
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) han lanzado oficialmente el Año Internacional de la Preservación de los Glaciares, lo cual marca un hito en los esfuerzos mundiales para proteger las formaciones de agua. Los glaciares son esenciales para proporcionar agua dulce a más de 2.000 millones de personas en todo el mundo. Estas dependen de la nieve y el hielo de las montañas para el reabastecimiento necesario para “mantener los ecosistemas, la agricultura, la energía, la industria y el agua potable”, afirmó John Pomeroy, copresidente del Consejo Asesor.
Además, la preservación de los glaciares es relevante para la sostenibilidad medioambiental, la estabilidad económica, y la salvaguardia de los servicios culturales y los medios de subsistencia.
A menudo se califica a los glaciares como las “torres o depósitos de agua del mundo” porque abastecen de agua dulce a más de la mitad de la humanidad y almacenan alrededor del 70% de esta. Dichas formaciones de hielo cubren aproximadamente 700.000 km² de la tierra. Sin embargo, estas reservas están retrocediendo rápidamente debido al cambio climático. “La OMM confirmó recientemente que 2024 fue el año más cálido jamás registrado y ha lanzado repetidas alertas rojas sobre el estado de nuestro clima”, declaró Celeste Saulo, secretaria general de la OMM
Además, según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, se prevé que los glaciares sigan disminuyendo en casi todas las regiones del mundo a lo largo del siglo XXI.
Los glaciares abastecen de agua dulce a más de la mitad de la humanidad y almacenan alrededor del 70% de esta
Saulo explicó que “en 2023, los glaciares sufrieron la mayor pérdida de masa en las cinco décadas de registros. Fue el segundo año consecutivo en el que todas las regiones del mundo con glaciares registraron pérdidas de hielo. El deshielo de los glaciares amenaza la seguridad hídrica a largo plazo de muchos millones de personas”.
Peligros a corto y largo plazo
El deshielo de los glaciares, la nieve y el hielo se traduce a un aumento a corto plazo de los desprendimientos de tierra, avalanchas, inundaciones y sequías. Pero a largo plazo, presentan una amenaza para la seguridad del abastecimiento de agua de miles de millones de personas.
A medida que los glaciares de montaña retroceden la disponibilidad y la calidad del agua río abajo se ve alterada, lo cual presenta consecuencias para los ecosistemas acuáticos, y diversos sectores como la agricultura y la energía hidroeléctrica.
Además, los glaciares representan cápsulas del tiempo congeladas que contienen archivos irremplazables de la historia humana, medioambiental y climática, los cuales proporcionan a los científicos datos inestimables sobre patrones climáticos históricos, composición atmosférica e incluso actividad humana a lo largo de miles de años.
La desaparición de estas, amenaza no sólo la seguridad del agua, sino también la pérdida de ecosistemas únicos y de la biodiversidad que ha evolucionado en estos entornos especializados.