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Suponen un 16,8% de la población

El calor extremo afecta especialmente a los tres millones de españoles que viven en situación de pobreza energética

El 43% de las familias atendidas en 2021 por el programa ‘Ni Un hogar Sin Energía’, impulsado por ECODES, no podía mantener su hogar a una temperatura adecuada ni en verano ni en invierno. La cifra ha aumentado alrededor de un 50% con respecto al 24% de 2020 y supone el dato más alto desde que se tienen registros (2018). En nuestro país, de hecho, el calor extremo afecta de forma más acuciante a los tres millones de personas que viven en situación de pobreza energética.

Más de 13.000 familias han sido atendidas en el programa ‘Ni Un Hogar Sin Energía’.
Más de 13.000 familias han sido atendidas en el programa ‘Ni Un Hogar Sin Energía’.

España ha vivido ya durante este verano varias grandes olas de calor y lo ha hecho en un contexto de una escalada de precios de la energía sin precedentes.  En el mes de julio, de hecho, se registró la peor ola de calor en este mes en los últimos 20 años y en muchas comunidades autónomas de nuestro país se llegaron a batir récords de temperaturas, algo que, según los científicos, solo se explica en un escenario de cambio climático.

Además del impacto que esta situación conlleva sobre el aumento de la temperatura de la tierra y los mares y sobre las precipitaciones o las cosechas, hay que añadir sus consecuencias sobre la salud de la ciudadanía. En este sentido, es necesario recordar que el calor extremo afecta especialmente a los más de tres millones de personas que en España viven en situación de pobreza energética, lo que supone el 16,8% de la población.

Para hacer frente a estos datos, ECODES puso en marcha ya en 2013 la iniciativa ‘Ni Un hogar Sin Energía’, de la que desde entonces se han beneficiado más de 13.500 familias de todo el país. A pesar de los esfuerzos y avances dados, aún queda camino por recorrer, tal y como confirman los datos recogidos por la entidad, puesto que el 43% de las familias atendidas en 2021 desde este programa no podía mantener su vivienda a una temperatura adecuada en los meses de verano ni en la temporada de invierno.

Estos datos suponen un aumento considerable respecto al 24% registrado en 2020, siendo la cifra más alta alcanzada desde que se lleva a cabo el registro de los datos en 2018. Ante esta realidad, urge la adaptación y rehabilitación de las viviendas con criterios basados en la eficiencia energética, mejorando el aislamiento y los cerramientos, sustituyendo equipos por otros más eficientes e integrando energías renovables que permitan enfriar los hogares de forma limpia y asequible.

A todo ello hay que añadir determinados hábitos de ahorro de energía, como la ventilación a primera o última hora del día; el empleo de elementos como cortinas, persianas y toldos para evitar el sol directo; y el uso de ventiladores en lugar de aires acondicionados, dado que el consumo llega a ser hasta de 20 veces menos de electricidad o, en caso de usar estos últimos, no se debe bajar la temperatura por debajo de los 26°C, puesto que, cada grado menos, supone un 7% más de consumo de energía.

Colectivos más afectados

Junto con las personas vulnerables y los ancianos, uno de los colectivos más afectados por las temperaturas extremas es el de la infancia, que, en muchos casos, ha tenido que afrontar el final del curso en colegios y guarderías construidos con carácter previo a la existencia de los criterios de eficiencia energética, por lo que no están adaptados para hacer frente a las diferentes olas de calor.

Sin embargo, la mejora del aislamiento de tejados y fachadas, el cambio de ventanas, el uso de técnicas pasivas de ventilación, la instalación de equipos de climatización, la instalación de paneles fotovoltaicos para el autoconsumo de energía comunitario o el incremento de la vegetación en los patios de recreo para generar zonas de sombra son algunas medidas que deben generalizarse para hacer frente a los veranos anticipados y extremos.

Ante esta situación, desde ECODES recuerdan la necesidad de impulsar no solo medidas de mitigación del cambio climático sino también otras encaminadas a la adaptación a esta emergencia, e instan a las autoridades competentes a poner en marcha de manera urgente las algunas propuestas. Entre ellas, mencionan, por ejemplo, desarrollar refugios climáticos; crear un fondo de urgencia público-privado para hacer frente a la pobreza energética que apoye a las familias vulnerables; poner en marcha oficinas de proximidad que informen y acompañen a las personas en situación de vulnerabilidad; o seguir impulsando la automatización de la concesión del bono social.