Los arrozales, además de ser una fuente de alimento esencial y una importante actividad económica en todo el mundo, son también hábitats ideales para la proliferación masiva de diversas especies de mosquitos.
“Los mosquitos se reproducen de manera muy abundante en este cultivo. Encuentran agua prácticamente estancada, con pocos depredadores y elevadas temperaturas, lo que les permite reproducirse sin problemas”, advierte Jordi Figuerola, investigador de la Estación Biológica Doñana. Estos mosquitos se pueden desplazar a zonas habitadas cercanas y generar problemas por la molestia de sus picaduras y problemas de salud pública más graves debido a la transmisión de distintas enfermedades, entre las que destaca el virus West Nile.
Este virus es transmitido por los mosquitos y las aves son sus hospedadores naturales, pero cuando un mosquito infectado pica a un humano le puede transmitir el virus. “La mayoría de los casos son asintomáticos, pero en un 1% la infección puede desembocar en una enfermedad con síntomas neurológicos graves e, incluso, provocar la muerte”, informa Figuerola.
Durante la producción del arroz los niveles de molestias por mosquitos son muy importantes en las poblaciones cercanas. Por ejemplo, en Isla Mayor, situado en el centro geográfico de las marismas del Guadalquivir, “es frecuente que los bares tengan mosquiteras que cubren todos los veladores en la calle para proteger a los clientes, de otra forma seria imposible estar en las terrazas. Esta situación se complica en los momentos que tenemos circulación del virus West Nile, debido a los importantes problemas que puede generar en la salud de las personas. Los últimos brotes registrados en estas zonas en el 2020 y 2024 comportaron una importante reducción de la actividad de bares y restaurantes debido a las molestias de los mosquitos y el riesgo de transmisión del virus”.
Para gestionar las abundantes poblaciones de mosquitos en los arrozales, la mayoría de las regiones han optado por medidas sostenibles
Para gestionar las abundantes poblaciones de mosquitos en los arrozales, la mayoría de las regiones han optado por medidas sostenibles, como son el empleo de control biológico mediante Bacillus thuringiensis israelensis (Bti), un larvicida que combate los estadios inmaduros de mosquitos sin perjudicar al medio ambiente.
“El Bacillus thuringiensis israelensis (BTI) es una bacteria que produce una toxina que mata de manera muy específica a los mosquitos y otros invertebrados muy emparentados con ellas”, aclara Figuerola.
Un estudio liderado por Jordi Figuerola, y publicado en Journal of Environmental Management, indica que “en la mayoría de zonas el control de las poblaciones de mosquitos con BTI es el método elegido para reducir las molestias a la población debido a los mosquitos que crían en los arrozales. Esto implica el uso de estrategias de prevención para controlar las larvas de mosquito antes de que conviertan en un problema debido a la abundancia de mosquitos”.
“La ventaja del BTI -continúa- es que es muy específico, mata prácticamente solo a las larvas de mosquito, y no se han registrado casos de resistencia al BTI en ningún lugar del mundo. Esto no sucede con otros biocidas como los piretroides, que matan a muchos otros animales, son tóxicos en elevadas concentraciones para el ser humano y con el tiempo puede aparecer mayores niveles de resistencia a estos productos en los mosquitos”.