En un esfuerzo por reducir las emisiones de carbono y combatir el cambio climático, varios países europeos están evaluando la posibilidad de eliminar los vuelos de corta distancia cuando exista una alternativa ferroviaria viable. Esta medida, que ya ha sido implementada en Francia, país que ha prohibido los vuelos domésticos en rutas donde el viaje en tren dura menos de dos horas y media, busca fomentar el uso del tren, un medio de transporte más sostenible y eficiente en términos energéticos.
Otros países están tomando decisiones que reflejan un reciente compromiso para reducir las emisiones en el sector aéreo. Alemania, por ejemplo, ha incrementado los impuestos sobre los vuelos domésticos e intraeuropeos, y Bélgica ha introducido un impuesto sobre los vuelos cortos inferiores a 500 kilómetros.
Greenpeace aporta unos datos que sugiere que un tercio de los vuelos de corta distancia más concurridos en Europa podrían ser reemplazados por viajes en tren de menos de seis horas, teniendo en cuenta que los trenes emiten hasta un 90% menos de CO2 por pasajero-kilómetro en comparación con los aviones.
Impacto en la industria aérea
También hay que tener en cuenta que la eliminación de los vuelos cortos podría tener un impacto considerable en la industria aérea, que ya se enfrenta a desafíos económicos debido a la pandemia de la Covid-19. Es de suponer que esta disminución en el número de vuelos domésticos afecte a los ingresos de las compañías aéreas, con lo cual, se vean empujadas a llevar a cabo una reestructuración de sus operaciones.
Por otro lado, esta transición de pasajeros hacia el transporte ferroviario requerirá inversiones significativas en infraestructura para manejar el aumento de la demanda.
50 años de Puente aéreo
A pesar de la pérdida de viajeros aéreos entre las capitales madrileña y catalana registrada desde la puesta en marcha en 2008 de la Alta Velocidad ferroviaria, esta ruta aérea sigue siendo, a día de hoy, una de las más transitadas en España. En 2019, antes de la pandemia, se registraron un total de 15.773 operaciones que transportaron a 2.569.734 personas entre ambas ciudades, según datos de Aena.
Esas cifras representan, respectivamente, el 11,3% del total de operaciones aéreas y el 15% del número de viajeros en vuelos peninsulares de aquel año. Si bien el transporte ferroviario de alta velocidad tiene una cuota modal del 81,8% en este trayecto, según la CNMC, sigue siendo la ruta peninsular con mayor número de vuelos, y todavía se operan una treintena de vuelos diarios en ambos sentidos.
Según un estudio publicado por Ecologistas en Acción, solo en 2019 la ruta Madrid-Barcelona generó 168.827,2 toneladas de dióxido de carbono
El alto número de operaciones es, sin embargo, sinónimo de un alto impacto ambiental. Tomando como base de cálculo 2019, en dicho año los vuelos de esta ruta generaron 168.827,2 toneladas de dióxido de carbono, según un estudio publicado por Ecologistas en Acción. Por otro lado, en 2019 las operaciones entre Madrid y Barcelona produjeron 200,9 toneladas de óxidos de nitrógeno y 1,52 toneladas de partículas en suspensión potencialmente eliminables en caso de sustitución modal (traspaso hacia el tren).
Por todo esto, Ecologistas en Acción y la plataforma Zeroport han exigido al Gobierno avances en la sustitución de vuelos cortos peninsulares por trayectos en tren.
Según Pablo Muñoz, coordinador de Movilidad Sostenible en Ecologistas en Acción, “la sustitución de vuelos cortos por trayectos en tren es técnica y legalmente viable, tanto por las alternativas ferroviarias existentes como por los precedentes existentes en la UE. Pero para que la medida sea realmente efectiva, debe reducirse muy significativamente el número de vuelos entre Madrid y Barcelona, que es la ruta con mayores emisiones en la península. El Gobierno debe ser responsable y acelerar la puesta en marcha de esta medida”.