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Entrevista con Javier Urra, doctor en Psicología y Ciencias de la Salud

“En esta guerra, sufren los niños ucranianos refugiados, los niños rusos y la infancia en general”

El horror de la guerra no deja indiferente a nadie. Y no debe hacerlo, sin duda. Pero, en el caso de la infancia obligada a vivirla sin opción y que vilmente se ve despojada de su inocencia para siempre, el daño moral, sin desdeñar el físico, podría ser más cruel e incluso irreparable. En esta entrevista con Soziable.es, el doctor Javier Urra nos explica de qué forma pueden estar percibiendo los niños y niñas ucranianos la barbarie que asola en estos momentos su país, cómo les podría afectar y de qué forma podemos ayudarles.

Javier Urra, doctor en Psicología y Ciencias de la Salud
Javier Urra, doctor en Psicología y Ciencias de la Salud

El pasado 24 de febrero dio comienzo la invasión del ejército ruso a Ucrania. Desde entonces, los bombardeos sobre objetivos militares e, incomprensiblemente, también civiles no han dejado de sucederse. El conflicto bélico, como consecuencia de estos y de otro tipo de ataques, ya ha dejado tras de sí miles de fallecidos, muchos más heridos y millones de desplazados a los países vecinos.

Y entre todos ellos, también se han visto perjudicados los niños y niñas del país, quienes, con total seguridad, carecen de toda responsabilidad en actos irracionales de esta magnitud y que, a la par, podrían ser los que mayores secuelas morales, psicológicas y, tal vez, físicas arrastren a lo largo del resto de sus vidas.

Aunque las cifras, de no detenerse el conflicto, seguirán incrementándose, un informe de la Fiscalía de Menores de Ucrania publicado a través de su canal de Telegram este mismo sábado, 12 de marzo, denuncia que, hasta el momento, han perdido la vida 79 niños y en torno a un centenar han resultado heridos.

Sin duda, nadie es ajeno a que un conflicto bélico –también el que arrecia en Ucrania desde las últimas semanas, por supuesto– puede ser traumático para cualquier persona que lo viva de cerca. Y, evidentemente, la infancia del país también se verá afectada en mayor o menor medida.

A este respecto, Javier Urra, doctor en Psicología y en Ciencias de la Salud, académico de Número de la Academia de Psicología de España, psicólogo forense de la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia y, además, primer Defensor del Menor en nuestro país, explica en esta entrevista con Soziable.es cómo impactarán estos hechos dramáticos sobre los niños y niñas ucranianos.

En este sentido, aclara que “los niños son mucho más adaptables que los adultos”. Ello no es óbice, sin embargo, para que, tal y como sostiene, el grado en el que se van a ver afectados estos niños y niñas “dependerá de la sangría que se produzca, de la pérdida de seres queridos, de los desplazamientos y de lo que capten en los adultos de referencia”.

“Lo que creo que debe preocuparnos con la infancia es una educación que sirva de antídoto en lo posible para el futuro”

Explicar lo inexplicable

Más allá de intereses económicos y geopolíticos, que, por supuesto, no benefician a la mayor parte de la población ucraniana –ni a la rusa, siquiera–, es evidente que el sentido de esta guerra es harto complicado de entender para las poblaciones sumidas en esta sinrazón y para las que, desde la distancia, la observan, lamentan y denuncian.

Más difícil de comprender aún resulta para la infancia, a la que, según el doctor Javier Urra, se le deben explicar los motivos de lo que estamos viendo en Ucrania “con sinceridad, haciéndole saber que el ser humano es capaz de lo mejor pero también de lo peor, que somos muy territoriales, que nos gusta el poder y el dominio y que, en la historia del ser humano, hemos tenido guerras mundiales y no hemos sido capaces todavía, como especie, de encontrar fórmulas para impedirlo”.

Sin embargo, también matiza esta cuestión y recuerda que “tenemos la Declaración Universal de Derechos del Hombre y la Convención de Derechos de la Infancia”. Y que, asimismo, “nos hemos dotado de organizaciones internacionales como Naciones Unidas y otras políticas, que son eficaces, pero sin alcanzar a conseguir que la violencia, en ocasiones individual, a veces grupal, siga ensangrentando nuestro planeta”.

