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Se han visto afectadas la calidad del agua y la flora y la fauna

Las consecuencias de la DANA amenazan el ecosistema valenciano

Las recientes lluvias torrenciales provocadas por la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) han dejado un rastro de destrucción y más de 200 víctimas mortales en la Comunidad Valenciana. Además, más de un centenar de depuradoras han quedado sepultadas bajo el lodo y las aguas residuales amenazan con causar un desastre medioambiental sin precedentes.

La vegetación en zonas de ribera o cercana a cauces ha sido arrasada, afectando a los hábitats de muchas especies.
La vegetación en zonas de ribera o cercana a cauces ha sido arrasada, afectando a los hábitats de muchas especies.

La DANA, también conocida como “gota fría”, es un fenómeno meteorológico que se caracteriza por la formación de una masa de aire frío en niveles altos de la atmósfera. Éste puede provocar lluvias intensas y persistentes, especialmente en regiones mediterráneas como la Comunidad Valenciana, donde su frecuencia e intensidad han aumentado en los últimos años.

Uno de los efectos más preocupantes de la reciente DANA ha sido el daño a las infraestructuras de saneamiento. Según el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), más de 100 depuradoras en Valencia quedaron sepultadas bajo el lodo. Estas instalaciones son cruciales para el tratamiento de aguas residuales y su inoperatividad representa una amenaza significativa para el medioambiente ya que las aguas residuales no tratadas pueden contaminar ríos, lagos y acuíferos, poniendo en riesgo la salud pública y la biodiversidad.

No cabe duda de que las depuradoras son esenciales para mantener la calidad del agua. De hecho, su función principal es eliminar los contaminantes de las aguas residuales antes de que éstas sean devueltas al medioambiente. Sin embargo, cuando estas instalaciones quedan fuera de servicio debido a desastres naturales como la DANA, los efectos pueden ser catastróficos ya que las aguas residuales sin tratar pueden contener una variedad de contaminantes, incluyendo productos químicos tóxicos, metales pesados y patógenos, que pueden causar enfermedades.

Según Antonio Guillem, coordinador del área de Humedales de la Fundación Global Nature, “la paralización de más de 100 depuradoras representa, además de un grave problema ambiental, un grave problema de salud pública. El trabajo que realizamos en Global Nature nos muestra que es importante actuar porque la falta de operación de estas infraestructuras puede tener consecuencias importantes”.

En concreto, Guillem alude al vertido de aguas residuales, que afecta a “la calidad del agua y los ecosistemas acuáticos y terrestres donde se depositen estos vertidos incontrolados”; a la contaminación de acuíferos, algo que resulta “particularmente preocupante ya que su descontaminación es un proceso muy lento”; a los daños a la salud pública, puesto que “la exposición a aguas fecales aumenta el riesgo de enfermedades”; a la alteración de hábitats naturales, debido a que “los ecosistemas naturales cercanos a los puntos de vertido sufren pérdida de biodiversidad ya que puede afectar a especies sensibles a cambios en la calidad del agua”; y al incremento de malos olores y a la proliferación de plagas.

Pero el impacto de la DANA en las depuradoras no sólo tiene consecuencias negativas en la calidad del agua, sino también en la fauna y la flora acuática. Y es que los ecosistemas acuáticos son extremadamente sensibles a los cambios en la calidad del agua. La introducción de contaminantes puede alterar la composición química del agua, afectando a las especies que dependen de un entorno limpio y equilibrado para sobrevivir. Al mismo tiempo, la acumulación de lodo y otros sedimentos puede sofocar a las plantas acuáticas y reducir la cantidad de luz que penetra en el agua, lo que afecta a la fotosíntesis y, en última instancia, a la cadena alimentaria.

Parque Natural de la Albufera

El Parque Natural de la Albufera, uno de los ecosistemas más valiosos de la región, también ha sufrido los embates de la DANA. La entrada masiva de agua dulce ha afectado la salinidad de la laguna, poniendo en peligro a numerosas especies de flora y fauna que dependen de un delicado balance salino.

Como explica Antonio Guillem, “las aguas de la riada han desembocado en el Parque Natural de la Albufera de Valencia, afectando tanto a sus aguas superficiales como probablemente a las subterráneas, mediante la contaminación de algunos Ullals (acuíferos) que se encuentran en el Parque Natural. Además, el arrozal, hábitat de numerosas especies de flora y fauna, también se ha visto afectado”. 

La Albufera es un humedal costero que alberga una gran diversidad de especies. La alteración de su salinidad puede tener efectos a largo plazo en la biodiversidad del área. Las especies que están adaptadas a condiciones salinas pueden no sobrevivir en un entorno con menor salinidad, lo que puede llevar a una disminución de la biodiversidad. Además, las plantas acuáticas que dependen de un equilibrio salino específico pueden verse afectadas, lo que a su vez puede tener un impacto sobre las especies que dependen de estas plantas para su alimentación y refugio.

