¿Qué objetivos persigue este Congreso Nacional de Responsabilidad Social?
El Congreso de RS es un iniciativa independiente que se ha convertido ya en cita obligada cada dos años y que conserva su mandato inicial: posicionar a nuestra comunidad y a la ciudad de Zaragoza como referente de uno de los acontecimientos más relevantes en el ámbito de la responsabilidad social de nuestro país.
¿Qué destacaría de esta edición?
Sin duda, el compromiso con el resto de territorios, ya que hemos conseguido uno de los objetivos de esta edición que fue acercar este evento a cada una de las provincias. El 10 de enero tuvo lugar en Teruel la Mesa de Diálogo ‘La Responsabilidad Social y el Desarrollo Territorial’, en la que se debatió sobre la contribución al desarrollo de los proyectos que de manera sostenible se implantan en los territorios despoblados, con la participación de ONG, administraciones y empresas. El 18 de enero en Barbastro se celebró la segunda jornada precongresual con el título ‘Política y Responsabilidad Social’, un foro de debate en lo que los representantes de los principales grupos políticos con representación parlamentaria compartieron y debatieron sobre la importancia de la RS bajo su perspectiva política.
"En los últimos años las empresas que han asumido un compromiso con la sostenibilidad han logrado unos resultados superiores en un 11 por ciento a los de sus competidoras"
Es la sexta edición de un congreso que se celebra desde 2010. ¿Cómo cree que ha ido evolucionando la responsabilidad social en España en estos años?
La buena noticia es que afortunadamente la RS ha pasado del 'buenismo' a la gestión, a ser considerada por empresas e inversores como un factor clave a la hora de medir el riesgo y a la hora de planificar estrategias. Las empresas, y también las administraciones, tienen un papel crítico. Su contribución social es obvia, además de necesaria, es positiva para la reputación de las empresas, beneficiosa en términos económicos y facilita su sostenibilidad y resiliencia. En los últimos seis años, se calcula que las empresas que han asumido un fuerte compromiso con la sostenibilidad han logrado unos resultados superiores en un 11 por ciento a los de sus competidoras en el mercado de valores.
Es decir, la responsabilidad social incide directamente en la competitividad.
Las empresas se enfrentan hoy en día a la elección entre continuar centrándose en los rendimientos a corto-medio plazo o, por el contrario, redirigir su estrategia de negocio hacia objetivos a largo plazo, logrando así un carácter diferenciador que los grupos de interés valoran muy positivamente. A mi juicio, para tener éxito a largo plazo, las empresas necesitan asegurarse de que el entorno será sostenible, ya que nadie querría invertir en algo que no sabe si mañana dejará de existir. La mala noticia es que a nivel social todavía no se ha consolidado, no somos una sociedad ‘responsable’, lo que hace que como individuos, consumidores, electores, decisores, etc., nuestro comportamiento no sigue criterios alineados con la RS.
La responsabilidad social siempre se asocia a las empresas, pero atañe a todos los sectores. ¿Es así?
Así es, de hecho hace ya un par de ediciones perdimos la ‘E’ de empresas, porque consideramos que la trasversalidad de la RS entiende de grupos. Es una estrategia, un modo de gestión.
Aspectos como la Ley de Contratos del Sector Público, la transposición de la Directiva de Información No Financiera, regulaciones en temas ambientales… Antes atañían a la RS y eran de carácter voluntario. Cuando se convierten en mandato legislativo, ¿cree que sigue siendo RS o ésta va ligada a criterios de voluntariedad, como ha sido durante años?
Con el paso del tiempo, han ido apareciendo una sucesión de avances relativos a normativas que obliga a las empresas, (no a todas), a un cumplimiento con normas derivadas de diversas Directivas de la UE y, como bien dices, normas de contratación y demás regulaciones. Atrás parece ha quedado ya la definición que aparecía en el Libro Verde de la Comisión Europea, sobre cómo ‘Fomentar un Marco Europeo para la Responsabilidad Social de las Empresas’, en la que dejaba claro que debía ser de carácter voluntario. Creo que la obligación y la voluntariedad son dos cuestiones relevantes y no excluyentes. Es muy importante para la sostenibilidad que exista un marco regulatorio, que las cuestiones principales y vitales formen parte de una ley que garantice su cumplimiento, porque así se garantiza el avance y, sobre todo, la gestión y la medición de progreso.
"Hay características que nos definen como personas que no se pueden regular. No creo que sea posible legislar sobre la voluntad y la ética de manera eficaz"
¿Todos los aspectos de la RS son susceptibles de ser regulados?
Hay dos características clave que no es posible regular, son las mismas que nos definen como personas: la voluntad y la empatía. No creo que sea posible legislar sobre la voluntad y la ética de manera eficaz. Por tanto, hay una voluntariedad entendida como esa capacidad de empatizar con lo que rodea a una compañía o administración (grupos de interés) y asumir sus preocupaciones (impactos) como propios (gestión de RS). Eso ha de tener lugar en un marco de voluntad, que es la ética empresarial. De manera que para una compañía o administración, cuyo responsable en la toma de decisiones carezca de ese sentido voluntario de asumir un compromiso integro con la RS, no podrá nunca ser socialmente responsable, en todo caso podrá ser más o menos ejemplar en cumplimiento legislativo.
El término responsabilidad social, al menos en empresas, se va diluyendo en el de sostenibilidad. ¿Cree que los ODS y la Agenda 2030 son ahora la palanca de la RS?
El mensaje sobre la relevancia de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, ODS, ha calado tanto que está llevando a algunas empresas a confundirlos con la responsabilidad de la empresa ante la sociedad. Un fenómeno que vengo observando con creciente frecuencia es el empeño de algunas entidades en vincular su estrategia de RS, comunicativa y reputacional al cumplimiento de los ODS a toda costa. Y esto sería perfecto si lo hiciesen de manera trasversal y de forma alineada con su correcta gestión de RS. Pero esto no ocurre, y creo que este interés por alinearse con los ODS está desafectando a su compromiso con la responsabilidad social. Se da el caso de entidades cuya estrategia está perfectamente basada, comunicativamente hablando claro, en el cumplimiento de los ODS pero que presenta problemas de pago a sus proveedores o incluso cuestiones derivadas de la seguridad laboral, la formación de sus empleados, etc. El problema es determinar cuál es esa responsabilidad de las compañías en el contexto en que se desenvuelven, un contexto que es cambiante. Las empresas deberán utilizar su creatividad y trabajar en la innovación para poder solventar los problemas relacionados con el desarrollo sostenible, y los ODS son la mejor herramienta. Pero la responsabilidad social, basada en un sistema de gestión y por tanto de medición de resultados y la fijación de objetivos, ha de ser el modelo de empresa responsable.