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Laura Mondéjar, psicóloga y coordinadora en la Fundación Diálogos del programa ‘Cuidar-se’

“En la gran mayoría de los centros educativos hay una gran carencia de profesionales relacionados con la salud mental”

‘Salud Mental, nuevo mandato de las escuelas’ es el título de una de las sesiones que integran el programa de DEMOS 2024, el foro organizado por la Asociación Española de Fundaciones. Soziable, como media partner de este encuentro, ha tenido la oportunidad de hablar con Laura Mondéjar, quien participa en la sesión para presentar el programa ‘Cuidar-se’.

Laura Mondéjar, psicóloga y coordinadora del programa ‘CUIDAR-SE’ en la Fundación Diálogos
Laura Mondéjar, psicóloga y coordinadora del programa ‘CUIDAR-SE’ en la Fundación Diálogos

La salud mental de los jóvenes es uno de los problemas que más preocupa a la sociedad actual. En este sentido, la Fundación Diálogos hace un gran trabajo en la promoción de diversidad y la educación en valores, ¿puede explicarnos cuál es su labor como Fundación?

El objetivo de la Fundación Diálogos es fomentar, promover y desarrollar actividades culturales, educativas y formativas, con la finalidad de mejorar diversos aspectos de la vida de la persona tanto personal, como profesional y social.

Buscamos promover la educación, la diversidad, la inclusión y el desarrollo comunitario, creando espacios donde las personas puedan conectarse, aprender y crecer juntas. Con nuestros programas buscamos un impacto significativo y duradero. Además de Cuidar-se, se llevan a cabo otros programas que trabajan el bienestar de las personas jóvenes. Por ejemplo, hemos puesto en marcha el programa Avanzando FP para prevenir el abandono escolar en los estudiantes de Formación Profesional. 

Y junto a Cuidar-se, se lleva a cabo el programa Pipele que propone un servicio integral de atención y prevención en los centros educativos para lograr que no haya desigualdades, fomentando el respeto y la justicia, así como concienciar sobre la igualdad y prevenir la violencia de género. 

Por último, me gustaría nombrar el programa Inspira y Muévete, que pretende promover el desarrollo socioeducativo en centros educativos de entornos rurales. 

"En la Fundación Diálogos, buscamos promover la educación, la diversidad, la inclusión y el desarrollo comunitario, creando espacios donde las personas puedan conectarse, aprender y crecer juntas"

Enfocada en la salud mental y en el reto que supone su protección en las escuelas está su intervención en el DEMOS 2024, organizado por la Asociación Española de Fundaciones (AEF) Aunque aún quede un largo camino, ¿cree que los centros educativos están afrontando esta problemática de la manera adecuada?

Cuando hablamos de los centros educativos y su labor en la salud mental de las personas jóvenes, tendemos a decir que ‘han comenzado a tomar conciencia de ello’. Yo creo que esto no es cierto del todo. Es una preocupación que ha podido tomar más protagonismo en nuestra sociedad desde el confinamiento por la Covid-19, pero es algo que, de forma más o menos directa, ha preocupado siempre a la comunidad educativa. 

La mayoría de los centros educativos han empezado a implementar programas para trabajar el bienestar emocional con talleres y charlas sobre la salud mental, lo cual es un avance positivo. Sin embargo, muchas veces estas acciones se quedan en iniciativas puntuales o superficiales que no logran calar en el día a día de los estudiantes o atender las necesidades más profundas.

La labor del equipo docente y el departamento de orientación es esencial, pero su propia carga de trabajo no les permite hacer un seguimiento adecuado de todas las demandas que pueden surgir del alumnado. 

¿En qué consiste el programa Cuidar-se que está coordinando dentro de la Fundación Diálogos? 

Es un programa que ofrece un servicio integral de atención y prevención en centros educativos para lograr que no haya desigualdades, fomentar el respeto, la justicia, prevenir y concienciar sobre el acoso escolar, así como sensibilizar sobre las consecuencias y poner en primer plano la salud mental.

El programa Cuidar-se se enmarca en la prevención, sensibilización y atención directa para toda comunidad educativa para trabajar el bienestar emocional del alumnado. Los objetivos principales son educar emocionalmente y fomentar hábitos mentales saludables, potenciar el cuidado y el respeto propio y hacia los demás. La novedad de este programa radica en el abordaje integral, ya que se atiende al alumnado, al personal docente y a sus familias a través de la atención personalizada y de acciones grupales de sensibilización, seguimiento y asesoramiento para dar herramientas y pautas ante las necesidades detectadas particulares para cada centro y la particularidad de cada persona.

