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Ana Sáenz de Miera, vicepresidenta de Ashoka Internacional

“Cada vez hay más personas sin dinero ni poder capaces de cambiar las cosas”

Después de seis años dirigiendo Ashoka España, Ana Saénz de Miera ha sido llamada a ocupar una vicepresidencia internacional en esta organización dedicada a seleccionar emprendedores sociales en todo el mundo para ayudar a que sus ideas tengan éxito. Soziable.es ha hablado con ella sobre el poder de las personas para cambiar el mundo.

Ana Sáenz de Miera, vicepresidenta de Ashoka Internacional
Ana Sáenz de Miera, vicepresidenta de Ashoka Internacional

 Un funcionario de la prisión de Villabona, en Asturias, ha creado un sistema de unidades terapéuticas para internos con el que ha logrado reducir su índice de reincidencia del 70 al 17 por ciento. Él no era muy consciente de que con esta inciativa estaba dando solución a un gran problema que afecta no solo a ese centro sino a todo el sistema penitenciario y, por ende, a la sociedad. Este funcionario es un buen ejemplo de lo que Ashoka considera un 'emprendedor social' o 'changemaker'.

“Cualquier persona, independientemente de su nivel cultural, social, económico, si tiene una idea, puede cambiar las cosas”, sostiene Ana Sáenz de Miera, que se acaba de estrenar como vicepresidenta de Ashoka internacional. “Los poderosos cada vez van a ser menos aquellos que tienen poder poltico, una buena posición social, los que tengan más dinero o el mejor expediente académico. Estamos convencidos de  que cada vez más los poderosos van a ser personas corrientes capaces de generar cambios para mejorar su entorno. Nada te hace más poderoso que saber crear cosas nuevas, cambiar lo que no funciona”.

El objetivo de Ashoka (organización que toma su nombre de una palabra en sanscrito que significa ‘ausencia activa de tristeza’) es localizar a esas personas generadoras de cambio en positivo allá donde estén y ayudarlas a llevar a cabo sus planes. No buscan simplemente emprendedores, sino gente capaz de resolver problemas de una manera creativa, innovadora y que se pueda replicar en todo el mundo. “Parafraseamos la conocida metáfora del pez y la caña para decir que los emprendedores sociales que buscamos no son personas que dan peces ni enseñan a pescar sino que no descansan hasta que no revolucionan la industria pesquera. Es gente que cambia las reglas del juego”, concreta Sáenz de Miera.

"No buscamos personas que den peces ni enseñen a pescar sino que no descansen hasta revolucionar la industria pesquera"

A lo largo de su historia, Ashoka ha seleccionado y apoyado a 3.500 emprendedores sociales en todo el mundo, 36 de ellos en España. Cada año, la organización selecciona a unos 200 emprendedores en todo el mundo. Para ello cuenta con una amplia red de ‘nominadores’, formada por expertos en todos los campos. Ellos son los encargados de dar el chivatazo. “Por ejemplo, nos dicen: ‘conozco una persona que está cambiando la manera de hacer los  cuidados paliativos pediátricos’. Entrevistamos a esa persona y a otras de su entorno, de su sector, tanto a la gente que esté a favor como gente que esté en contra, porque pensamos que todo emprendedor siempre tiene detractores”, explica la responsable de Ashoka.

Se inicia así un procedimiento exhaustivo: Al candidato le entrevista un experto de otro continente, después se enfrenta a una especie de ‘tribunal’ local, con cinco entrevistadores del país, que tienen que aprobar por  unanimidad si el aspirante cumple con todos los criterios; si es así, otro grupo de expertos le examina en EEUU, donde se decide si esa persona es realmente un emprendedor social Ashoka.  Muchos son los llamados y pocos los elegidos. Para hacernos una idea de la proporción entre los que son nominados y los seleccionados, Sáenz de Miera nos ofrece el dato de que, en España, de cada 600 candidatos, apenas se seleccionan unos cinco.

Cuando un emprendedor es finalmente seleccionado, Ashoka le concede una beca para que pueda dedicarse plenamente a su proyecto y pone a su servicio  toda una red de consultores. “La Red de impulso a Ashoka está formada por altos directivos y expertos que aportan 10.000 euros al año a la organización, pero nos dan algo mucho más valioso: su conocimiento y su tiempo”, subraya Sáenz de Miera.  

“Queremos que la innovación social de los emprendedores de Ashoka se convierta en la I+D de los gobiernos”

Con todo ello, la organización pretende lanzar un mensaje: “Ha llegado el momento de saber que todos somos capaces de generar cambios y quien no sepa se va a quedar atrás. Quien se quede atrapado en esa estructura fija de la repetición, de la inflexibilidad, se va a quedar atrás”, explica. El objetivo es que esas ideas influyen en políticas a gran escala: “Queremos que la innovación social de los emprendedores de Ashoka se convierta en la I+D de los gobiernos”.

Grandes equipos para grandes problemas

Esa influencia en las políticas no quiere ser solo local sino también global. Y esta es la razón por la que Ana Sáenz de Miera ha sido invitada a ejercer una vicepresidencia: “Cada país consigue influir a nivel local pero nos faltan equipos mundiales en áreas temáticas importantes -mujer, cambio climático, inteligencia artificial, etc.- , por ello, con esta nueva vicepresidencia queremos crear equipos mundiales que unan todo el potencial y el conocimiento que tienen nuestros emprendedores y miembros de la red de impulso en tantos países y generar cambios a gran escala en estos grandes temas”.

Problemas como el cambio climático, el repunte de la intolerancia y la polarización política, la disrupción tecnológica o el aumento de las desiguladades nos pueden dar la inquietante sensación de que el mundo camina hacia el desastre. Sin embargo, la responsable de Ashoka es optimista: “Sin duda el mundo mejora. Hay indicios objetivos de que está mejor que hace años. Cada vez hay más oportunidades de generar cambios. Lo importante es transmitir el mensaje de que todas las personas pueden hacer algo”.

Además, los objetivos del desarrollo sostenible (ODS) suponen, a su juicio, “el momento histórico para conseguirlo”. Sáenz de Miera habla desde la seguridad que le da el hecho de poder conocer cada día a personas que, delante de un problema, saben ver una oportunidad; comprenden lo que necesita su entorno y son capaces  de poner en marcha una solución junto a otras personas, con humildad y encontrando las fortalezas de los demás.