
Por primera vez en la historia, una iniciativa española ha sido reconocida por Naciones Unidas como ejemplo global de buenas prácticas medioambientales. Se trata del ambicioso proyecto de recuperación del Mar Menor, una laguna costera única en Europa que durante años ha sufrido una grave degradación ambiental debido a la contaminación agrícola, la urbanización descontrolada y la pérdida de biodiversidad.
Gracias a un esfuerzo coordinado entre administraciones públicas, científicos, organizaciones ecologistas y la ciudadanía, el Mar Menor ha comenzado a mostrar signos de recuperación. Entre las medidas implementadas destacan la reducción de vertidos contaminantes, la restauración de humedales circundantes, la reintroducción de especies autóctonas y la creación de barreras naturales para frenar la erosión y mejorar la calidad del agua.
Este trabajo ha sido reconocido por la ONU como una Iniciativa Emblemática de Restauración Mundial, un distintivo reservado a los proyectos más transformadores del planeta en la lucha contra la degradación de los ecosistemas. El reconocimiento no solo pone en valor el compromiso del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, sino que también sitúa a España como referente internacional en restauración ambiental y acción climática.
Este logro se enmarca dentro del Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas (2021-2030), cuyo objetivo es restaurar mil millones de hectáreas de ecosistemas degradados en todo el mundo. La inclusión del Mar Menor en esta selecta lista subraya la importancia de actuar localmente para generar impactos globales.
¿Qué otras iniciativas han sido reconocidas? La ONU ha premiado anteriormente a proyectos de restauración en diversas regiones del mundo.
La Gran Muralla Verde (África)
Es una de las iniciativas más ambiciosas del continente africano. Lanzada por la Unión Africana en 2007, su objetivo es restaurar 100 millones de hectáreas de tierras degradadas a lo largo de una franja de 8.000 kilómetros desde Senegal hasta Yibuti.
Esta iniciativa busca frenar la desertificación en el Sahel, una de las regiones más vulnerables al cambio climático, y al mismo tiempo generar empleo, seguridad alimentaria y resiliencia para millones de personas.
Hasta la fecha, la Gran Muralla Verde ha logrado restaurar millones de hectáreas en países como Etiopía, Níger y Senegal, donde se han recuperado suelos, reintroducido especies vegetales autóctonas y mejorado las condiciones de vida de las comunidades rurales. La ONU la considera un ejemplo de cómo la restauración ecológica puede ser una herramienta poderosa para el desarrollo sostenible y la paz en regiones afectadas por la pobreza y los conflictos.
Manglares en el Delta del Mekong (Vietnam)
En el delta del Mekong, en Vietnam, la restauración de manglares ha sido clave para proteger tanto la biodiversidad como a las comunidades costeras frente al aumento del nivel del mar y los fenómenos meteorológicos extremos. Esta iniciativa ha replantado miles de hectáreas de manglares, que actúan como barreras naturales contra tormentas y marejadas, al tiempo que ofrecen hábitats esenciales para peces, aves y otras especies.
Además de sus beneficios ecológicos, el proyecto ha generado oportunidades económicas sostenibles para las comunidades locales, como la pesca artesanal y el ecoturismo. La ONU ha destacado esta iniciativa como un modelo de restauración basada en la naturaleza que combina la adaptación al cambio climático con la mejora de los medios de vida rurales.
Andes Tropicales (América Latina)
La iniciativa de restauración de los Andes Tropicales abarca ecosistemas de alta montaña en Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, fundamentales para la regulación hídrica de la región, ya que alimentan ríos que abastecen a millones de personas. Sin embargo, han sido gravemente afectados por la deforestación, la agricultura intensiva y el cambio climático.
El proyecto promueve la reforestación con especies nativas, la recuperación de páramos y la implementación de prácticas agrícolas sostenibles. También involucra activamente a comunidades indígenas y campesinas, integrando conocimientos tradicionales con ciencia moderna. La ONU ha reconocido esta iniciativa por su enfoque integral y su impacto positivo en la seguridad hídrica, la biodiversidad y la justicia social.
Restauración del Río Tana (Kenia)
El río Tana es el más largo de Kenia y una fuente vital de agua, energía hidroeléctrica y alimentos para millones de personas. Sin embargo, su cuenca ha sufrido una intensa degradación debido a la deforestación, la erosión del suelo y la expansión agrícola. La iniciativa de restauración del río Tana busca revertir esta situación mediante la reforestación, la gestión sostenible del agua y la conservación de los humedales.
Gracias a este proyecto, se han restaurado miles de hectáreas de bosque ribereño, mejorando la calidad del agua y reduciendo el riesgo de inundaciones. Además, se han implementado programas de educación ambiental y empoderamiento comunitario, especialmente para mujeres y jóvenes. La ONU ha destacado este esfuerzo como un ejemplo de restauración que equilibra la conservación ecológica con el desarrollo humano.
Bosques de Shouf (Líbano)
Los bosques de Shouf, situados en las montañas del Líbano, albergan una rica biodiversidad y son un símbolo cultural e histórico del país. Sin embargo, décadas de sobreexplotación, incendios y urbanización habían puesto en peligro este ecosistema. La iniciativa de restauración ha logrado recuperar grandes extensiones de bosque mediante la reforestación con especies autóctonas y la protección contra incendios.
Además, el proyecto ha impulsado el desarrollo rural sostenible a través del ecoturismo, la producción de miel y la recolección de plantas medicinales. La ONU ha elogiado esta iniciativa por su capacidad de integrar la conservación ambiental con la revitalización económica de comunidades rurales, convirtiéndola en un modelo replicable en otras regiones montañosas del mundo.