
Verónica Pascual Boé no se amilana ante las adversidades. En 2004, cuando con menos de 30 años trabajaba en el extranjero como consultora, regresó a España para ayudar a reflotar ASTI, la pyme familiar fundada por sus padres, sumida entonces en una severa crisis. Tres años más tarde era directora general y en 2008 adquirió el cien por cien de una compañía que hoy es una multinacional presente en 17 países. Un grupo radicado en el pueblo burgalés de Madrigalejo del Monte líder en Europa en fabricación de robots móviles.
Además de su labor al frente de la compañía, esta ingeniera aeronáutica que ningún día 'perdona' media hora de matemáticas con sus dos hijos de corta edad promueve el talento femenino a través de programas como STEM Talent Girl. La CEO de ASTI TechGroup, también consejera externa del Consejo de Administración de Telefónica, atiende a Soziable.es para hablar de reconstrucción tras la crisis del Covid-19 apenas unos minutos después de su intervención en la macrocumbre empresarial 'Nuestro Futuro Común' organizada por la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE). Esta es la conversación.
Videoentrevista íntegra:
¿Cómo se han vivido estos meses de estado de alarma en ASTI?
No voy a decir que los tiempos vivido han sido sencillos, pero si algo nos caracteriza en ASTI es que siempre hacemos lo posible por convertir la necesidad en oportunidad y hemos trabajado de manera incansable en tomar control de la situación y contribuir en la mayor medida posible. Ese ha sido nuestro afán siempre, contribuir al cambio.
¿El Covid-19 ha actuado también como un acelerador de transformación digital para las compañías?
Muchas compañías se han digitalizado más a causa de esta crisis sanitaria que a causa del trabajo de muchísimos profesionales en los últimos años. El Covid-19 ha servido de gran catalizador de la digitalización, de la educación remota, del telediagnóstico, del e-commerce… Todo esto significa que ya teníamos infraestructuras, conectividad, tratamiento de datos en la nube, inteligencia artificial, etc. Son tendencias que en estos meses se han acelerado muchísimo y que vamos a ver de manera mucho más evidente en los próximos años.
Desde ASTI se desarrolló en las primeras semanas del confinamiento un robot autónomo ‘anti-covid’. ¿En qué consiste este robot y cómo fue el proceso para desarrollarlo?
Fruto de esa mentalidad de hacer de la necesidad virtud, decidimos dedicar nuestro tiempo a ser mejores. Nos preguntábamos, ‘¿cómo combatimos nosotros el Covid?’. Habíamos entregado material médico, redoblado esfuerzos en nuestra fundación con programas como el Stem Talen Girl…, pero teníamos que hacer más. Entonces conocimos a la empresa BOOS Technical Lighting, que tiene presencia en Valladolid, y vimos que juntos podíamos desarrollar un robot de desinfección que fuera diferencial de lo que había en el mercado, que era muy escaso. Una solución que permitiera la desinfección de espacios en movimiento, eso significa una desinfección en menos tiempo y de manera más eficiente. Y hemos aprovechado toda la capa de digitalización que tenemos en la compañía para el tratamiento de datos para hacer esa desinfección con registros de trazabilidad. Ha sido un proyecto apasionante, colaborativo y absolutamente ágil, fruto del estado de alarma y de ese propósito que mueve montañas.
"Tenemos que hacer una apuesta industrial relevante, atraer la industria a nuestro país y hacerla más competitiva"
Un ejemplo también de cómo una situación excepcional como la vivida puede modificar modelos de producción y líneas de negocio...
Tal cual. Siempre se dice que de todas las crisis nacen grandes oportunidades. En las crisis hay gente que se deja apoderar por el miedo, que te anquilosa, y hay otra gente que se hace grande y ve que es el momento de ayudar, de hacer cosas por los demás, de no quedarse en la crítica, en el miedo, sino que se conecta con un bien superior. Nosotros en ASTI tenemos un equipo humano de titanes positivos que han florecido con la crisis.
Ahora nos enfrentamos al proceso de reconstrucción. ¿La robotización es la única salida para la industria española?
Me parecería muy ambicioso decir que es la única salida pero desde luego es una salida muy importante. Esta crisis del Covid-19 nos ha hecho ver que nuestra cadena de suministro era muy vulnerable, que el PIB está poco diversificado en términos de riesgo y que no teníamos capacidad para fabricar muchos bienes que son básicos y que tampoco son extraordinariamente difíciles de fabricar: batas, mascarillas… No es un tema de criticar el pasado, sino de qué aprendemos del presente y qué vamos a mejorar en el futuro. Y vemos que tenemos que hacer una apuesta industrial relevante, atraer la industria a nuestro país, hacerla más competitiva… Y producir más cerca de los consumidores, de manera más flexible y competitiva, pasa necesariamente por una apuesta tecnológica y, desde luego, la robótica es una apuesta enorme en materia de competitividad y flexibilidad.
