
En medio de un escenario global marcado por conflictos armados y tensiones geopolíticas, una declaración del comisario europeo de Energía y Vivienda, Dan Jorgensen, ha encendido el debate en Bruselas: “El cambio climático es el mayor problema al que se enfrenta la Unión Europea, incluso por encima de la guerra en Ucrania y la guerra comercial con Estados Unidos”. Sus palabras han generado una ola de reacciones. Mientras científicos y ambientalistas respaldan su postura con datos alarmantes sobre el calentamiento global, otros expertos advierten que los efectos inmediatos de la guerra en Ucrania han sido devastadores para la estabilidad económica, energética y política del continente.
Desde la era preindustrial, la temperatura media en la UE ha aumentado 1,7 °C, superando el promedio global. Este incremento ha intensificado fenómenos extremos como olas de calor, incendios forestales y lluvias torrenciales, con un coste económico superior a los 500.000 millones de euros en la última década.
Aunque en 2023 las emisiones de gases de efecto invernadero se redujeron un 8,3%, la UE aún está lejos de alcanzar su objetivo de reducción del 55% para 2030. La Agencia Europea del Medio Ambiente advierte que, sin medidas urgentes, el cambio climático podría reducir el PIB europeo en un 7% para 2050. En respuesta, la UE ha destinado el 30% de su presupuesto 2021-2027 a combatir esta crisis, movilizando recursos sin precedentes.
Dan Jorgensen: “El cambio climático es el mayor problema al que se enfrenta la Unión Europea, incluso por encima de la guerra en Ucrania y la guerra comercial con Estados Unidos”
A diferencia de los conflictos armados, cuyos efectos son localizados y temporales, el cambio climático afecta a todos los países, sectores y generaciones, e impacta la salud pública, la seguridad alimentaria, la disponibilidad de agua, la biodiversidad y la estabilidad económica. Además, actúa como multiplicador de amenazas, exacerbando tensiones sociales y migraciones forzadas.
Guerra de Ucrania
Por otro lado, más allá de su impacto humano y geopolítico, la guerra en Ucrania se ha convertido en una bomba climática silenciosa. Las importaciones de gas ruso han caído un 40%, obligando a los países europeos a buscar fuentes alternativas de energía, y la inflación en la eurozona alcanzó un pico del 10,6% en octubre de 2022, impulsada por el alza en los precios energéticos.
Además, la UE ha destinado más de 100.000 millones de euros en ayuda a Ucrania, incluyendo apoyo militar y reconstrucción. La seguridad alimentaria también se ha visto afectada, con una caída del 30% en las exportaciones de cereales desde Ucrania, lo que ha disparado los precios de los alimentos en todo el continente.
La científica climática Svitlana Krakovska, integrante del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), ha cofirmado un estudio respaldado por el Gobierno ucraniano y desarrollado por la Initiative on GHG Accounting of War, que revela un dato alarmante: las emisiones de CO₂ vinculadas a la guerra en Ucrania aumentaron un 31% solo en el último año. Desde el inicio del conflicto en 2022, se han liberado casi 230 millones de toneladas equivalentes de CO₂, una cifra comparable a las emisiones anuales combinadas de Austria, Hungría, República Checa y Eslovaquia.
Las importaciones de gas ruso han caído un 40%, obligando a los países europeos a buscar fuentes alternativas de energía
Uno de los factores más preocupantes es el impacto de los incendios forestales provocados por la guerra. Según el Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales, en 2024 se quemaron más de 92.000 hectáreas en Ucrania, más del doble del promedio anual de los dos años anteriores. Estos incendios, muchos de ellos cerca de las líneas del frente o en zonas fronterizas, generaron 25,8 millones de toneladas de CO₂, un aumento del 118% respecto a años anteriores.
Tras tres años de conflicto, la guerra se ha convertido en una de las principales fuentes de emisiones del país. El uso intensivo de vehículos militares —tanques, aviones de combate y transporte logístico— ha generado 74 millones de toneladas de CO₂, debido al consumo masivo de diésel y queroseno.
La seguridad alimentaria también se ha visto afectada, con una caída del 30% en las exportaciones de cereales desde Ucrania
Aunque el uso de drones se ha intensificado, no ha reemplazado el uso de artillería pesada, que sigue siendo altamente contaminante. Además, los ataques a infraestructuras energéticas han provocado un aumento del 16% en las emisiones asociadas a este tipo de daños, especialmente en instalaciones petrolíferas. Solo en el último año, estas emisiones pasaron de 1,1 a 2,1 millones de toneladas de CO₂.
Encuesta del BBVA
A los españoles, ¿qué nos preocupa más? En septiembre de 2022, el estudio Transatlantic Trends 2022, elaborado por el German Marshall Fund y la Bertelsmann Foundation, con la colaboración de la Fundación BBVA, reveló que el cambio climático se consolidaba como la principal preocupación de seguridad para los ciudadanos españoles, por encima de los conflictos bélicos y la inmigración.
El informe, basado en encuestas a más de 21.000 personas en Estados Unidos, Canadá, Turquía, Reino Unido y diez países de la Unión Europea, mostró que un 22% de los españoles identificó el cambio climático como el mayor desafío de seguridad para los próximos años. Esta cifra supera a la preocupación por la guerra entre países y la inmigración, que ocupan el segundo y tercer lugar, respectivamente.
La inquietud por el medioambiente también es compartida por otros países del sur de Europa, como Italia (34%), Portugal (29%) y Francia (28%). En contraste, en países como Lituania, Turquía y Polonia, el cambio climático tiene una presencia mucho menor en la lista de prioridades.
En definitiva, mientras los datos respaldan la gravedad del cambio climático y su impacto transversal en todos los ámbitos de la vida europea, los efectos inmediatos y desestabilizadores de los conflictos geopolíticos siguen marcando la agenda política y económica del continente. La afirmación de Jorgensen ha puesto sobre la mesa una disyuntiva compleja: ¿es el cambio climático realmente el mayor desafío de nuestro tiempo?