
“En los últimos 20 años se ha triplicado el número de pasajeros y las emisiones de CO2 se han mantenido en torno al 2 por ciento”, así se manifiesta, Eduardo Carrillo de Albornoz, director de Estrategia y Desarrollo de Negocio de Boeing Research & Technology-Europe, que apuntala esta afirmación del siguiente modo: “Hemos invertido un montón de recursos y de tiempo en aviones un 20 o 25 por ciento más eficientes”.
Sin embargo, el informe de ‘Stay Grounded, (‘Quedarse en tierra’), de la que forman parte 150 organizaciones, entre ellas Ecologistas en Acción, asegura que los efectos ambientales de la aviación no se detienen en ese 2 por ciento de emisiones. “Aparte del dióxido de carbono, los aviones producen otros elementos nocivos (metano, ozono, hollín, estelas y nubosidad inducida) con mayor impacto climático que el CO2”.
Estas organizaciones sostienen que todo eso “hace que hoy la aviación cause entre el 5 y el 8 por ciento del calentamiento global, de acuerdo con los datos recopilados y analizados en el estudio”.
Basándose en las expectativas de crecimiento de la industria aeronáutica que se sitúan en torno al 4,3 por ciento anual en las próximas décadas, ‘Stay Grounded’ estima que en 2050 las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de la aviación podrían ser entre cuatro y ocho veces superiores al nivel actual. El estudio parte del incremento que se dio entre 1990 y 2010, cuando la tecnología no era la misma que ahora.
Stay Grounded: "Las emisiones de GEI de la aviación podrían multiplicarse por cuatro o por ocho en 2050"
Como era de esperar el sector aéreo no está de acuerdo con estas estimaciones. El director corporativo de Iberia, Juan Cierzo, admite que “no tenemos una solución rápida al problema, pero todo el sector está comprometido para conseguir que esta imagen de la insostenibilidad de volar cambie”.
¿Es solo un problema de imagen?
Al hablar de “imagen de la insostenibilidad de volar”, Cierzo alude al efecto que en este sector ha tenido la negativa de la activista sueca Greta Thunberg de utilizar el avión para sus desplazamientos.
Pero no se trata solo de un problema de imagen. Hacen falta hechos además de palabras: hay que poner en marcha medidas que reduzcan esta contribución de gases de efecto invernadero del transporte aéreo. Por ello, Pablo Muñoz, responsable de Aviación en Ecologistas en Acción, anima a “estimular un debate riguroso y de calado que impulse la puesta en marcha de políticas claras y ambiciosas de decrecimiento de la aviación". Esta es la razón principal para el lanzamiento de la campaña ‘Quédate en Tierra’ que Ecologistas en Acción pretenden difundir en próximos meses.
Esta campaña promoverá medidas debe ser reducir el tráfico aéreo buscando alternativas de transporte sobre todo en las distancias cortas y medias. No obstante, el director corporativo de Iberia esgrime que “el 80 por ciento de las emisiones se producen en rutas en las que no hay alternativas viables”.
Asimismo, Stay Grounded y Ecologistas en Acción proponen endurecer la política fiscal hacia el sector: “introducir un impuesto al queroseno similar al de otros combustibles, aplicar el IVA al sector al igual que en el caso de otros medios de transporte o crear una tasa a los billetes en función de la distancia recorrida”, son algunas de las fórmulas que plantean en este sentido, que llegan hasta “penalizar a los viajeros frecuentes con más recursos”.
El director de Relaciones Internacionales de Globalia, Manuel Panadero, se opone tajantemente a este aumento de la presión fiscal, que, a su juicio puede derivar en una situación similar a la del ‘céntimo sanitario’, un impuesto del Gobierno Español a los carburantes que tenía como fin compensar a los pacientes de enfermedades producidas o agravadas por la contaminación. “Esos fondos jamás acabaron en la Sanidad”, denuncia.
“Veo mucho riesgo de que esto se convierta en un discurso que sirva para blanquear un invento de cargas fiscales cuyo objetivo no sea reducir las emisiones sino equilibrar las cuentas públicas”, advierte Panadero.
IATA: "El combustible sostenible podría reducir las emisiones de CO2 en un 80 por ciento”
Cierzo se muestra más conciliador: “Estoy de acuerdo en que hay que trabajar mucho para reducir las emisiones, pero creo que los gobiernos además de exigirnos, nos deberían facilitar las posibilidades de hacer las cosas bien”.
En este sentido se refirió a una antigua demanda del sector aéreo: la llamada medida del ‘cielo único europeo’. “Podríamos ir en línea recta de Madrid a Bruselas, en vez de zigzaguear por todo el continente. Con esta decisión que es exclusivamente de voluntad política, podríamos llegar a reducir el 10 por ciento de las emisiones”.
Combustible sostenible
Otros incentivos que podrían implementar los gobiernos serían los relativos al combustible sostenible, algo que explica Jason Sinclair, responsable para Europa de la Asociación Internacional del Transporte Aéreo (IATA): “Ahora mismo representa solo un 0,1 por ciento del queroseno que utilizan los aviones y, sin embargo, este combustible sostenible tiene un potencial como para reducir las emisiones de CO2 en un 80 por ciento”.
Sinclair señala que este tipo de mercado no se crea solo, sino que es necesario que los gobiernos y las empresas se involucren realmente. “Hemos visto en Europa en los últimos años cómo los gobiernos han fomentado la energía eólica o la solar y me gustaría ver este apoyo para la creación de un mercado de combustible sostenible” razona el directivo de IATA.
El directivo de IATA asegura: “Nosotros empezamos hace 10 años a desarrollar un sistema global de compensación de CO2 con un objetivo de eficiencia en nuestro combustible de 1,5 por ciento de mejora cada año y casi lo hemos duplicado”.
En definitiva, Sinclair resume el objetivo de estos esfuerzos: “No queremos poner a la gente en la alternativa entre volar o no volar, sino que apostamos por que la gente vuele de forma sostenible e informada.