Un análisis de la gestión forestal en Europa revela que se debe incentivar financieramente a los propietarios y administraciones que promuevan una gestión forestal sostenible, en lugar de ganancias de carbono a corto plazo. “Los bosques son los principales aliados en la mitigación climática y la dinámica de estos es siempre a largo plazo, por lo que no tiene sentido que sea a corto plazo”, afirma Ana Rey, investigadora del Museo de Ciencias Naturales del CSIC (MNCN-CSIC) y co-coordinadora del estudio Cultivo de carbono en el sector forestal europeo, del que ha formado parte.
Los bosques europeos han aumentado un 25% desde los años 90 como consecuencia del cambio climático (aumento de la temperatura en el norte de Europa, deposición de nitrógeno, aumento de la concentración de CO2, etc.) y una fuerte reforestación tras la Segunda Guerra Mundial tras una fuerte demanda de madera. “En España por ejemplo, el abandono del campo ha ocasionado un aumento de la masa forestal importante, sin embargo, ello ha conllevado un aumento de incendios importante comparado con el régimen natural”, añade Rey.
Sin embargo, Rey advierte que en los últimos años, concretamente, desde el 2010, “hemos observado un claro declive en la productividad de nuestros bosques”. Para la investigadora, esto se debe, fundamentalmente, a dos factores: “el cambio climático, es decir, aumento de perturbaciones climáticas, disminución de la resiliencia de nuestros bosques, y como resultado, un decaimiento forestal generalizado; y el otro factor, el humano. Este se refiere a la gestión forestal, a una demanda mayor en el mercado a nivel mundial, a una disminución de la forestación y al envejecimiento de nuestros bosques lo que disminuye su productividad”.
Por todos esos motivos, Ana Rey señala la necesidad de “gestionar nuestros bosques para rejuvenecerlos, aumentar su resiliencia y evitar, en el caso de España, dejar grandes masas secas expuestas a altas temperaturas (olas de calor), sequías (cada vez más frecuentes) y eventos extremos para evitar grandes incendios”. “Tal y como ocurre con los incentivos para los agricultores a través de la PAC, es necesario desarrollar mecanismos de incentivo económico para gestionar nuestros bosques, mejorar su resiliencia, su salud, y así, su capacidad de secuestro de carbono”, añade.
Ayudas de Europa
La UE ha puesto en marcha un mecanismo para incentivar a los propietarios de los bosques llamado Carbon farming (cultivo de carbono) “que es esencial para intentar que más de la mitad de los bosques europeos, en manos privadas, se gestionen de manera sostenible”, dice Rey. La investigadora añade que “la monetización del carbono no es tal exactamente ya que para tener acceso a este mecanismo se ha de cumplir con varios requisitos que van más allá del secuestro del carbono”.
Los llamados Quality criteria incluyen la cuantificación, es decir, “que sean cuantificados de manera concreta y fiable; la adicionalidad, es decir, que el manejo asegure un aumento en el secuestro de carbono mayor al que ocurriría sin intervención, más allá de las prácticas habituales; almacenamiento a largo plazo, es decir, que los certificados de carbono tienen en cuenta la duración del secuestro del mismo, distinguiendo entre corto y largo plazo; y sostenibilidad, que las prácticas deben cumplir con los objetivos de mitigación al cambio climático y sostenibilidad manteniendo y promoviendo la biodiversidad y otros servicios ecosistémicos de nuestros bosques”, añade.
Por tanto, un incentivo económico es “esencial” para incentivar un manejo sostenible y, aunque se formule como mercados de carbono, “gracias a todos estos requisitos, tienen claramente en cuenta otros aspectos ambientales muy importantes”.