Algunos de los daños ambientales más graves de esta DANA podrían ser, según el coordinador del área de Humedales de la Fundación Global Nature, la contaminación de aguas, algo que “impacta directamente en la calidad del agua, afectando a su flora y fauna”; la erosión y contaminación del suelo, ya que “la gran cantidad de agua y su fuerza han arrastrado suelo fértil de zonas naturales y campos de cultivo, especialmente en áreas rurales agrícolas, degradando la capacidad productiva de la tierra”; el impacto sobre la biodiversidad marina y costera, puesto que “todo el arrastre de sólidos y contaminantes procedentes de la desembocadura del Turia y de las aguas del barranco del Poyo que han desembocado en la Albufera han ido a parar hacia las playas del sur, provocando la acumulación de todo tipo de residuos en la costa”; la pérdida de hábitats debido a que “la vegetación en zonas de ribera o cercana a cauces ha sido arrasada, afectando a los hábitats de muchas especies”; y la mortalidad de fauna silvestre.

Como consecuencia de todo ello, desde la Fundación Global Nature subrayan la necesidad de diseñar “un plan de restauración ambiental a largo plazo que incluya la recuperación de suelos, el saneamiento de masas de agua y la restauración de áreas afectadas”.

Pero, además, el impacto de esta DANA en la Albufera también se extiende a las actividades humanas. La pesca, una actividad económica importante en la región, puede verse afectada por los cambios en la salinidad y la calidad del agua. Los pescadores locales dependen de un ecosistema saludable para mantener sus medios de vida y cualquier alteración en el equilibrio ecológico puede tener consecuencias económicas significativas.

Soluciones y medidas de mitigación

Para mitigar los efectos de la DANA es imprescindible la implementación de una serie de medidas inmediatas. En este sentido, Antonio Guillem recuerda que “desde Fundación Global Nature tenemos experiencia y conocimiento para realizar propuestas”. 

Y, en concreto, destaca que algunas de las acciones más urgentes podrían incluir la “puesta en marcha de depuradoras y sistemas de saneamiento, el control de vertidos y aguas contaminadas, la retirada y gestión de lodos, la descontaminación de suelos, la reforestación y protección del suelo, el rescate y atención a la fauna afectada y la promoción de campañas de información y concienciación”.

Efectos a largo plazo

Los efectos de la DANA no se limitan a los daños inmediatos. A largo plazo, estos eventos pueden provocar la erosión del suelo, la pérdida de biodiversidad y la degradación de los hábitats naturales. Además, la recurrencia de DANA intensas puede dificultar la recuperación de los ecosistemas afectados, creando un ciclo de destrucción y recuperación que pone en jaque la resiliencia ambiental de la región.

La erosión del suelo es un problema particularmente grave en áreas afectadas por lluvias intensas. Cuando el suelo es arrastrado por el agua, se pierde la capa superior, que es la más rica en nutrientes y la más importante para el crecimiento de las plantas. Esto puede llevar a una disminución de la productividad agrícola y a la desertificación de áreas que anteriormente eran fértiles.

Asimismo, la pérdida de biodiversidad es otro efecto a largo plazo de la DANA. Los ecosistemas afectados por inundaciones y cambios en la calidad del agua pueden tardar años en recuperarse y algunas especies pueden no sobrevivir a estos cambios. Esta pérdida de biodiversidad no sólo afecta a las especies individuales, sino también a la salud general del ecosistema. Los ecosistemas más diversos son más resilientes y capaces de recuperarse de perturbaciones, por lo que la pérdida de biodiversidad puede hacer que los ecosistemas sean más vulnerables a futuros eventos extremos.

Ante estas terribles consecuencias, desde Global Nature consideran fundamental “aumentar la resiliencia de las infraestructuras de saneamiento y los ecosistemas naturales ante futuras DANA en la Comunidad Valenciana”, implementando, para ello, una serie de estrategias a largo plazo que fortalezcan la capacidad de recuperación y adaptación del territorio.

Entre ellas, Guillem destaca la modernización y adaptación de infraestructuras de saneamiento que permita la adaptación a las inundaciones, el almacenamiento de aguas de emergencia y contar con sistemas de tratamiento flexible; la planificación urbana y el control de zonas inundables mediante mapas de riesgo, la incorporación de infraestructuras verdes y la promoción de diseños arquitectónicos abiertos y elevados para garajes y zonas de almacenamiento; y la protección y restauración de ecosistemas naturales a través de la reforestación y restauración de vegetación ribereña y la protección de humedales.