Educación, antídoto para el futuro

Por desgracia, los niños y niñas son los grandes olvidados de cualquier guerra. También lo han sido en el caso de Ucrania. Además de ser los más vulnerables, sufren de forma cruel sus consecuencias. Y lo peor de todo es que nadie parece tener en cuenta que la infancia es nuestro futuro.

Contrario a este olvido, durante la entrevista, Javier Urra afirma que, a este respecto, “mi opinión es la misma que la de toda la ciudadanía que antepone los derechos de la sociedad civil y democrática y que entiende que los argumentos, las ideas y las disensiones se pueden debatir sin imponer. Y menos por las armas”.

Y ello, añade, se extiende más allá de la infancia. “Me preocupan los niños, pero también los adultos y la gente muy mayor”, confiesa al tiempo que señala que “lo que creo que debe preocuparnos con la infancia es una educación que sirva de antídoto en lo posible para el futuro”.

Vidas trastocadas

Para la infancia de un país como Ucrania, tras la invasión rusa, su forma de vida ha dado un giro radical hacia una situación dramática. Un escenario en el que, en demasiados casos, se han visto obligados a dejar atrás su colegio y a sus amigos, familiares y vecinos y que deben afrontar, como relata el doctor Urra, “sobreviviendo, adaptándose, mostrándose afables con quienes les acogen y, desde luego y en lo posible, si se les dota de una escuela donde aprender, integrándose en la misma”.

En este aspecto, en el de la gestión mental por parte de un niño de una situación compleja como lo es una guerra, el rol de los profesionales de la psicología puede resultar trascendental. En estos dos campos, precisamente, en el de la psicología y en el de la infancia, acumula una más que contrastada trayectoria Javier Urra.

Por ello, en relación a cómo estos profesionales deben tratar a un niño que ha sufrido una experiencia bélica, explica con claridad que es preciso hacerlo “con mucho amor y ternura, posicionándose de manera expectante y buscando en lo posible trasmitirle seguridad y esperanza”.

“Esta es una buena ocasión para sensibilizar a los niños, para escucharlos y para darles la palabra”

Sin banderas ni fronteras

Se podría pensar que, a nivel emocional, existen diferencias entre la percepción del conflicto por parte de los niños rusos y ucranianos, como ciudadanos del país invasor y del invadido que son. Sin embargo, el doctor Urra discrepa.

En este sentido, considera que “los niños no tienen banderas ni fronteras. Ellos perciben la realidad y sienten las carencias, pero tampoco tienen una capacidad abstracta y política de la información que les llega”. Por ello, apunta que, en una situación trágica como esta, “al final, sufren los niños refugiados, los niños rusos que estén viviendo en otros países y yo diría que la infancia en general”.

Y algo similar sucede en el caso de otros niños que, desde otras partes del mundo ajenas, a priori, a esta guerra, son espectadores de un modo u otro de la misma. Acerca de esta cuestión, el doctor Javier Urra señala que la infancia de los países no contendientes vive esta situación “desde una disonancia, porque ven el sufrimiento, pero no lo padecen”.

Dar la palabra a los niños

Al hilo de esto, advierte que esta “es una buena ocasión para sensibilizar a los niños, para hablar formalmente del tema, para escucharlos, para ver qué perciben ellos. Sí, para darles la palabra”.

Pero, hasta el momento, lo que sí se ha hecho en nuestro país, desde el ámbito educativo, en el que los niños son parte vital, es rechazar esta guerra de forma rotunda y poner en marcha numerosas iniciativas solidarias para recibir y acoger a los niños de Ucrania.

Se trata de acciones que han aflorado desde el espíritu solidario que también distingue al ser humano y que Javier Urra valora muy positivamente. Sobre esta solidaridad, precisamente, sentencia que “es una acción más en favor de sentirse concernido y de entender que somos habitantes de un mismo planeta”.