Cuando se habla de robots, siempre aparece el miedo a que peligre el empleo de las personas. ¿Este miedo responde a una realidad?
La robótica es una parte clave de los equipos. No es un elemento que quite trabajo como así se ha visto durante muchos años, con un cariz muy negativo, queriendo alimentar más el miedo que el valor. ¿Qué significa que haya trabajos que son absolutamente repetitivos y que no aportan valor que sean automatizados por robots favoreciendo que los humanos se centren en labores de mucho más valor añadido? Desde luego, nosotros somos unos convencidos de que la industria va a seguir creciendo y la robótica es un agente clave en ese crecimiento.
La pandemia ha puesto sobre la mesa aspectos como la necesidad de impulsar la industria 4.0 o la excesiva dependencia de productos del exterior, fundamentalmente de China…
De productos y de materiales también. Porque tenemos mucha capacidad de producción desplazada pero también una cadena de suministro poco diversificada. Creo que ahí también hay una oportunidad. Regiones como Europa, que en los últimos años han venido desindustrializándose y las empresas se han movido a lugares donde se produce con menor coste, se enfrentan a una amenaza en cuanto a flexibilidad, a reducir los tiempos a mercado… En esta particular ocasión, en la que hemos descubierto algo impensable como que partes del mundo iban parándose de manera síncrona, nos hemos encontrado con que durante una etapa no podíamos traer materiales de China, durante otra etapa éramos nosotros los que no podíamos producir y eso ha provocado periodos larguísimos de funcionamiento ineficiente. Por eso hay que volver a hacer una apuesta industrial, y entender que esa apuesta sólo puede venir acompañada de tecnología y de talento.
"El capital humano es la joya de las compañías y la crisis supone un riesgo relevante de perder talento"
El presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, acaba de pedir un fondo de reconstrucción para digitalizar las pymes….
Comparto que es absolutamente necesario. La industria debe ser muchísimo más competitiva y tecnológica, pero claro, tú dile a muchas pymes que apenas pueden llegar al final del tercer trimestre que, además, tienen que invertir en tecnología. Es necesario ayudarlas en la reconstrucción. La cuestión es que esta crisis no puede ser en balde, esta crisis tiene que servir para reforzarnos. Hemos perdido vidas humanas, ¿qué más se puede perder? Todo lo que estamos viviendo tiene que servir para que nos miremos en el espejo, veamos nuestras vergüenzas, porque todos tenemos cosas que no nos gusta ver, y hagamos nuestros deberes. Y para eso los modelos de colaboración público-privada son fundamentales. Porque si no las pymes, los autónomos, las empresas, nos sentimos bastante solos diciendo ‘¿cómo voy a bregar en este momento en un escenario de enorme incertidumbre?’.
Con la crisis que se avecina, ¿es un riesgo que se descapitalice el talento de las empresas?
Sin duda alguna es un riesgo relevante. Como todavía no hay un marco de certidumbre las compañías no sabemos dimensionar cuál va a ser nuestra nueva talla y cuánto va a durar esa talla. El capital humano es la joya de las compañías pero, ¿cuánto va a tardar de verdad en acelerar la economía? Hasta que no tengamos un poquito más de visión de cómo se va a estructurar ese contexto, es difícil pensar que ‘sólo’ con la ayuda de los ERTE vamos a conseguir aguantar el chaparrón. Ese debe ser nuestro esfuerzo porque lo más importante de las compañías es su capital humano.
Estamos de acuerdo en que la digitalización es clave pero, ¿cómo hacer que nadie quede atrás? ¿Cómo romper esa brecha que afecta por ejemplo a las personas con discapacidad, por falta de accesibilidad, o a las personas sin recursos por falta de medios?
Creo que en esa dirección iba el mensaje de Álvarez-Pallete: hacer consciente a la sociedad de que la digitalización es un elemento democratizador porque cuando todos estamos conectados todos tenemos acceso a una información que antes era sólo para unos pocos. Eso significa que tenemos que habilitar esa conectividad para todos. España tiene unas infraestructuras que son la envidia del resto de Europa, tenemos más fibra que Francia, Alemania y Gran Bretaña juntas, que es mucho decir. Pero todavía encontramos entornos rurales que no tienen una buena conectividad o grupos de población que aún no tienen acceso a la tecnología y por eso nuestra vocación debe ser cualificar, ayudar. La tecnología es mucho más accesible de lo que era antes, pero hay grupos que necesitan de planes de ayuda específicos. Sin embargo, creo que nunca hemos tenido la tecnología, la conectividad, el acceso a la información tan accesible como en esta era. Y eso hace que empresas y emprendedores se estén ubicando en entornos rurales donde nadie antes pensaba que se pudieran localizar. Eso permite atraer también un talento distinto y es un camino que debe seguir.