¿Qué se puede esperar de la Cumbre Climática del próximo día 23 en la sede de Naciones Unidas?
En Nueva York esperamos una llamada conjunta a la necesidad de elevar la ambición en la lucha contra el cambio climático. La magnitud de esta crisis es más evidente que nunca y se hace necesario aunar los esfuerzos de todos los ámbitos en una única dirección, la descarbonización de las economías de aquí a mediados de siglo. No se trata de una cumbre de discursos, sino de acciones. Se esperan compromisos concretos con impacto en la economía real, en torno a diferentes áreas temáticas: industria, energía, eficiencia, soluciones basadas en la naturaleza, adaptación a los impactos del cambio climático, financiación y, por supuesto, elementos transversales con un marcado carácter social como la transición justa, salud y género, temas especialmente importantes para España.
En 2020 debería empezar a aplicarse el Acuerdo de París. ¿Cuáles son hoy los principales obstáculos para avanzar en la agenda?
La agenda ya está en marcha. Tenemos las reglas claras adoptadas el año pasado en Katowice para empezar a aplicar el Acuerdo de París. Aunque muchos pensaban que no lo lograríamos, el multilateralismo volvió a ganar y cuatro años después de París, en 2019, tenemos la letra pequeña del Acuerdo que nos permite, a los 185 gobiernos que lo hemos ratificado, cumplirlo y hacer un seguimiento de ese cumplimiento. Sin embargo, también es evidente que hay que hacer más. Los compromisos de reducción de emisiones actuales son insuficientes para no superar el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5ºC.
"Nueva York no será una cumbre de discursos sino de acciones concretas con impacto en la economía"
Es necesario pasar, de manera ordenada y coherente con las realidades de cada país, de una sociedad basada en los combustibles fósiles a una neutra en carbono. Para ello, va a ser fundamental asegurar que este proceso de transición sea justo y beneficioso socialmente, de manera que toda la sociedad en su conjunto participe de manera activa en el cambio que ya estamos viviendo. España es especialmente sensible a esta realidad y ha hecho de la transición justa una de sus prioridades, ya que hemos entendido que para que esta transición avance con éxito debe permitir generar nuevos empleos y oportunidades a los trabajadores y regiones más vulnerables.
Cada vez se dejan sentir más las consecuencias del cambio climático y hay más evidencias de la responsabilidad de la actividad humana. Aun así persisten las posturas de indiferencia o claramente negacionistas incluso en algunos mandatarios. ¿Qué piensa al respecto?
A nadie le gusta que le den malas noticias. Y es muy común dar menos valor a las noticias, a las ideas y a las verdades que nos hacen sentir incómodos. Pero al final hay que vencer los primeros impulsos porque no tomar en consideración las señales del riesgo nos ponen en un peligro aún mayor. Y a día de hoy la ciencia es clara y contundente, y es la base fundamental que nos permite ser conscientes del punto en el que nos encontramos, el escenario que nos espera según las acciones que tomemos y, por tanto, la que nos permite anticiparnos para actuar dando pasos hacia una transición ecológica que construya una sociedad más prospera, justa y resiliente. Existe un consenso de la comunidad científica internacional en torno al imperativo urgente de reducir sustancialmente las emisiones globales de gases de efecto invernadero en la próxima década, y de alcanzar la neutralidad climática en 2050, como requisitos imprescindibles para evitar un aumento de la temperatura media global por encima de 1,5°C respecto a los niveles preindustriales.
¿Y a qué nos enfrentaríamos si la temperatura sube por encima de los 1,5ºC?
Superar este objetivo supone exponerse a riesgos inasumibles. Países enteros podrían desaparecer, especies enteras podrían extinguirse, y estaríamos superando un punto de inflexión con consecuencias desconocidas. La ciencia no entiende de colores políticos. No podemos mirar a otro lado, estamos cerca de cruzar el punto de no retorno, por incómodo que resulte asumir estas noticias. Pero es que, además, nos esperan enormes beneficios sociales, económicos, ambientales si hacemos bien las cosas. Para mí es un debate cerrado, llevamos muchos años trabajando en las soluciones para la industria y para las personas.
¿Qué opinión le merecen las movilizaciones de los más jóvenes en torno a la figura de Greta Thunberg y la huelga global convocada para el próximo día 27?
Sin duda creo que es alentador que los propios protagonistas del futuro sean los que hayan convertido el cambio climático en una cuestión prioritaria, y que estén ayudando a posicionar este tema en la ciudadanía y haciendo presión a los gobiernos. Desde la Administración, no podemos hacer otra cosa que escucharles y actuar. Las protestas de nuestros jóvenes son un llamamiento a la acción urgente en la lucha contra el cambio climático en todos los rincones del mundo, y los jóvenes españoles no se han querido quedar atrás.
"La ciencia no entiende de colores políticos y nos dice de forma contundente que es urgente reducir las emisiones de gases de efecto invernadero"
Están sirviendo de inspiración a muchos jóvenes, y no tan jóvenes, facilitando la compresión de la crisis climática. Han convertido el cambio climático en una cuestión socialmente relevante, aquí y ahora y no en un problema del que tendremos que ocuparnos en el futuro. Y han centrado la atención en la dimensión humana y ética del problema, destacando que es inaceptable condenar a las futuras generaciones a una vida más difícil por nuestra incapacidad para realizar los esfuerzos necesarios hoy.
¿Cómo valora que 28 grandes compañías (que suman un capital de 1,3 billones de dólares) hayan respondido positivamente al llamamiento del secretario general de Naciones Unidas comprometiéndose con una reducción a cero de las emisiones de CO2 para 2050?
Como comentaba anteriormente, hacer las cosas bien y aprovechar las oportunidades transformadoras que nos brinda el apostar por un nuevo modelo de desarrollo sostenible conlleva muchos beneficios. Muchos de esos beneficios son económicos, y el sector privado lo tiene claro: o se aprovechan las oportunidades del cambio climático y anticipamos el futuro o asumimos un enorme riesgo quedándonos atrás. La idea de que preservar nuestro planeta no es compatible con el desarrollo o que los proyectos que apoyan la sostenibilidad son menos rentables que los tradicionales está obsoleta: la economía verde se ha revelado como la gran oportunidad y estos proyectos han demostrado ser más rentables y sostenibles a largo plazo.