
Un nuevo estudio ha descubierto que las aves de las Islas Galápagos están cambiando su comportamiento debido al ruido del tráfico, y que las que están expuestas con frecuencia a vehículos muestran mayores niveles de agresión.
La investigación, publicada en la revista Animal Behaviour y dirigida por expertos de la Universidad Anglia Ruskin (ARU) y el Centro de Investigación Konrad Lorenz de la Universidad de Viena, examinó el impacto de la contaminación acústica de los vehículos en las currucas amarillas de Galápagos (Setophaga petechia aureola), un ave cantora muy extendida en el archipiélago.
Las Islas Galápagos, ubicadas a más de 500 millas de la costa de Ecuador, se consideran un laboratorio vivo natural debido a la gran cantidad de especies endémicas únicas. La curruca amarilla de Galápagos es genéticamente distinta de otras currucas amarillas que se encuentran en las Américas y se clasifica como una subespecie.
Consecuencias del turismo
Una visita a las Islas Galápagos en 1835 ayudó a inspirar a Charles Darwin para desarrollar la teoría de la evolución por selección natural. Sin embargo, en las últimas décadas se ha producido un importante crecimiento de la población humana. Junto con el aumento del turismo, la población permanente está aumentando en más del 6% anual, lo que lleva a más vehículos en las carreteras de las islas.
El nuevo estudio involucró a investigadores que reproducían cantos de pájaros desde un altavoz, simulando un intruso, acompañado de ruido de tráfico grabado en 38 lugares poblados por currucas amarillas de Galápagos en las islas de Floreana y Santa Cruz: 20 sitios estaban a menos de 50 metros de la carretera más cercana y 18 estaban a más de 100 metros de distancia.
Luego, los investigadores midieron el canto, que generalmente se usa para protegerse de los intrusos, y los comportamientos físicos y agresivos, como acercarse al hablante y hacer vuelos repetidos a través de él.
Durante las pruebas con ruido de tráfico, los investigadores encontraron que las currucas amarillas de Galápagos que viven en territorios al borde de la carretera mostraron una mayor agresión, pero las que viven lejos de las carreteras mostraron una disminución de la agresión en relación con las pruebas sin ruido.
Los investigadores encontraron que las currucas amarillas de Galápagos que viven en territorios al borde de la carretera mostraron una mayor agresión
Es importante destacar que el efecto de vivir en un territorio al borde de la carretera estuvo presente incluso en la isla Floreana, con solo unos 10 vehículos presentes en la isla, lo que sugiere que incluso una experiencia mínima del tráfico afecta las respuestas al ruido.
Además, las currucas amarillas de Galápagos en la isla más poblada de Santa Cruz aumentaron la duración de su canto cuando se enfrentan al ruido del tráfico. Estos hallazgos apoyan la idea de que la selección a largo plazo basada en la experiencia con el ruido, o la experiencia previa de un ave individual con el ruido, les permite adaptar y ajustar las características de sus cantos.
Por último, las aves aumentaron las frecuencias mínimas de sus cantos durante los experimentos de ruido, independientemente de la proximidad de su territorio a la carretera, lo que ayudó a reducir cualquier superposición de sus cantos con el ruido del tráfico de baja frecuencia.