A pesar de que se observa un aumento notable en la percepción del riesgo por parte de las pymes -un 23,3% en comparación con el 15,7% registrado el año anterior-, este incremento en la conciencia no se ha traducido en un compromiso firme de actuación. De hecho, el 81% de las pymes no planea implementar ninguna acción, lo que subraya la reticencia de la mayoría a enfrentarse a uno de los mayores desafíos globales existentes en la actualidad.
Carolina Morato, directora de Marketing y Comunicación de Hiscox España, cree que este bajo porcentaje “se debe a diversas barreras significativas, siendo una de las principales la falta de apoyo financiero y ayudas públicas”. Para Morato, “el alto coste inicial de inversión en tecnologías sostenibles, la falta de recursos y la percepción de que los beneficios a corto plazo no compensan la inversión necesaria, desincentiva la adopción de medidas sostenibles".
Además, directora de Marketing y Comunicación de Hiscox, advierte que “la complejidad de adaptar procesos existentes, la carga burocrática, la creciente presión regulatoria en el ámbito medioambiental y falta de experiencia técnica y de consultores especializados también dificultan la integración de nuevas prácticas y estrategias ambientales en la operativa diaria”.
Factores que afectan a las pymes
Tal como se desprende del informe, los factores que afectan a las pymes incluyen principalmente el incremento sostenido en los costes energéticos y de materias primas, lo que tiene un impacto directo y significativo en la rentabilidad y operativa de estas empresas.
“El cambio climático ha provocado una mayor frecuencia de eventos climáticos adversos, como sequías, inundaciones y olas de calor, que generan escasez y volatilidad en los precios de materias primas, repercutiendo así en los costes de producción para las pymes”, asegura Morato.
Además, el aumento en el precio de la energía, en parte debido a la transición hacia fuentes más limpias, “implica un desafío financiero adicional, teniendo que encontrar formas de adaptar sus operaciones para mantener la competitividad. De ahí la importancia de que las pymes adopten medidas proactivas para adaptarse a las realidades del cambio climático”, añade.
Medidas para enfrentar al cambio climático
Entre las empresas que han decidido tomar medidas, los esfuerzos se dirigen a la reducción de residuos y la reutilización de materiales, prioridad para el 35,6% de ellas. Le siguen de cerca la adopción de herramientas más sostenibles (29,4%) y la mejora de la eficiencia energética (14,7%). Por su parte, un 4,6% de las pymes ha identificado la formación en sostenibilidad como una acción prioritaria y solo un 1,7% busca optar por sumarse a movimientos internacionales, como el Pacto de las Alcaldías o la transición hacia energías renovables.
La implementación de políticas ESG (Ambientales, Sociales y de Gobernanza) es crucial para que las pymes mejoren su sostenibilidad. En este sentido, y desde el punto de vista de las políticas ambientales, Morato aboga por “la implementación de estrategias de eficiencia energética, como la optimización del uso de recursos y la reducción del consumo de energía en los procesos operativos, así como la incorporación de prácticas de reciclaje y una gestión más eficiente de los desechos como el establecimiento de sistemas para minimizar la generación de residuos, la reutilización de materiales y la correcta disposición de los desechos peligrosos”.
Además, también es destacable la exploración del uso de energías renovables, como la solar o eólica. “De esta manera -asegura-, las pymes podrían reducir los costes operativos y su dependencia de fuentes de energía no sostenibles, disminuir su huella de carbono y protegerse contra la volatilidad en los precios”.
Mayor conciencia
El aumento en la percepción del riesgo del cambio climático entre las pymes se debe, principalmente, a una creciente conciencia sobre las consecuencias económicas que los eventos climáticos extremos pueden tener en sus operaciones, al incrementarse los costes de producción y al generarse interrupciones en los negocios.
Por otra parte, Morato considera que “la presión regulatoria y la sensibilización del mercado hacia prácticas sostenibles también han influido. Las políticas medioambientales más estrictas y las crecientes demandas de sostenibilidad por parte de consumidores y socios comerciales han hecho que las pymes vean la adopción de prácticas sostenibles no solo como una forma de evitar sanciones, sino también como una oportunidad para alinearse con las expectativas del mercado, mejorar su reputación y asegurar la competitividad a largo plazo”.