Cuidar-se podría considerarse más un servicio que se pone a disposición de los centros educativos. Cada centro educativo acaba creando y construyendo su propio Cuidar-se. Nos adaptamos a sus necesidades y hacemos que el programa crezca y evolucione en función de cada realidad.  

"En la mayoría de las instituciones educativas hay una gran carencia de psicólogos y otras figuras de apoyo"

En su trabajo en los centros educativos seleccionados para el desarrollo del programa, ¿qué aspectos cree que debería mejorar el sistema educativo de manera urgente para garantizar la salud mental de los jóvenes? 

Uno de los problemas más grandes es la falta de recursos. Aunque algunos centros cuentan con psicólogos, y otras figuras de apoyo, la realidad es que en la mayoría de las instituciones educativas hay una gran carencia de estos profesionales. Aunque en el departamento de orientación encontramos personal con amplia formación en estas áreas, tienen otras muchas tareas que abordar y, a menudo, están desbordados y desbordadas por la cantidad de casos que deben atender.

La formación de la figura que acompañase en temas de salud mental al alumnado y la comunidad educativa debería de ser especializada, ya que no puede solicitar que las personas que son responsables de los departamentos de orientación y profesorado estén formadas de manera tan específica. 

Evidentemente, sería interesantísimo formar y dar herramientas y estrategias al personal de los centros educativos para detectar y poder acompañar al alumnado en este proceso, pero debería de poder derivarse específicamente a figuras con la formación adecuada y el espacio para atender estas necesidades.  

Aunque pueda existir la comunicación de los centros con el sistema sanitario público, es necesaria una figura en cada centro educativo que cumpla esta función de intervención y nexo de los casos que deben derivarse. 

La adicción a las redes sociales y a los dispositivos móviles, en general, es un problema real en las escuelas. ¿Considera que los centros educativos disponen de las herramientas adecuadas y la formación suficiente para enfrentarse a estas nuevas amenazas?

Las medidas implementadas en los centros educativos para abordar esta problemática se basan, principalmente, en la restricción de uso y la integración de la prevención a través de actividades y charlas sobre el uso adecuado que se debería hacer de los dispositivos móviles y las redes sociales. Estas acciones no siempre son lo suficientemente efectivas para abordar el problema de fondo, ya que son medidas que se establecen durante la jornada escolar y no se adaptan a la realidad que viven las personas jóvenes. 

Debemos entender que las generaciones que intentamos ayudar han nacido en la era tecnológica. Hay una brecha y no hablamos de la brecha digital. Hablamos de un cambio de paradigma. Las personas adultas que queremos ayudarles hemos crecido en un mundo sin tecnología y redes sociales, y ahora lo hemos integrado en nuestras vidas, en muchas ocasiones abusando también de él. 

Las personas jóvenes no conocen un mundo sin ellas, sin las redes, sin la comunicación a través de ella. Aunque es evidente que hay que marcar límites en su uso y saber en qué contexto podemos acceder o no a determinados tipos de ocio que nos proporcionan, las medidas realmente útiles son aquellas que acompañan la restricción de educación. 

"Los centros educativos y la sociedad deberían trabajar en combatir la estigmatización de los problemas de salud mental"

De la misma manera que les enseñamos en otros aspectos de la vida a cómo comportarse e interactuar con los recursos, debemos hacerlo con las redes sociales. Forman parte de su mundo, mucho más que del nuestro. La adicción a las redes sociales no es solo una cuestión de control de dispositivos, sino de entender el impacto que tienen en la vida emocional y social de los estudiantes. 

Hablamos de problemas que afectan a todas las esferas de la vida de las personas jóvenes. Estas nuevas formas de comunicación afectan a sus relaciones personales, concentración, desarrollo académico, autoestima, autoconcepto, y motivación. No hablamos solo de un problema de los centros educativos, si no un problema social. 

Por eso es importante trabajar estos temas con las personas que ya presentan dificultades en su uso excesivo, pero también debemos trabajar en potenciar un buen uso. Deben de desarrollar habilidades críticas que abarquen no solo la gestión del tiempo, también saber distinguir la realidad de la ficción de las redes sociales. Estereotipos de belleza, expectativa, planes y relaciones sociales, son ámbitos que se muestran realmente distorsionados en redes sociales. 

¿Cómo valora la acogida que ha tenido el programa Cuidar-se entre los alumnos?

