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César Bona, maestro. Candidato español al “Nobel” de los profesores

"Seguimos basándonos demasiado en materias y lo que tenemos que hacer es educar para la vida"

Ha estado cerca de llevarse el Global Teacher Prize –una suerte de Nobel para profesores–, pero César Bona no cree hacer “nada extraordinario”. ¿Su misión? Convencer a los más pequeños de que pueden mejorar el mundo.

César Bona.

Sus alumnos no tendrán que memorizar jamás la temida lista de los reyes godos. Sus deberes –cuando los tienen– son más “interesantes”: visitar la biblioteca en familia o, simplemente, hacer una tarta de limón. Porque, según César Bona, el maestro del que todo el mundo habla, los niños “ya trabajan suficientes horas al día”.

¿Por qué se hizo maestro?

Barajaba cuatro opciones cuando me planteé acceder a la Universidad: Filología, Filosofía, Periodismo y Psicología, ¡y opté por Filología inglesa porque era la única que había en Zaragoza! Entonces, estudiaba, pero todavía no sabía lo que iba a hacer: “seré traductor, o intérprete”, pensaba. Luego, intenté ganarme la vida y un día, de repente, me vi en un aula delante de 25 niños y niñas. Fue en ese momento cuando me di cuenta de lo que me gustaría hacer: educar a chicos y chicas para formar parte de la sociedad y hacerlos conscientes de que pueden mejorarla.

¿Desde cuándo se rige por un modelo, por así decirlo, “innovador”?

Me dedico a la docencia desde hace 15 años y, normalmente, trabajo con chicos de Primaria, de tercer a sexto curso (hasta 12 años). Aunque, ahora mismo, disfruto de una excedencia: estoy viajando, conociendo lo que se hace en otras escuelas, hablando con compañeros, visitando universidades… Para mí, es un placer oír hablar a otros maestros porque, honestamente, no considero que haga nada innovador. Algunas de las cosas que hago se aplicaban ya hace 40 años; entonces funcionaban, como funcionan ahora y seguirán funcionando en el futuro. Me refiero al hecho de escuchar y de implicar a los chicos en el aprendizaje porque, igual que nos pasa a los adultos, necesitan sentirse escuchados y queridos.

"Los niños necesitan sentirse escuchados y queridos"

¿Qué implica, en el aula, eso de ‘escuchar’?

El modelo educativo, por lo general, está un poco encorsetado. De 9.00 a 10.00 toca Matemáticas; de 10.00 a 11.00, inglés, y, a las 11.00, otra cosa… Los conocimientos son muy importantes pero somos seres sociales, y eso no lo podemos olvidar. Cuando hablo de escuchar siempre hago alusión a una charla que tuve una vez con Lucas, un chico de ocho años de la escuela de O Pelouro, en Pontevedra. Cuando le pregunté qué estaba haciendo y me respondió que “un monográfico sobre el Alzheimer”, me sorprendió. “¿Sobre el Alzheimer, eso te mandan, con ocho años?”, le espeté. Contestó que lo había decidido él mismo porque su abuelo había muerto de eso y, ya que no podía hacer nada por él, quería ayudar a la sociedad. Ése es el tipo de escuela al que debemos tender: a centros en los que se ofrezcan muchos conocimientos pero enseñen también cómo aplicarlos para mejorar lo que hay a nuestro alrededor.

¿Aprenden más los chicos si son escuchados?

Yo simplemente estoy con los niños y los considero seres humanos. Tenemos que tener en cuenta que no son recipientes que hemos de llenar de conocimientos; todos tenemos algo que ofrecer y, por eso, no se trata solo de un trasvase del maestro al alumno: hemos e invitarles a descubrir, a aprovechar su curiosidad innata y, luego, a compartir lo que tienen. Si solo aprovecharan todo el potencial que tiene esa curiosidad, ya aprenderían muchísimo. Como seres sociales que somos también es importante que hagamos todo lo posible por cultivar nuestras relaciones, y eso, muchas veces, es difícil, porque los temarios son muy largos y casi no hay opción prácticamente de escuchar a los chicos. Muchas veces no conocemos a los niños y niñas con los que pasamos tanto tiempo.

