el trabajo, los hijos…
Los errores que veo yo son un alto consumo de comida precocinada y de ultra procesados, falta de tiempo para dedicarle a la alimentación (con la cocina, la compra, la elaboración de platos, la planificación…). Al ingerir todo este tipo de productos, desplazamos el consumo de otros que sí deberían estar y que son realmente los nutritivos e importantes. También veo que la gente no come fruta; a lo mejor come verdura una vez cada cinco días o tres veces por semana, cuando hay que comerla dos veces al día; no come legumbres… La gente se alimenta a partir de carnes procesadas, muchísimas carnes, comida precocinada y harinas, pasta, arroz… Hay que bajar el consumo de embutidos, carnes procesadas y carnes; subir el de legumbres, pescados y huevos, vegetales, frutas, verduras…
Los frutos secos están tan demonizados que muchísima gente no los come. Son alimentos para mí superinteresantes nutricionalmente, muy completos, con fibra, grasa, proteína, vitaminas, minerales…
El consumo de fibra es espantoso. Si se recomienda consumir entre 35 y 40 gramos de fibra al día, yo creo que la población media debe estar en unos 10 o 15 gramos porque comen harinas blancas en vez de integrales, porque no comen legumbres, frutos secos y suficientes verduras y frutas.
Todo eso se va notando y hay que hacer un cambio en el tipo de alimentos y en la estructura que tiene su alimentación. Cuando corriges cuatro cosas es como un antes y un después. De repente, ‘me encuentro bien’, ‘tengo energía’, ‘estoy más feliz’, ‘duermo mejor’, ‘hago mejor la digestión’… Todo mejora.
“Comer sano es mucho más fácil de lo que nos pensamos. ¿Tú quieres comer sano? Asegúrate de que lo que comes es todo aquello derivado de campos, árboles o de la propia naturaleza”
- El podcast ‘Comiendo con María’ ha ganado mucha popularidad. ¿Cómo y por qué decide poner en marcha esta iniciativa?
Hay muchísimo intrusismo en nutrición; lo hay en general, pero, en nutrición, más. Las personas escuchan hablar de nutrición al influencer de turno, al coach, al farmacéutico, a la enfermera, al vecino, al compañero de trabajo... Hay tanta información que ya no sabes a quién creer.
Primero, (el podcast) me pareció un medio para que las personas tuvieran una fuente fiable; después, no todo el mundo puede permitirse pagar una consulta de nutrición porque, desgraciadamente, el perfil del nutricionista a día de hoy no está en la sanidad pública. Me pareció que era una manera de dar esa información o poder ayudar a esas personas que no se lo pueden permitir, pero que pueden aprender. Y, al final, es una manera de darme a conocer. Todos ganamos: yo me doy a conocer, ellos aprenden.
Aprenden también a tener un juicio crítico sobre quién debe y quién no debe hablar sobre nutrición. Y, además, ganan salud. Mucha gente me escribe y me dice, por ejemplo, ‘llevo seis meses, un año o dos años escuchando tu podcast, he aplicado tus consejos y he perdido 15 kg’, ‘me encuentro mucho mejor’ o ‘he revertido la diabetes’. Realmente, es útil.
Tú empiezas como una iniciativa de contenido para intentar ayudar a la gente que no se lo puede permitir, pero, cuando vas recibiendo ese feedback, lo mantienes porque piensas: la gente te escucha, te hace caso y mejora.
- ¿Podría compartir algunos consejos prácticos para mantener una alimentación equilibrada y saludable en el día a día, especialmente para personas con un estilo de vida ajetreado?
La gente se complica. Comer sano es mucho más fácil de lo que nos pensamos. ¿Tú quieres comer sano? Asegúrate de que lo que comes es todo aquello derivado de campos, árboles o de la propia naturaleza. Si cuando vayas a comer algo, eso lo podrías obtener de la naturaleza, estás comiendo sano. Frutas, verduras, granos integrales, legumbres, pescados, carnes, huevos... Hay que buscar que esté lo mínimo procesado posible. Yo creo que ese es el quid de la cuestión y, como referente de alimentación saludable, nos lo han puesto fácil con el ‘método del plato’: debes asegurarte de que, en cada ingesta principal, haya una ración de vegetales que, en proporción, esté en el doble que el cereal y la proteína.
“Estamos recibiendo información nutricional desactualizada de una persona que la población tiene como referente, que es el médico”
- ¿Cómo influye la educación nutricional en la adopción de hábitos alimenticios saludables desde una edad temprana? ¿Qué iniciativas cree que son necesarias en España para mejorar esta educación?
La educación nutricional que recibimos es básica. Los educadores nutricionales son los familiares, los padres o quien esté al cargo del menor y lo que te puedan enseñar en el colegio si te quedas en el comedor escolar.
Como tal, no creo que haya una educación nutricional porque los padres o tutores tampoco han recibido esa educación y, entonces, hacen lo que saben o lo que han aprendido en el camino.
¡Cuántos errores cometemos con los niños! Les forzamos a comer, les chantajeamos, les premiamos, les castigamos con la comida… Si el niño llora, le damos chocolate para que se calme; si se enfada, una chuchería para que se ponga contento. Todo eso es un vínculo emocional que se genera ya desde pequeños que luego, en la edad adulta, pasa factura ya que no sabemos gestionar la tristeza más que hartándonos de azúcar porque es ‘lo que me han enseñado desde que tengo tres años’.
En los comedores escolares, es un poco lo mismo. Parece que está empezando a mejorar, pero hasta ahora los menús de los comedores escolares eran, bajo mi punto de vista, vergonzosos: desequilibrados, poco nutritivos…
La educación nutricional tiene que ser una asignatura más. Igual que tenemos clases de matemáticas, ciencias y plástica, podemos tenerlas también de educación nutricional.
Tampoco hay educación nutricional en sanidad, ni en los propios profesionales médicos y el personal sanitario. Ni siquiera ahí. Estamos recibiendo información nutricional desactualizada de una persona que la población tiene como referente, que es el médico. Hay que hacer educación nutricional desde pequeños, ya en primaria, pero, o hacemos educación nutricional en sanidad y formamos mínimamente a enfermeros, médicos, endocrinos… o se mete la figura del nutricionista en sanidad.
- Finalmente, ¿qué tendencias actuales en nutrición y alimentación saludable cree que tendrán un mayor impacto en el futuro?
Ahora tenemos la keto, el ayuno intermitente y las dietas del momento. Y eso se escucha tanto por tantos lados que la gente empieza a seguirlo y luego vienen las consecuencias. Y todos con las manos en la cabeza porque ‘me ha subido el colesterol’ o porque ‘he tenido un fallo renal’.
No creo que actualmente haya ninguna dinámica política ni práctica que favorezca la labor que hacemos los nutricionistas. Tenemos el intrusismo allá donde mires, cualquier persona puede hablar de nutrición hoy en día.
No hay una regulación en redes sociales ni en las consultas de según qué tipo de profesional. Falta muchísima regulación y cortar el intrusismo de alguna manera.