El programa ha funcionado realmente bien en los centros educativos. El alumnado valora de forma muy positiva los talleres y las temáticas que se abordan, pero, sobre todo, solicitan la atención de las asesorías individuales. Las técnicas encargadas del programa son una figura que ha conseguido ser referencia para las personas jóvenes, acudiendo a ellas para buscar un espacio de escucha y comprensión. 

Ha habido una gran apertura emocional por parte de los y las estudiantes donde intervenimos y se han convertido en una figura de referencia además de una herramienta de apoyo a los departamentos de orientación. 

Más allá de programas impulsados por Fundaciones, ¿qué otras iniciativas deberían ponerse en marcha por parte de las instituciones para prevenir los problemas de salud mental en los más jóvenes?

Tanto los centros educativos como nuestra sociedad, deberíamos trabajar en combatir la estigmatización de los problemas de salud mental que, aunque cada vez menos, sigue siendo una barrera. A muchos estudiantes les cuesta expresar lo que están viviendo por miedo a ser juzgados o porque simplemente no saben cómo verbalizarlo. Necesitamos más espacios de escucha activa y menos juicios para que ellos y ellas se sientan cómodas buscando ayuda. Para ello, la comunidad educativa debe recibir formación y atención personalizada para dar espacio a sus necesidades y poder apoyarlos. 

Aquí vuelvo a hacer hincapié en la necesidad de aumentar la formación en salud mental para docentes y personal educativo, al igual que la creación de espacios donde se atienda la suya propia. Debemos también hablar de recursos humanos, de personal de apoyo, de una figura en los centros educativos que aborde estas problemáticas de manera continuada y que proporcione mayor accesibilidad al alumnado y comunidad educativa.  La implementación de más programas curriculares permanentes sobre bienestar emocional, no solo como respuesta a crisis determinadas, sino como prevención, detección y asesoramiento continuo. 

"Las redes sociales, aunque a veces son parte del problema de la salud mental, también han ayudado a visibilizar"

¿Ha detectado una creciente preocupación por la salud mental en la sociedad? 

Definitivamente, sí. En los últimos años hemos visto un aumento significativo en la preocupación por la salud mental a nivel global. La pandemia de la Convid-19 jugó un papel crucial en visibilizar y amplificar este tema, ya que muchas personas experimentaron problemas como ansiedad, estrés, depresión y dificultades derivadas del aislamiento. Esto no solo afectó a individuos, sino que también puso en evidencia las carencias en los sistemas de salud mental y la necesidad urgente de tratarlos de manera más integral en todos los aspectos que rodean la vida de las personas.

Hoy en día, las conversaciones sobre salud mental son más abiertas, y eso ha sido un avance. Las redes sociales, aunque a veces son parte del problema, también han ayudado a visibilizar y poner en la palestra el diálogo sobre la salud mental ayudando, por ejemplo, a normalizar hablar de temas como la ansiedad, la depresión y el suicidio, que antes eran tabú. 

A medida que crece la concienciación sobre este tema, también lo hace la presión por mejorar los recursos y el acceso a servicios de salud mental. Se han implementado políticas para trabajar estas dificultades en el trabajo o en los centros educativos y hay un aumento en la financiación de la atención mental en el sistema de salud pública, aunque la demanda siga sin poder abordarse de manera integral.  

No podemos negar que esto es un avance y que el propio hecho de que se hable de salud mental y se hable del suicidio es prevención, pero aún queda mucho por hacer y gran parte de la atención que reciben las personas con estos problemas se delega a la atención privada. 

Y con este escenario, ¿cree que el cambio en la forma de afrontar el problema será visible a corto plazo?

Creo que hay ciertos aspectos y carencias que pueden solventarse a corto plazo con programas como Cuidar-se en los centros educativos. La educación es clave. Invertir recursos en prevenir situaciones de este tipo y poder abordarlas antes de que sean una crisis va a marcar la diferencia a largo plazo. Los frutos a corto plazo son complicados de detectar y valorar, ya que seguimos viviendo en una sociedad que invierte mucho más, tanto económicamente como en esfuerzos, en tratamientos que en prevención.

Centrándonos en el tema que más nos involucra en nuestro trabajo desde la Fundación Diálogos, la figura de personal formado específicamente en estos temas provoca un cambio en el funcionamiento de los centros educativos al abordar estas problemáticas, pero todavía queda mucho camino que va a requerir del paso de generaciones para una conciencia más global.

La educación no es solo académica, también debe ser emocional y ética. Y en ese aspecto, todavía tenemos un largo camino por recorrer y mejorar.