¿Cómo ve César Bona el estado de la educación en España? Esto de que las leyes educativas cambien en función del Gobierno de turno…

He tenido la suerte de viajar durante casi dos años por todo el país y he conocido a miles de maestros que están deseando ser formados. Llega el fin de semana y se van de congreso en congreso, de formación y formación, ¡y se lo pagan de su bolsillo! Somos la herramienta necesaria para hacer de esta sociedad una sociedad mejor. Y, al igual que la tecnología o las comunicaciones, la educación también ha de evolucionar, pero no sé si estamos preparados para el cambio que todo el mundo pide. Los políticos, mientras, tampoco se dan cuenta de que las ideologías acortan la visión. Tengo la esperanza de que ahora que una subcomisión del Congreso busca un Pacto de Estado Social y Educativo por la Educación, no olviden que los principales implicados son los niños y niñas, los adolescentes, las familias y los docentes.

El ministro de Educación, Íñigo Méndez de Vigo, lo citó hace unos meses. ¿Le trasladó algún consejo?  

Mantuvimos una charla de aproximadamente una hora y fue interesante, se mostró afable. Le di mi visión, le conté lo que estoy recogiendo de todos los viajes que estoy haciendo y le pedí que escuche a quienes estamos todos los días con los chicos y las chicas.

Si César Bona fuera ministro, ¿qué reforma educativa plantearía?

Otorgaría flexibilidad y autonomía a los centros, haría todo lo posible por que las familias y los docentes trabajen juntos y trataría de evitar que las materias sigan encorsetando tanto a las escuelas. Porque, aunque se habla mucho de educar en competencias, seguimos basándonos mucho en materias y lo que tenemos que hacer es educar para la vida. Las escuelas no pueden concebirse como un lugar donde las Matemáticas o la Lengua se dan como si fueran productos envasados. Hay que preguntarse siempre por el  “para qué”, por la utilidad que tendrá lo que se está enseñando o aprendiendo. Por otro lado, seguimos sin enseñar a hablar en público en las escuelas y sin prestar atención a la gestión de las emociones. Unir la universidad y las escuelas también sería importante para establecer puentes entre todos los ámbitos educativos.

"Las escuelas no pueden limitarse a ofrecer productos 'envasados'"

¿Dónde quedarían los deberes en esa educación para la vida?

Hay deberes interesantes, como ir a la biblioteca en familia y escoger entre todos un libro o, simplemente, hacer una tarta de limón. Se nos olvida que los niños tienen derecho a jugar y que el tiempo y la infancia vuelan. Ya trabajan en la escuela suficientes horas cada día como para seguir en casa haciendo deberes. Por eso, si los hubiera, los deberes deberían servir únicamente para completar la curiosidad que viene de serie en ellos.

¿Cree que el problema del acoso escolar es un reflejo de que algo se está haciendo mal?

Volvemos a la necesidad de educar a seres sociales y de que los maestros y maestras seamos formados. Aunque el acoso solo afectara a un niño, habríamos de darle la máxima prioridad, y no basta con erradicarlo: también es necesario prevenirlo.

¿Ha aprendido alguna lección en lo que lleva de excedencia?

Pues que, aunque tendemos a valorar lo que se hace fuera, también hay experiencias extraordinarias en nuestro país. Por otra parte, conocer a tantas personas que hacen cosas extraordinarias, charlas con niños y niñas de realidades tan distintas me ha cambiado como persona y como maestro. Ahora sigo pensando que hay muchas cosas que cambiar pero he visto que en muchas de ellas se está trabajando desde hace tiempo. Y también sé que, tras este paréntesis, volveré al aula tremendamente feliz. Ahora sé de dónde vengo, a dónde voy a que lo que más me gusta es ser maestro.