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Según un estudio de Triodos Bank

Sólo el 37% de los españoles considera el impacto ambiental y social de los alimentos que consume

Algo más de un tercio de la población española asegura tener en cuenta el impacto medioambiental y social de los alimentos que consume. Así lo subraya un estudio elaborado por Triodos Bank, que, además, advierte que casi ocho de cada 10 personas incrementarían el uso de productos ecológicos y de comercio justo si los precios fueran más bajos.

El 80% de los encuestados aumentaría el uso de productos ecológicos si los precios fueran más bajos.
El 80% de los encuestados aumentaría el uso de productos ecológicos si los precios fueran más bajos.

El desperdicio de alimentos es aún una práctica habitual en los hogares españoles. Con la llegada de las fiestas navideñas, el consumo y el gasto en alimentos se incrementa significativamente y, con ellas, el desperdicio, que se puede disparar en estas fechas hasta el 10% por una parte de la población. 

Por otro lado, y según el estudio 'Conductas sostenibles de la población española', realizado por la entidad de banca ética Triodos Bank en el marco de su XX aniversario en España, más de la mitad de la población española (62%) afirma tener un gasto mensual en alimentación superior a 200 euros.

El estudio pone también de manifiesto la escasa conciencia ciudadana con criterios sostenibles en las decisiones de la cesta de la compra y el impacto de éstas sobre el medioambiente y la sociedad. En este sentido, sólo el 37,1% de las personas consultadas dice tener en cuenta el impacto ambiental y social de los alimentos que compra y consume y apenas un 8% considera como determinante que estos alimentos sean ecológicos.

Huella de carbono

De acuerdo con el último Informe de Sostenibilidad en el Consumo realizado por el Ministerio de Transición Ecológica, la huella de consumo en España no ha parado de crecer desde 2013 y la alimentación acapara más del 50% de los impactos asociados, un 26% superior a la media europea.

En este sentido, los resultados extraídos del Estudio de Triodos Bank reflejan un horizonte algo más esperanzador respecto al crecimiento de conductas más sostenibles. Casi un 64% de la muestra afirma valorar el origen ecológico de los alimentos, cuatro de cada 10 compran este tipo de alimentos de forma habitual y más del 80% los consume al menos una vez por semana. En el otro lado de la balanza, únicamente un 18% condiciona su decisión a comprar este tipo de productos ecológicos en función del precio. 

Coste, principal barrera

Aunque existe un interés en consumir productos ecológicos o de comercio justo, el precio actúa como freno. El 79,3% de las personas encuestadas asegura que aumentaría la compra de estos productos si no fuesen más caros que los habituales. Al ahondar en esta afirmación, las mujeres (82,7%), la población de entre 26 y 40 años (82,5 %), las personas con estudios superiores (82,8%) y las que trabajan (81,9%) son los grupos de población más dispuestos a aumentar su consumo con precios más ajustados. Sin embargo, un 15,3% no modificaría sus hábitos, independientemente de los precios.

En esa línea, aunque existe una preocupación creciente por la preservación del medioambiente y los ecosistemas, la penetración de los productos ecológicos en nuestro consumo diario es todavía escasa y el precio es más relevante en la gran mayoría de los casos. De hecho, y más allá del sector alimentario, el estudio también revela que casi un 95% de la población afirma no comprar ningún producto sostenible de forma habitual. Sólo un 5% de la población tiene en cuenta la sostenibilidad en su consumo de ropa (53,9%), productos de cosmética e higiene personal (29,8%) o para la limpieza del hogar (28,2%).

Conocimiento sobre productos ecológicos

La principal diferencia entre los productos ecológicos y los convencionales radica en el proceso de producción. Es decir, en los primeros no se usan pesticidas ni fertilizantes químicos, sino métodos naturales y sostenibles en toda su cadena de valor mediante, por ejemplo, rotaciones de cultivos y compostaje, mantenimiento de la fertilidad del suelo y protección de la biodiversidad, sin obviar su impacto social y económico donde se produce, comercializa y distribuye. Aun así, distinguir un producto ecológico de uno que no lo es no siempre es sencillo. 

Bajo esa premisa, el estudio demuestra que existe un conocimiento reducido de los sellos y certificaciones ecológicas. Casi un 40% de las personas no conoce ninguno y el 44,3% que afirma lo contrario no tiene muy clara su definición. A pesar de ello, las personas consumidoras consideran útil que los productos lleven información sobre su impacto ambiental, aunque alegan desconocimiento a la hora de interpretar esos datos. De hecho, existe una gran falta de información entre la mayoría de la población sobre qué alimentos son los que más contaminan en su producción y el impacto ambiental que generan. 

Por otro lado, a la hora de hacer la compra y en la concienciación sobre el uso de plásticos, el estudio revela que casi la mitad de las personas consultadas (47,4%) tiene en cuenta que los supermercados a los que acuden tengan menos envases de un solo uso. Al preguntar por los hábitos de compra, el 91,6% afirma utilizar bolsas reutilizables y, de este porcentaje, un 46,2% lo hace siempre.