Habla de seres humanos hibridados, mitad biológicos mitad tecnológicos, modificación genética, nanobots que recorrerán el interior de nuestro organismo... “No es ciencia ficción, lo tenemos aquí ya”, advierte Albert Cortina (Barcelona, 1961). Pero su tono reposado no transmite miedo, sino serenidad y hasta un prudente optimismo. En su último libro ‘Humanismo avanzado para una sociedad biotecnológica’ (Ed. Teconté) refleja su esperanza en que la inminente revolución biotecnológica se haga en beneficio de la persona y no de espaldas a ella. “Lo podemos hacer bien”, afirma.
“Parece que entramos en una nueva etapa de la civilización e incluso de la evolución humana; podemos hablar de un cambio de etapa o de era, que nos va a configurar como sociedad en todos los aspectos”, señala Cortina, quien a continuación precisa cuáles son los elementos que hacen distinto este cambio de época con respecto a otros procesos similares del pasado.
"Todo depende de cómo se construya esa gobernanza global, de si somos capaces de establecer una ética universal"
“Por primera vez la ciencia y la tecnología pueden llegar a las fuentes de la vida, del ser humano y de la naturaleza. Pensemos, por ejemplo, en la modificación genética y tecnológica del ser humano”, subraya el abogado y urbanista quien a renglón seguido advierte: “Depende mucho de quién esté detrás, quién ostente ese poder, sobre qué valores éticos y en qué espiritualidades y creencias religiosas se vaya a fundamentar”.
Otro rasgo inédito de este cambio de época es que se trata de un fenómeno global: todos los problemas de la humanidad (el cambio climático, la pobreza, las tecnologías que pueden alterar a la especie humana...) han adquirido una escala global y, por tanto, las soluciones también dependen de una gobernanza global.
“Todo depende –incide Cortina– de cómo se construya esa gobernanza global, de si somos capaces de establecer una ética universal y ponernos de acuerdo en qué la basamos, esa va a ser la esperanza de que lo hagamos bien”, sostiene el autor de ‘Humanismo avanzado’. “Si al final, el interés predominante es el meramente económico, el de la lógica del poder, el del ser humano endiosado como medida del cosmos, entonces posiblemente se cumplan los peores augurios”.
En este sentido, el ensayista alerta sobre ideologías que han surgido al calor de este rapidísimo desarrollo tecnológico. La principal de ellas es el transhumanismo, cuyo postulado principal sostiene que en unos pocos años el ser humano dejará de existir para ser reemplazado por otro ser ‘posthumano’.
¿Qué es el ser humano?
Corrientes como el transhumanismo han vuelto a hacer urgente y actual la pregunta sobre qué es en esencia el ser humano. “El cuerpo puede acabar siendo biónico, puede estar hibridado con la máquina; a lo mejor, para curarnos de un cáncer nos inyectan un ejército de nanorobots en el organismo que combatirán la enfermedad; o puede que nos hayan introducido un microchip en la mente, pero yo defiendo que, a pesar de eso, hay algo esencial del ser humano que nunca será conquistado por la tecnología”.
"Aunque esté muy tecnificado, hay algo más en el ser humano y eso es lo que debemos reencontrar"
De hecho hay investigadores en robótica e inteligencia artificial que reconocen que hay muchas capacidades genuinamente humanas que no se pueden replicar en las máquinas, como los sentimientos, la creatividad artística, la capacidad de síntesis, la cualidad de soñar, de intuir, etc.
“Cuando alguien dice ‘yo’ -prosigue Cortina- se señala el pecho: es donde reside esta interioridad, conciencia, alma. Hay algo más en el ser humano y eso es lo que debemos reencontrar a pesar de que el cuerpo se tecnifique muchísimo”, subraya el autor de ‘Humanismo avanzado’.
Por ello, considera esencial “conectar nuestro cerebro con el corazón, entendido éste como el espacio donde nos abrimos a la trascendencia y al misterio siguiendo la ley universal del amor. En definitiva, hay que perfeccionar el proyecto humano desde una perspectiva trascendente, espiritual, y no meramente biotecnológica y material”.
Para que la transición a la sociedad biotecnológica discurra por cauces de respeto al ser humano en toda su integridad, Cortina propone una nueva corriente de pensamiento que él denomina “humanismo avanzado”. Esta corriente debe partir de un diálogo entre todas las tradiciones religiosas, espirituales y del pensamiento humanista y desembocar en una nueva ética universal. Se trata, dice el autor, de “recoger el mejor legado, encontrar el denominador común que va a permitir hacernos felices y que eso conduzca el desarrollo y la transición hacia esa sociedad biotecnológica”.