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Economía circular: el cambio está en marcha

La Comisión Europea y el Gobierno español hace tiempo que se han puesto manos a la obra, y la comunidad internacional, desde la Cumbre del Clima de Marrakech, urgió en 2016 a pasar a la acción. La economía circular está en mente de todos, pero, ¿en qué consiste, realmente? ¿Cómo nos beneficiará? La transición, más necesaria que nunca, está en marcha.

Nieves Rey, directora de Comunicación Corporativa de Ecoembes.
Nieves Rey, directora de Comunicación Corporativa de Ecoembes.

“Nuestro planeta y nuestra economía no podrán sobrevivir si mantenemos el enfoque del ‘toma, fabrica, utiliza y tira’”. El vicepresidente de la Comisión Europea, Frans Timmermans, lo dejó claro ya en 2015, tras la aprobación de un paquete de medidas para generar crecimiento sostenible en la UE: el modelo de desarrollo en el que confiábamos hasta ahora no se ajusta ya a las necesidades de un mundo globalizado. Este 'Paquete de Acción de Economía Circular' incluye 54 medidas sobre las que es necesario actuar en los próximos cinco años para avanzar.

La ministra de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente del Ejecutivo español, Isabel García Tejerina, y el comisario europeo de Medio Ambiente, Karmenu Vella, firmaron el pasado mes de septiembre el Pacto por una economía circular. Tejerina ha anunciado además que el Gobierno trabaja en una estrategia sobre este tema que estará implantada en 2018.

Lo cierto es que los recursos naturales son finitos y hemos de encontrar un modo racional de utilizarlos. El desafío está en que esta apuesta no tolera la escala de grises: obligatoriamente, hemos de elegir entre mantener el modelo económico lineal, que abarca desde la extracción de los recursos hasta la eliminación de los residuos, o avanzar hacia otro circular, más inteligente, encaminado a “cerrar el ciclo de vida” de los productos, los servicios, los residuos, los materiales, el agua y la energía. Y el cambio urge.

¿Qué es la economía circular?

“Reducir todo lo posible la generación de residuos y aprovechar al máximo aquellos desechos cuya producción no se ha podido evitar”. Según el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, éste es el principio básico sobre el que se fundamenta la economía circular, cuyo objetivo es que el valor de los productos, los materiales y los recursos se mantenga en el ciclo productivo durante el mayor tiempo posible.

¿En qué se diferencia, entonces, del modelo vigente? Preguntamos a María José Delgado, la subdirectora general de Residuos del Ministerio de Medio Ambiente: “La economía actual, que sigue el esquema ‘tomar-fabricar-consumir-eliminar’, es ineficiente, puesto que implica una pérdida significativa de recursos y genera una gran dependencia de las materias primas”.

La transición es obligatoria puesto que, si no actuamos, si nada cambia, se agotarán todas las fuentes de suministro. “En el siglo XX, la población mundial se multiplicó por 3,7; la extracción total de recursos, por ocho, y, las emisiones de Gases de Efecto Invernadero, por 13. Algunas de las predicciones de lo que ocurrirá en este siglo XXI apuntan a un crecimiento de la población de hasta 9.700 millones en 2050, que vendrá acompañado de un aumento del consumo per cápita, de la pobreza, la desigualdad social, la degradación y el uso insostenible de los ecosistemas. Si no queremos hipotecar el futuro de las próximas generaciones, tenemos que modificar nuestra forma de producir y consumir”, advierte Delgado.

Fuente de riqueza y empleo

El desarrollo del nuevo modelo debería promover formas más innovadoras y eficientes de producir y consumir, ayudaría a preservar los recursos, reduciría el impacto ambiental de los procesos económicos, inyectaría valor a los productos de desecho y ofrecería a los consumidores productos más duraderos e innovadores que, a su vez, contribuirían al ahorro económico de las familias.

Por si fuera poco, esta actividad emergente es también creadora de riqueza y empleo. Según Nieves Rey, directora de Comunicación Corporativa y Marketing de Ecoembes (la organización sin ánimo de lucro que se dedica a la recuperación de envases en toda España), si se aplicara toda la normativa vigente en materia de residuos se crearían más de 400.000 empleos en la Unión Europea, 52.000 de ellos en España. Rey asegura, además, que la adopción de este modelo supondría un ahorro de 480.000 millones de euros, lo que equivale a entre el tres y el cuatro por ciento del PIB europeo.

Por todo lo dicho, la economía circular no solo es deseable sino que, de alcanzarla, constituirá “uno de los mayores éxitos alcanzados por el ser humano a lo largo de su historia”. Así opina Ion Olaeta, presidente de la Federación Española de Recuperación y el Reciclaje (FER), la principal asociación del sector del reciclaje de residuos en nuestro país.

Ion Olaeta, presidente de FER.

Más allá de “cambiar el chip”

Dice el refrán que “quien algo quiere, algo le cuesta”, y la economía circular no va a ser menos. Porque, como toda transformación profunda, exigirá que tanto las administraciones como las empresas y los ciudadanos pongan de su parte.

