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Desarrollo sostenible de la economía azul

El Mediterráneo, ese gran activo

Capaz de convertir mares y océanos en motores de crecimiento

Diez estados implicados y diez años de diálogo. La estrategia europea para el desarrollo sostenible de la economía azul en el Mediterráneo occidental no es algo que se haya planificado a la ligera, precisamente. Y es que, para la UE, se trata de una política más que estratégica puesto que, además de trabajo y prosperidad, puede convertirse en un mecanismo para estabilizar la región.

La puesta en marcha de esta iniciativa implica a una decena de países del Mediterráneo occidental: cinco estados miembro de la UE (Francia, Italia, Portugal, España y Malta) y cinco terceros países del sur (Argelia, Libia, Mauritania, Marruecos y Túnez). Y, según la Comisión, están todos “preparados y deseosos de colaborar por este interés compartido”.

¿Qué es la economía azul?

El concepto de economía azul surgió ya en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible –más conocida como “Río +20”–, que tuvo lugar en Río de Janeiro, en Brasil, en junio de 2012. También forma parte de la Declaración ministerial sobre la economía azul que promovió a finales de 2015 la Unión por el Mediterráneo (UpM), organización intergubernamental que integra a los 28 países de la UE y a 15 países del sur y este del Mediterráneo.

Pero, ¿qué es, realmente, la economía azul? Miguel García-Herraiz, secretario general adjunto en la UpM, la define como “el conjunto de actividades humanas que dependen del mar y/o de la relación mar y tierra en el contexto del desarrollo sostenible”, como pueden ser la acuicultura, la pesca, la biotecnología marina, el turismo, el transporte marítimo, la construcción y reparación naval y la energía marina. “No es más que el concepto de ‘economía verde’, aplicado al mar”, explica García-Herraiz.

Objetivos

Que el Mediterráneo encierra una enorme riqueza en cuanto a recursos naturales, bienes culturales, diversidad de gentes y lugares es de sobra conocido por todos. Ahora bien, aunque los diversos sectores de la economía marítima tienen un gran potencial de desarrollo, la región se enfrenta a una serie de desafíos que generan “inestabilidad geopolítica general”. Algunos de ellos, según Enrico Brivio, portavoz de la Comisión Europea, son “la prolongada crisis económica y financiera y los elevados niveles de desempleo juvenil” que imperan en la región, “la creciente urbanización del litoral, la sobreexplotación pesquera, la amenaza del cambio climático, la contaminación marina y –cómo olvidarla– la crisis de refugiados”.

“Se hace más que necesaria una iniciativa que coordine y fomente la cooperación entre los diez países implicados para mejorar la seguridad y la protección, promover el crecimiento y la creación de empleo y proteger los ecosistemas y la biodiversidad marina”, sometida en la actualidad “a una gran presión” (un informe reciente estima una pérdida del 50 por ciento en los últimos 50 años). Tres serán los objetivos principales: establecer un espacio marítimo más seguro y protegido, una economía azul “inteligente” y una mejor gobernanza del mar.

“La economía azul trae aparejadas un sinfín de oportunidades”, declaró el comisario europeo de Medio Ambiente, Asuntos Marítimos y Pesca, Karmenu Vella, hace meses, cuando la Comisión hizo pública la iniciativa. Como la acuicultura sostenible, por ejemplo, que puede convertirse “en el mejor modo de recuperar las poblaciones naturales”; las fuentes de energía renovable, que aportan seguridad energética y reducen las emisiones de CO2, o la energía eólica marina, que aprovecha la fuerza de las olas y las mareas y que en 2015 daba empleo a más de 75.000 personas.

“La prioridad global”, según García-Herraiz, “es la de contribuir a la creación de puestos de trabajo en un sector con alto potencial de innovación”. Y, de paso, hacerlo “preservando el capital natural”. En el sector turístico, por ejemplo, la Comisión tiene previsto definir un código de buenas prácticas para los operadores de cruceros, con el fin de “distribuir equilibradamente” el número de turistas que desembarcan en espacios limitados cada vez que arriban a un puerto.

¿Qué hay de España? ¿Practica nuestro país esta economía? Miguel García-Herraiz no alberga ninguna duda: “La economía azul es una realidad aquí desde hace mucho tiempo. Basta con consultar los datos oficiales de la Comisión Europea para darse cuenta de cuánto significa para nuestro país”. El secretario general adjunto de la Unión por el Mediterráneo ofrece un par de ellos: el referente al turismo costero y marítimo, que da empleo a más de 270.000 personas, y al pesquero, con casi 130.000 trabajadores. Eso, sin contar con que somos “líderes en innovación del acuicultura”.

¿Qué ocurre en otros mares?, se preguntará el lector. Según Enrico Brivio, portavoz de la Comisión Europea, las estrategias e iniciativas que se aplican a cada cuenca se diseñan siempre “en base a las necesidades locales”. “Hemos puesto en marcha ya un Plan de Acción para el Atlántico, dos estrategias macrorregionales para el Báltico y un plan para los mares Adriático y Jónico, entre otros. En el Mar del Norte, las conversaciones se centran, fundamentalmente, en la energía; en el Mediterráneo, sin embargo, priman la economía azul y la integración de las políticas marítimas”, señala Brivio. El Mar Negro será el próximo: la Comisión, afirma este portavoz, “prepara también un servicio para promover la economía azul en la región. 

4.000 millones de euros

Siendo “prudentes”, la Comisión Europea calcula que los fondos disponibles para poner en marcha la iniciativa ascienden “al menos” a 4.000 millones de euros. Se financiará, por cierto, mediante los fondos e instrumentos financieros existentes a nivel internacional, de la Unión Europea, nacional y regional.

Además, la UE prevé crear un mecanismo de asistencia especializado para el Mediterráneo occidental y publicar convocatorias específicas para promover los clústeres marítimos, la ordenación del espacio marítimo y la cooperación entre centros de formación marítimos y entre comunidades costeras sobre la pesca a pequeña escala en la región, lo que ascenderá a alrededor de 10 millones de euros.