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Según un estudio de ISGlobal

Las ciudades compactas tienen menor huella de carbono, pero peor calidad del aire, menos espacios verdes y mayores tasas de mortalidad

Un estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Fundación “la Caixa", ha analizado 919 ciudades europeas con el objetivo de conocer qué tipos de ciudades existen y cuáles son más favorables en términos de salud humana, calidad medioambiental y huella de carbono.

En la elaboración del estudio, se han analizado 919 ciudades europeas.
En la elaboración del estudio, se han analizado 919 ciudades europeas.

La investigación, publicada en The Lancet Planetary Health, ha identificado cuatro configuraciones urbanas básicas en el continente: ciudades compactas de alta densidad, ciudades abiertas de baja altura y densidad media, ciudades abiertas de baja altura y baja densidad y ciudades verdes de baja densidad.

Los resultados muestran que las ciudades más verdes y menos densamente pobladas tienen menores tasas de mortalidad, menores niveles de contaminación atmosférica y menor efecto de isla de calor urbano, pero mayor huella de carbono per cápita. Por el contrario, las ciudades compactas de alta densidad tienen tasas de mortalidad más altas, menos espacios verdes, peor calidad del aire y un mayor efecto de isla de calor urbano, pero menores emisiones de gases de efecto invernadero per cápita.

Ciudades compactas de alta densidad

Las ciudades compactas se caracterizan por una superficie reducida y una alta densidad de población. Además, suelen tener una alta densidad de zonas peatonales, una densidad moderada de carriles bici y una baja disponibilidad de zonas verdes naturales. Es la tipología urbana con mayor número de habitantes de Europa (más de 68 millones) y en ella se encuentran localidades como Barcelona, Milán, París y Basilea.

Las ciudades de este tipo tienden a facilitar la movilidad a corta distancia, ya que suelen tener redes de transporte público e infraestructuras para peatones y ciclistas densas.

Ciudades abiertas de baja altura y densidad media

Las ciudades abiertas de baja altura y densidad media tienen superficies pequeñas, densidades de población medias y una densidad relativamente elevada de vías para el tráfico motorizado.

La disponibilidad de zonas peatonales, carriles bici y zonas verdes es intermedia, en comparación con otros tipos de ciudades. En este caso, Bruselas, Dublín o Leipzig podrían considerarse ejemplos de este tipo de ciudades. 

Ciudades abiertas de baja altura y baja densidad

Las ciudades abiertas de baja altura y baja densidad ocupan una superficie mayor que las dos tipologías anteriores y tienen una menor densidad de población.

También se caracterizan por una baja disponibilidad de zonas peatonales y carriles bici y una disponibilidad de moderada a alta de zonas verdes naturales hacia las afueras. En esta categoría, entran ciudades como Pisa, Oviedo o Toulouse.

Ciudades verdes de baja densidad

Por último, la ciudad verde de baja densidad se caracteriza por tener una gran superficie con una baja densidad de población. Estas ciudades dispersas, entre las que se incluyen Helsinki, Rennes, Aarhus o Estocolmo, acostumbran a tener disponibilidad moderada de zonas peatonales y una gran disponibilidad de carriles bici y espacios verdes naturales, integrados desde las partes centrales del casco urbano.

Aprovechar las ciudades compactas 

"Tras analizar más de 900 ciudades de Europa, creemos que, tal y como apuntan la literatura y los expertos, la ciudad compacta puede seguir siendo el modelo del futuro, pero en su configuración actual muestra una baja calidad ambiental y necesita superar importantes retos", afirmó Tamara Iungman, investigadora de ISGlobal y una de las autoras principales del estudio.

En la misma línea, añadió que “el potencial para reducir la dependencia del coche, la accesibilidad a pie o el acceso a los servicios y las oportunidades de interacción social son ventajas claras del modelo de ciudad compacta. Sin embargo, siguen mostrando una elevada presencia del transporte motorizado y una clara falta de espacios verdes".

Por su parte, Sasha Khomenko, investigadora de ISGlobal y coautora principal del estudio, señaló que "los elevados niveles de contaminación atmosférica constituyen un reto particular para las ciudades compactas, hasta tal punto que, si se consiguiese reducirlos, también se reducirían las tasas de mortalidad significativamente".

Y Mark Nieuwenhuijsen, responsable del programa Clima, Contaminación Atmosférica, Naturaleza y Salud Urbana de ISGlobal y autor principal del estudio, explicó que "debemos aprovechar el potencial de nuestras ciudades compactas mediante modelos innovadores, como supermanzanas, barrios de bajo tráfico o sin coches, e incorporando alternativas como las soluciones basadas en la naturaleza, incluidas la plantación de árboles o los tejados y fachadas verdes”.

En la misma línea, Nieuwenhuijsen apuntó que “es esencial reducir el uso del coche y apostar aún más por el transporte activo y público. Por supuesto, no existe una solución única para todas las ciudades. Cada ciudad debe realizar estudios específicos basados en sus propias características y diseñar una solución ad hoc para encontrar el modelo óptimo en términos de salud, calidad ambiental y huella de carbono".