“Han de darse cambios en los procesos productivos, en el consumo de productos y cuando estos se convierten en residuos”, prosigue la subdirectora general del Ministerio. En el momento de la fabricación, por ejemplo, los productos habrán de ser concebidos para ser “reutilizables, reparables, actualizables y, una vez convertidos en residuos, reciclables”.

Los productos habrán de ser reutilizables, reparables y reciclables

La industria tendrá que minimizar la presencia de sustancias nocivas en los materiales que utilice (para reducir su impacto sobre la salud y el medioambiente), así como informar a los consumidores “de forma clara y transparente” sobre las características de lo que estos se llevan a casa: si es reparable o no, dónde encontrar piezas de recambio… Con estos datos, los ciudadanos “serán conscientes de las consecuencias de sus elecciones e impulsarán el avance hacia la economía circular”. Delgado va más allá y plantea avanzar, en último término, hacia “un modelo de consumo de servicios” en el que, en lugar de adquirir productos, se alquilen.

Llegados a este punto, cabe preguntarse: ¿está España preparada para acometer el cambio? “Indudablemente, sí”, responde el presidente de la FER, pero admite que será “cuestión de voluntad”. “Es como contestar a si está el mundo preparado para acabar con el hambre”, puntualiza Olaeta.

Los gestores de residuos (que pasarán a ser “el eje de toda la cadena de producción”), piden apoyo a las distintas administraciones públicas: “De una forma u otra, habrá que estimular el mercado de materias primas secundarias. La Administración debe apoyar a la industria del reciclaje”, sentencia Olaeta.

La Fundación para la Economía Circular, que promueve el estudio y la puesta en práctica de soluciones sobre sostenibilidad, vislumbra nuevos modelos de negocio (como “la ecología industrial” y “la economía de la funcionalidad”), pero es consciente de que nunca se podrán cerrar al cien por cien los ciclos de vida. Según su presidente de honor, el belga Jean-Pierre Hannequart, "siempre tendremos que buscar posibilidades de sustitución de ciertos materiales y nuevas soluciones para controlar los impactos medioambientales negativos”.

“Aspirar a que nuestro país sea cien por cien renovable es mucho decir, pero es verdad que España es un país muy grande y muy diverso y posee muchos recursos naturales, materiales y energéticos y, por consiguiente, tiene muchas posibilidades de ‘ecoinnovar’”, asevera este experto.

Lo que está claro, tal como apunta Nieves Rey, de Ecoembes, es que “no se trata solamente de ‘cambiar el chip’”: hay que pasar a la acción. “Todos los agentes sociales tenemos la capacidad de contribuir, pues es una cuestión de grandes políticas, pero también de pequeños gestos”, prosigue Rey.

Inmersos en el cambio

Muchos no se han dado cuenta, pero la transición hacia la economía circular ha comenzado. “Es una realidad que ya está implantada y que está siendo potenciada por las principales economías del mundo”, puntualiza la directora de Comunicación Corporativa de Ecoembes. La Unión Europea, sin ir más lejos, ha incorporado ya sus principios a varios instrumentos. Uno de ellos es la estrategia Europa 2020 que, puesta en marcha en 2010 para impulsar un crecimiento más sostenible, crea el marco político propicio para el cambio.

Otro paso adelante a este respecto fue la adopción, en diciembre de 2015, del Paquete de Economía Circular, un ambicioso conjunto de medidas que sitúa a la UE a la vanguardia de la nueva economía. Así, el plan fija objetivos comunes de reciclado para los países comunitarios para el año 2030 y contempla medidas para reducir el despilfarro de alimentos y promover un diseño más ecológico de los productos, entre otras muchas cuestiones.

En España, según Delgado, “tanto el Ministerio de Medio Ambiente como las administraciones autonómicas y locales son muy conscientes de la necesidad de impulsar ese cambio”. El Plan Estatal Marco de Gestión de Residuos 2016-2022, el instrumento que orientará la política de residuos de nuestro país durante los próximos seis años es, en su opinión, un buen ejemplo de ello.

“Todos somos progresivamente más conscientes de la necesidad de actuar para romper esa linealidad pero no debemos olvidar que, para hacer efectiva la economía circular, será necesario una apuesta estratégica del conjunto de las Administraciones públicas a todos los niveles territoriales, así como la implicación y compromiso de las empresas, los ciudadanos y los agentes sociales. Solo si todos remamos en la misma dirección, lograremos tener un modelo económico circular en nuestro país”, sentencia Delgado.

¿Y los ciudadanos? Según la directora de Comunicación Corporativa de Ecoembes, los consumidores empiezan también a propiciar el cambio: “Exigen comportamientos éticos por parte de las empresas y participan cada vez más en iniciativas de economía colaborativa. Están cada vez más comprometidos con la sostenibilidad, y lo demuestran con gestos sencillos”. Según datos de esta organización, España ha pasado de reciclar el 4,8 por ciento de sus envases domésticos en 1998 al 74,8 por ciento en 2015.

En muchos países funcionan “plataformas multiparticipantes”, a nivel nacional, regional o local, para la promoción de este nuevo paradigma. Aunque en España existen algunas iniciativas en este sentido, la Fundación para la Economía Circular considera oportuno organizar “una plataforma ibérica” que actúe como motor de cambio. Seguro que es cuestión de tiempo.