Con frecuencia, etiquetas del tipo ‘Bacaladilla, 5,95 euros/ kilo’ es la única información que encuentra el consumidor cuando va a comprar pescado. Sin embargo, una normativa europea que entró en vigor en diciembre de 2014 establece que es obligatorio que todo producto pesquero o de acuicultura lleve en su etiqueta datos como la denominación comercial y el nombre científico de la especie en latín; el modo en el que ha sido capturado, tanto el procedente del mar como de agua dulce; el lugar en el que se pescó o críó y si ha sido congelado y descongelado para su comercialización. Solo en las conservas no existe obligación de indicar la zona geográfica en que se obtuvo y el arte de pesca empleado. Con el fin de reclamar que se cumpla la normativa recogida en el Reglamento de la Organización Común de Mercados (COM (2011)0416) a la hora de etiquetar el pescado, e informar a los consumidores sobre cómo elegir de una manera más responsable con los océanos el que consumen, la ONG Greenpeace ha lanzado una campaña con el lema ‘¡Mira siempre la etiqueta!’. Aunque desde la ONG reconocen que algunos pescaderos etiquetan correctamente los productos que venden, otros no lo hacen, y denuncian que desde el Gobierno no se ha fomentado el cumplimiento de esta medida en España. La organización ecologista también reivindica que el Ejecutivo reparta de manera justa la cuota de pesca correspondiente a nuestro país, beneficiando a las flotas sostenibles, cuyos productos se reconocerían mejor con un buen etiquetado.
Greenpeace recomienda especies locales y de temporada
Pesca local y de temporada
Para hacer más sostenible para el planeta las compras de pescado, Greenpeace aconseja optar por productos locales y de temporada, y preguntar la procedencia de este alimento y el arte de pesca utilizado para su obtención, cuando no se especifique claramente. Con frecuencia la etiqueta indica un nombre comercial como bonito del norte, por ejemplo, pero eso no garantiza que provenga del Cantábrico, pudiendo haber sido capturado en cualquier otro lugar. Una merluza comercializada como gallega puede haber llegado a España a través de un puerto de Galicia, pero haber sido pescada en Escocia, añade la ONG. En ocasiones, pescados de bajo precio se etiquetan con nombres de variedades más caras, lo que constituiría fraude. De ahí la importancia de que el etiquetado incluya el lugar de captura y el nombre científico de la especie, para evitar los que proceden de lugares lejanos o los que han sido capturados con métodos perjudiciales para otras especies, insisten desde Greenpeace”.